Capítulo 13: Tu novio, no tu perro

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•Mégane•

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Mégane

La cabeza me dolía y sentía que estaba a punto de explotar. Me golpee fuerte con el ataúd pero cuando desperté estaba en brazos de Peter. Respiré profundamente y luego me levanté para ver de nuevo la tumba.

No, no. ¡No! ¿Dónde diablos está el maldito cuerpo de mi papá? Esto no puede ser posible. ¿Cómo es que no está? ¿Se lo robaron?

—No, no —decía mientras me dejaba caer sentada, Cath me echaba aire con su mano.

—¿Estás bien? —me preguntó Cath mirándome y tocándome toda la cara.

Me levanté rápidamente como alma que lleva el diablo y comencé a caminar por el cementerio.

—No, esto no es posible. ¿Dónde está el cuerpo del sádico de mi papá? —decía molesta.

¡Esto no puede estar pasando!

—Cálmate, Mégane —dijo Peter acercándose a mí y yo le dí una bofetada que le volteó la cara.

—¡Cállate tú, maldito masoquista! ¡Ya nos parecemos a mamá y a papá!

—¡Cálmate, coño! —me gritó Cath y yo la miré—. Vamonos a casa y mañana hablamos con el abuelo, ¿sí? Él debe de saber algo, ¿no crees?

—Tienes razón, él también “murió” una vez —dije haciendo comillas—. ¿Y si están vivos?

Cath se acercó a mí y esta vez fue ella quién me golpeó. Me puse una mano donde me ardía y la miré sorprendida.

—No seas mensa, tampoco te hagas ilusiones. Esos dos están quemándose en el infierno.

—Al parecer papá no —dije mirando hacia su ataúd vacío.

—Vámonos —dijo Jassón—. Mis padres no saben que salí y debo volver y no lo haré lleno de barro.

—Nadie te mandó a ayudarnos —dije de mala gana cruzándome de brazos.

—Lo hice por Catherine —dijo él en mi mismo tono.

—Ya, ya —dijo Catherine interponiéndose en nosotros—. Mejor vámonos.

Seguí mi camino hasta el auto y me subí al asiento de pasajeros sin decir una sola palabra. Vi que Jasson se subió a mi lado y Peter en el asiento del copiloto junto con Catherine. ¿Por qué no vino detrás conmigo? Siempre que yo me siento detrás él deja que Cath conduzca su auto y se viene conmigo detrás.

—Esperen —comenzó a decir Jasson—. No vamos a dejar la tumba desenterrada. ¿Y si alguien se da cuenta?

—De todos modos en ese ataúd no hay nadie —dije cruzada de brazos—. Vámonos.

Cath arrancó el auto y nos dirigimos a casa de Peter. Ya allá cuando Cath estacionó en frente de su casa los cuatro permanecimos en nuestros lugares sin decir una sola palabra; demasiado incómodo. Cath miró a Peter y éste le devolvió una mirada significativa. ¿Qué estará ocurriendo?

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora