Querida Jessy | Capítulo 42: Confesiones

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•Jessy•

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•Jessy•

Estar casada era algo maravilloso. Jamie era el mejor esposo que alguien podría desear. Sus atenciones conmigo eran demasiadas. Cada mañana me llevaba el desayuno a la cama, él mismo aseaba el departamento, cocinaba y me planchaba el uniforme. Me llevaba al internado y todas las chicas se le quedaban viendo, como si nunca en sus vidas hubieran contemplado un hombre tan hermoso como él. No podía culparlas, mi esposo era muy hermoso. Para mí, el hombre más hermoso que había pisado la tierra. Lo amaba y hasta que diera mi último latido, lo haría.

—Espero que te vaya excelente, mi amor —me dijo Jamie deteniendo el auto delante del internado donde ya no vivía, pues estaba felizmente casada—. Recuerda los medicamentos y trata de no tomar mucho sol.

—No me trates como una bebé —le pedí y él me acarició una mejilla para luego besar mi frente—. Te amo, Jamie.

—Y yo te amo mucho más —me respondió y sus labios encontraron refugio en los míos, los cuales se abrigaron entre sí en una danza silenciosa—. Cuídate, preciosa.

—Lo haré.

Nos dimos un último beso antes de salir y me encaminé hasta la entrada, donde me encontré con mi mejor amiga de la mano de su novio. Tuve que contener las ganas de insultarle, pues a pesar de andar acostándose con mi amiga, aún me caía de la patada.

—¡Pero miren quién volvió! —exclamó Dean con los brazos abiertos, como todo un retrasado mental—. Si es la rubia más codiciada de todo el maldito Nueva York.

—Haz silencio, ¿de acuerdo? —le pedí con molestia y fui hasta mi mejor amiga—. No estoy de humor como para que ustedes me estén jodiendo la existencia.

—¿Acaso tu esposito no supo satisfacerte anoche, gatita?

Y sí, fue el novio de mi amiga, por lo que yo sólo lo miré con una tierna sonrisa en el rostro. Quité su mano de la de Caroline con paciencia e impacté mi puño contra su nariz, por lo que sus amigos soltaron una exclamación de asombro. Todos menos Sheldon.

—Buen golpe, Jessy —me felicitó y yo le sonreí como si tan sólo le hubiera dado un fuerte y cariñoso abrazo.

Caroline miró a su novio con algo de gracia y luego fijó sus ojos chocolate en mí, ladeando la cabeza y riendo con gracia.

—Has mejorado tus golpes —observó y yo me encogí de hombros—. Pero preferiría que no siguieras practicando con mi chico. No quiero una cara fea.

—Pues dile que deje sus malditos comentarios fuera de tono —espeté acariciando mis nudillos. Me palpitaban por la fuerza del golpe que propiné—. Pero bueno, lo lamento, Michael.

—Ya ni te disculpes. Estoy cansado de escucharte decir eso —dijo con una mano sobre su nariz—. Joder, tendré que ir a ver si no me la rompiste. ¿Me acompañas, Carol?

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora