Capítulo 51: Dulce venganza

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Los rayos del sol atravesaban la cortina y caían justo sobre el rostro de Ruggero Pasquarelli

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Los rayos del sol atravesaban la cortina y caían justo sobre el rostro de Ruggero Pasquarelli. Éste se movió algo incómodo y rodó sobre su cuerpo para que el sol no lo alcanzara. A su lado, estaba su hermosa esposa, a pesar de los años seguía siendo hermosa y le seguía recordando a aquella chica revoltosa de Las Vegas que andaba de fiesta en fiesta y le encantaba hablar de faje. Su esposa era única y él la amaba como no había amado a nadie.

Karol se movió suavemente sobre la cama y se estiró para luego abrir lentamente los ojos. Vio los hermosos y algo débiles rizos de su esposo. Sonrió por un corto instante hasta que comenzó a sentir una extraña opresión en su pecho que hizo que respirara entrecortadamente. Se sentó en la cama y se cubrió el rostro con las manos.

El sonido del celular de su esposo la sobresaltó. Desvió la mirada hasta allí y vio a Ruggero abriendo los ojos lentamente. Al verla le sonrío suavemente y luego se estiró.

—¿Qué pasa? —le preguntó sentándose.

Ella negó con la cabeza para sí misma y luego se puso una mano en el pecho intentando calmarse un poco y ver si la extraña sensación desaparecía pero no funcionó. Observó a su esposo, quién la miraba extrañado.

—Sólo... —comenzó a decir ella—. Responde la llamada.

Él asintió riendo y vio quién lo llamaba. Era un número desconocido lo que lo hizo dudar de responder. Aún así, apretó el botón verde y se llevó su celular a su oreja.

—¿Hola? Habla Ruggero Pasquarelli —dijo y rápidamente le respondieron.

—Hola, Ruggero. ¿No me recuerdas? —dijo la voz del otro lado del auricular.

Sintió que el corazón comenzaba a latirle más rápido de lo normal. Miró a su esposa y la notó impaciente. Él ni siquiera pudo contestar, ni siquiera una palabra salió de sus labios.

—Amor, soy yo, Chiara —continuaron del otro lado y lentamente se levantó de la cama. Unos instantes pasaron y al volver a escuchar la voz se escuchó más fuerte—. Despídete de tu Querida Mégane. Nunca la volverás a ver.

La llamada se cortó y él dejó el celular sobre la cama. Pasó una de sus manos por su pelo y gruñó de frustración. Su mujer se revolvió incómoda en la cama para luego hablar.

—¿Qué pasa, Ruggero? —preguntó algo alarmada pero su esposo no respondió—. Ruggero...

—La tiene —dijo y le dio una patada a uno de sus zapatos en el suelo— ¡La maldita de Chiara tiene a Mégane!

Él se sentía culpable, creía que todo era culpa suya y que si hubiera hecho algo desde que la hija de Chiara hirió a Lu las cosas hubieran sido distintas. Tal vez su nieta estuviera a salvo.

Karol sintió que la extraña opresión en su pecho se desvanecía hasta dejar en su lugar poco a poco una furia que fue creciendo dentro de ella. Se quitó las sábanas del cuerpo y se levantó de la cama furiosa. Su esposo la observó algo extrañado.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora