Querida Jessy | Capítulo 07: Mejor tarde que nunca

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•Mégane•

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•Mégane•

Justo cuando Cath iba subiendo las escaleras Finn las bajó. Caminó hasta mí y me dio una inclinación de cabeza. Itzitery y Lí se quedaron viéndolo extrañados y me pregunté si se sentiría incómodo, pero si lo estaba o no, no lo dió a relucir. En su lugar, se sentó en la silla vacía a mi lado y me dió un beso en la mejilla, lo que me pareció muy extraño. Antes de bajar le di tremendo sermón sobre su bipolaridad pero al parecer se lo tomó muy bien. Espero que continúe así, porque no estoy dispuesta a aguantarlo.

La abuela se acerca a él alegremente y le planta un beso en la frente para luego darle un vaso con batido de frutas. Finn le da las gracias y luego ella vuelve con unas galletas de chocolate. Siento como el ambiente está algo tensado, pero no es por Finn o por mí, claro que no. Itzitery y Lí al parecer han discutido y nosotros dos, más la abuela, estamos en el medio. Mejor marcharse antes de que estalle la bomba.

No pude hacerlo, antes de que pudiera Finn tomó mi mano por debajo de la mesa y la apretó suavemente. Lo miré por el rabillo del ojo intentando averiguar que es lo que trama el chico. La tía Itzitery dejó escapar un sonoro suspiro y dibujó en sus labios una macabra sonrisa, que no significaba nada nuevo.

—Bueno, Méggie, no nos haz presentado a tu novio —dijo y casi escupí el batido.

—¿Qué? —pregunté, un tanto sorprendida pero Finn sonrió.

—Sabía que algo pasaría entre ustedes, es el síndrome de Estocolmo —dijo la tía Itzitery haciendo un ademán con la mano y Lí la observó fulminándola con la mirada.

—No somos nada —solté, Finn me miró y yo fruncí el ceño—. Tú y yo no tenemos nada.

—Es cierto —dijo Finn soltando mi mano—. No me agrada Mégane.

De acuerdo, eso me dolió.

—Ni a Edward, pero él la quiere matar.

Y eso me mató.

La tía Itzitery le dió una enorme sonrisa a Finn y yo me moví incómoda en mi asiento. Le di un sorbo demasiado grande al batido y me levanté de la mesa con estrépito. Casi hice que el batido le cayera a Finn en la camisa (no sería el primer líquido que le vierto) pero ni siquiera lo miré. Dejé el vaso en la mesa y la abuela me lanzó una mirada pícara.

—No estoy para bromas —le solté y ella levantó las manos como si le hubiese apuntado con una pistola, lo que me causó algo de gracia.

—Yo no iba a decir nada —me dijo la abuela, al mismo tiempo que Itzitery decía:—Bienvenido al club, Finn.

Me voltee a ver a mi tía y el chico le daba la mano con una enorme sonrisa en su rostro. El pequeño demonio de mi hombro había aparecido encima de la mesa y le picaba el dedo a Finn con su tridente en llamas. Desee que en serio lo sintiera pero era imposible. Salí de la cocina para ir a las escaleras pero la voz del tío Lí me detuvo.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora