Capítulo 17: Bobby

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—¿Qué? —preguntó él abriendo los ojos como platos

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—¿Qué? —preguntó él abriendo los ojos como platos.

—Lo que escuchaste —dije intentando tener una mirada sexy.

Lo pegué a la pared y comencé a a besarlo mientras toqueteaba su cabello, era muy suave y sedoso. Me encantaba.

Bajé por su cuello hasta sus biceps y le acaricié la parte baja del ombligo, lo sentí tensarse. Cerré mis ojos un instante, agarré su purro en mis manos y lo levante hasta que lo sentí tremendamente duro que se podría mantener parado él solo. Lo apreté fuerte y comencé a subir y bajar mi mano alrededor de su miembro apretando al principio y luego suavizando el agarre. Su respiración comenzó a hacerse entrecortada y yo sonreí mientras lo besaba. Mordí fuerte su labio inferior jalándolo y luego me alejé.

Me puse de rodillas frente a él y justo cuando iba a meter esta MG-42 en mi boca viene un hijo de la gran fruta y toca la maldita puerta.

—¿Quién está ahí? —escuché la voz del calvito del profesor de Biología. ¡Mierda!, se me había olvidado que en verano se había quedado en silla de ruedas—. Abran la puerta.

—Dile que ahora —le susurré a Tyler y él miró su miembro.

—¿Qué haremos con Bobby? —me preguntó mirándome a los ojos con pupilas dilatadas y la respiración entrecortada.

—¿Quién? —le pregunte confundida.

Él volvió a mirar abajo y yo reí suavemente. Le pasé su ropa y él se vistió. Luego, me escondí en uno de los baños.

—¿Qué hace aquí? —le preguntó el profesor—. A usted lo veo bien parado —me imaginé la cara de Tyler roja porque Bobby sí que está parado.

—Es que...soy nuevo, buscaba el baño y me perdí —respondió Tyler con voz muy suave, avergonzado seguramente.

—¿A caso no vio la foto en la puerta? —le preguntó el profesor.

—¡No, no la vi! —gritó Tyler con voz chillona.

—Modere su tono conmigo, jovencito. ¿Qué hacía encerrado aquí? —hubo una pausa—. Ah, ya veo.

¡Ay, mierda!, el profesor ya se dio cuenta de que La MG-42 ya estaba cargada. Pobre Tyler.

Le decía algo más pero yo no escuchaba pues estaba que me moría de risa por dentro, Tyler debía de acostumbrarse a que le pasaran cosas raras conmigo. Escuché la puerta cerrarse y luego abrieron mi puerta.

Mi profesor de biología no era feo, no pasaba de los cuarenta y estaba en forma. Tenía el pelo castaño oscuro y unos brillantes ojos azules.

—¿Qué diablos haces aquí, Mégane? —me dijo el profesor—. ¡No eras cristiana! ¿Ibas a hacerlo con aquel muchacho? —sin darme cuenta comencé a llorar—. Mégane... ¿Qué pasa? —lo abracé.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora