Capítulo 39: Infidelidad

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Sentí que el sueño comenzaba a abandonar mi cuerpo y que comenzaba a desesperezarme

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Sentí que el sueño comenzaba a abandonar mi cuerpo y que comenzaba a desesperezarme. Me estiré y sentí unas suaves sábanas cubriendo mi piel semidesnuda.

Esperen... ¿Semidesnuda? ¿Dónde estoy?

El pánico comenzó a inundar mi cuerpo y casi me da algo al darme la vuelta y abrir un poco un ojo. No conocía dónde estaba y me daba miedo averiguarlo. ¿Y si estaba en casa de un violador o un pedófilo? Oh. Mierda. El karma llegó a mí.

Observé más detenidamente la habitación con mi ojo pero me tensé bastante al escuchar un sonido detrás de mi espalda. No me atrevía a voltear así nada más así que me hice la dormida y me voltee como si nada y me estiré aprovechando para abrir un poco mi ojo y sólo pude ver una cabellera negra observando el suelo. ¿Mi violador secuestrador de menores está tan bueno? Hasta se parece a Peter.

Esperen... Mierda.

Me dolía bastante la cabeza y no podía moverla mucho ahora que era consciente de mi resaca. Abrí mis ojos sensualmente pero porque no podía abrirlos normalmente por el dolor. Me encontré con unos brillantes ojos marrones que me observaban con molestia.

—Eres una idiota —me dijo y abrí los ojos como platos. Di un quejido por el dolor y él se levantó hasta estar frente a mí—. No puedo creer lo que hiciste.

No tenía ni idea de lo que hice, tenía resaca y no me acordaba de nada luego de que...joder.

Miré a ambos lados de mi y observé a Alex y a Tyler acostados a cada lado mío, semidesnudos, despeinados. ¿Qué jodidos hice anoche? ¿Una maldita orgía? Sería lo único que faltara. Y los dos pendejos parecían muertos de tan profundo que dormían.

—¿Qué pasó anoche? —pregunté algo avergonzada.

—Eso mismo te pregunto —me respondió Peter—. ¿Qué jodidos pasó anoche y por qué lo hiciste, Mégane?

No tenía idea de lo que hablaba, si lo de su casa o de que estuviera acostada semidesnuda con dos nerds que se veían tan buenos que te daban ganas de comértelos con Nutella.

—No recuerdo nada —me excusé y toqué mi cabeza.

—Claro, debí saberlo. Tienes una memoria del tamaño de un grano de arroz.

—Deja de insultarme —le dije enojada—. Me duele la cabeza, deja de joder.

—No seas idiota, no estás en ningún derecho de pedirme nada. Me fuiste infiel y encima quemaste mi casa.

Me sentía muy avergonzada por Peter. Fui demasiado cruel con él y el muy pendejo aún sigue a mi lado como si nada hubiese pasado. Le he hecho tantas cosas que realmente me sorprende que aún esté aquí, a mi lado y que no le importe que tal vez le fui infiel, cosa que no sé porque.... ¡Esperen! ¿Cómo qué infiel? El muy cínico me había botado.

—Tú me botaste —le dije cruzándome de brazos.

—Claro que no, tonta. Ni siquiera me dejaste terminar de hablar cuando tu mano se estampó en mi mejilla.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora