Querida Jessy | Capítulo 09: Adiós hermandad

9 5 0
                                    

•Catherine•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•Catherine•

Bueno, al menos nos salvamos de la cárcel, aunque tal vez no dure mucho para parar allá. Sería una experiencia muy divertida durar un tiempo en ese lugar y mucho más si es con mi hermosa prima religiosa y mi hermana, que tiene retraso mental y para colmo, con el ex de mi mejor amiga y el hermano, de quien ella estuvo enamorada de pequeña. Todavía no hemos visto a Dylan, pero será muy divertido cuando nos lo encontremos.

¿Cómo sé que lo encontraremos? Peter estuvo hablando con él por teléfono. (Los estuve espiando) y al parecer quiere volver a ver a Még, lo que no le será muy fácil, conociendo como es Sol...

Estábamos en el auto de Peter camino al hotel, había un silencio muy incómodo que ni yo me atrevía a romper. Jessy estaba en el asiento delantero y mi prima y yo detrás. Ésta estaba con los brazos cruzados y con la mirada en la ventanilla. Le di un codazo para que me mirara y cuando lo hizo no pude evitar darle un pequeño pellizco en los cachetes, al menos sólo para hacerla reír un momento.

—Vamos, no estés así —le dije en voz baja—. Estamos en la ciudad natal de la abuela. Hay que disfrutar.

—Ni creas que me iré a beber contigo —me dijo frunciendo el ceño y yo sonreí.

—Será divertido —le dije con una enorme sonrisa y ella puso los ojos en blanco.

—Dije que no, no quiero volver a eso —me respondió cortante y desvió su mirada de la mía.

Solté un suspiro y miré a Peter por el espejo retrovisor, quien unió su mirada con la mía por unos instantes para luego volver al camino. Él sabía que yo no sabía, pero quería esperar el momento adecuado para que comenzáramos a hablar sobre ello. Yo no iba a decirle lo que quería, antes, le haría lo mismo que le hizo mi querida prima por despecho; golpearlo.

Tal vez yo debía dejar de meterme en la vida de los demás, pero vamos, yo no le pido a nadie que me diga nada de lo que le pasa. Todo lo que sé es porque las personas en cuestión me han contado sus situaciones y, a cambio, yo me divierto riéndome con los problemas de los demás. Aunque este es el problema con menos gracia de todos.

Peter aparcó delante del hotel y salió para abrirnos la puerta. Jessy salió por su cuenta mientras se ponía unas gafas y Még rechazó la mano del hombre cuando éste se la ofreció. Yo lo miré con una sonrisa de burla en el rostro y él casi me deja caer pues yo había apoyado todo mi peso en él. Tuve que apoyarme de su camisa para no romperme todos los dientes en el pavimento. Él tan sólo rió y fue a buscar nuestras maletas.

Entré al hotel y observé sus superficies. Eché mi cabeza hacia atrás para contemplar la pintura que había en el techo y casi choco con Peter, quien fue ayudado por los botones. Jessy fue a recepción con Még y yo me quede con mi casi ex cuñado.

—Tenemos que hablar —me dijo y yo lo miré con los brazos cruzados.

—¿Sobre qué? —le pregunté.

Peter miró hacia donde estaban Még y Jessy, las chicas se veían demasiado enfrascadas en la seguramente aburrida conversación que mantenían con la mujercita que tenían en frente.

—Sabes sobre qué —me dijo mirándome. Estaba muy fuerte y la pequeña barba que tenía lo hacía ver muy sexy—. No te hagas la imbécil.

—Vuelves a decirme imbécil y le digo a Mégane —lo amenacé y él me miró de manera fulminante.

—No creo que lo hagas —me retó y yo sonreí. Miré por el rabillo del ojo y noté a Jessy venir con Mégane hacia nosotros.

—¿Estás seguro? —le pregunté y él palideció al instante.

Las chicas estuvieron con nosotros segundos después y Peter me miraba con ojos suplicantes. De todos modos no le diría, no quería que sufriera más de lo que ya lo estaba haciendo.

No dije nada más. Tomé a Még del brazo y caminé con ella hasta el ascensor. Peter y Jessy se quedaron atrás platicando. Entré con la castaña y apreté el botón del piso que ella me indicó para poder ir a nuestras habitaciones.

El hotel era bonito, pero eso era lo que menos me importaba. Caminé hasta el cuarto de Még y los botones trajeron nuestro equipaje. Me lancé a la cama, la cual era muy grande y suave y miré cómo mi prima comenzaba a arreglar sus cosas para su estadía aquí en Estados Unidos.

—¿No sería divertido estudiar aquí? —le pregunté y ella volteó a verme como si le hubiese dicho que quemáramos el hotel.

—Nunca —me respondió y volvió a lo que hacía—. Volveremos a Inglaterra luego de la presentación de Jessy, como teníamos planeado.

Me senté rápidamente en la cama e hice puchero. Ella puso los ojos en blanco y me lanzó una cartera que tenía en una mano. La tomé y la abrí; nada.

—Méggie de mi vida —le dije tiernamente—. Será fabuloso.

—Para ti —dijo ella—. Yo quiero volver, mi vida no está aquí.

—¿En serio quieres volver al aburrimiento de Londres? —le pregunté—. Recuerda que luego de que casi destrozamos una joyeria nos tienen vigiladas.

—Luego de que tú casi la destrozaras —me recuerda volteando a verme—. Todo fue tu culpa.

—¿Mi culpa? —pregunté señalándome—. ¿Quién me siguió el juego y no me dijo que me detuviera?

—¡Pensé que querías llegar rápido a la universidad, no que querías ver si entrabas con todo y auto a la joyería de los padres de Finnegan! —me gritó, obviamente molesta.

Guardé silencio, sorprendida por su tono de voz. Era obvio que aún estaba molesta conmigo por haberla golpeado, ella suele ser muy rencorosa.

—No tienes porqué hablarme así —le dije, ofendida.

—Tengo bastante por lo cual hablarte como me dé la gana —me dijo—. Y de reprocharte en cada momento, de insultarte, hasta de dejar de hablarte —sentenció y se volteó.

Sentí que se me aguaban los ojos pero no iba a permitir que Mégane se saliera con la suya. Quería herirme, pero yo no soy una chica muy sensible, aunque lo sea un poco.

—Si quieres que me vaya sólo dilo —le dije mirándola, aunque ella estaba de espaldas.

—Hazme ese favor —me dijo.

Me levanté sintiendo la sangre hervir dentro de mi y salí dando un fuerte portazo, tuve que darme la vuelta para asegurarme de que no había roto la puerta. Luego de tocarla y darme cuenta de que no la había roto, caminé hasta mi habitación e hice lo mismo que en la de Mégane; me lancé a la cama sin miramientos. Hundí mi rostro en las almohadas y respiré profundamente.

No me importaba mucho lo que dijera Mégane, yo quería pedir el traslado en la universidad para ir a vivir a Estados Unidos, si mi prima no quería, bien, yo no estaba para perseguirla fuese donde fuera. Ya era hora de que nos separásemos, no éramos siamesas para estar siempre juntas.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora