Capítulo 20: Niña calentona

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Todas regañaban a papá y él en un momento se quedó en silencio, pensativo; se veía vulnerable

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Todas regañaban a papá y él en un momento se quedó en silencio, pensativo; se veía vulnerable. Me acerqué a él y me senté en sus piernas.

—Ustedes son tan malas —les dije—. Papá llega hoy y ya lo andan regañando.

—Quítate de ahí, niña calentona —me dijo la abuela quitándome de donde estaba.

—¡No le digas así a mi hija! —dice papá levantándose molesto—. Más calentona que tú no hay nadie.

La mano de la abuela se estrelló contra la cara de papá y él trastrabilló. Miró a la abuela sorprendido y luego dio media vuelta para marcharse.

Lo único que se escuchaba era la música. La abuela se marchó. A Cath se la llevo Jasson y mamá me miró algo triste. Luego se marchó.

Miré a lo lejos que papá estaba sentado en el césped arrancándola. El abuelo se le acercó y él se levantó rápidamente. El abuelo le comenzó a decir algo y papá se vió asustado. ¿Por qué el miedo al abuelo?

Escuché a Itzitery hablar una vez sobre eso. Decía que papá siempre era rebelde pero cuando el abuelo le hablaba era tranquilo y sumiso. Me preguntaba que habría pasado entre ellos.

—¿Qué pasa, amor? —escuché a alguien detrás de mí y voltee; Peter. Le sonreí y luego lo besé.

—Nada —le dije y luego recordé que siempre podía confiar en él y lo abracé—. Estoy desconcertada.

—¿Por qué, mi reina? —me preguntó abrazándome de la cintura y acercándome más a él.

—Mi familia es un lío —respondí encogiéndome de hombros y él volvió a besarme—. No hagas eso —dije alejándome—. Si alguien nos ve, te matan.

—Tú me besaste primero —me recordó—. Además... —dijo acercándose sexymente a mis labios—, todos están borrachos.

—Tienes razón —dije mordiendo su labio inferior.

—Creo que hay algo que te quitara el estrés —me susurró en mi oído haciéndome estremecer y sonreí—. Sígueme —dijo y comenzó a caminar hacía adentro de la casa.

Los seguí y noté que iba subiendo las escaleras. Iba detrás de él a una distancia prudente y luego de que entró a mi habitación hice lo mismo.

Nos acercamos el uno al otro y nos devoramos entre besos saboreando nuestros sabores. Sus labios estaban húmedos y algo fríos pues había estado bebiendo. Le acaricie su pelo y él metió sus manos debajo de mi camisa blanca acariciando mi espalda y haciéndome estremecer. Me quitó la chaqueta y la dejó en el suelo para luego volver a meter sus manos bajo mi camisa.

Me llevó hasta la cama y lentamente me dejó ahí para subirse encima mío y seguirme besando.

Bajamos y encontré a papá sentado en el taburete de la cocina mientras mamá buscaba algo en la nevera. Me acerqué sigilosamente y me escondí para escucharlos. Se veían algo molestos y nerviosos, mamá estaba pálida y papá mantenía una mirada dura.

—Debes dejar ir el pasado —le dijo mamá.

Papá suspiró algo frustrado y se agarró del pelo. Tenía la mirada baja y se notaba tenso.

—Lo sé, mi amor —respondió él—. Pero es difícil. No pudimos ver crecer a nuestra nena y ahora está en peligro.

¿Peligro? ¿De qué habla?

Mamá se acercó a papá y se sentó en sus piernas. Entrelazó sus manos a los de él y le dio un suave beso en los labios. Papá la rodeó con los brazos y la acercó más a él lo que hizo que se viera algo más aliviado.

—Olvida eso. De seguro la atraparán —dijo mamá ocultando su rostro en el cuello de papá. ¿De qué coño estaba hablando?—. Por ahora sólo tratemos de pasar tiempo con nuestra hija. Es lo único que debe de importarnos.

—Sí, tienes razón —dijo papá y la besó.

El beso parecía volverse demasiado pasional y sentí algo de nauseas al ver a mis padres de esa forma. Me fui al patio intentando sacar esa imagen de mi mente.

Sólo quedaban unas cuantas personas. Al parecer mi encuentro pasional con Peter duró más de lo que habíamos pensado. Me acerqué a Cath junto con Jasson que estaban comiéndose y les lancé un vaso con Vodka que vi en el suelo. Se separaron rápidamente y me observaron sorprendidos. Yo reí.

—¡Pero qué te pasa! —gritó enojado Jasson y yo reí.

—Déjense de babosear que hay niños —dije riendo aún.

—¿Dónde están maldición? —dijo Cath roja de rabia.

—Uno en tu panza —dije y señalé su panza—. Y allí está Jessy.

—Eso no es humano —dijo Jasson entre dientes y Cath rió.

Voltee a ver a Jessy que se encontraba en el pasto sentada mirando una abeja le zumbaba al lado. Vio un vaso cerca de ella pero Itzitery se acercó rápido y se lo quitó de las manos. Ella quedó confundida por un momento pero luego su madre le pasó otro con al parecer refresco.

—No se burlen de ella —los reprendí—. Ella es como cualquiera de nosotros.

—Pero con la cabeza en otro lado —dijeron y volvieron a reír.

Puse los ojos en blanco y me fui de ahí dejándolos solos. Quería mucho a Jessy y no me gustaba que se burlaran de ella. A pesar de que era algo diferente no significaba que la trataran tan mal. Al fin y al cabo era un ser humano, como todos nosotros.

Subí a mi habitación y me acosté en mi cama para dormir abrazando una de mis almohadas. Casi no podía hacerlo, pues el olor de Peter es tan fuerte y me dejaba sin aliento. Me dejaba drogada de amor por él. Sentía su prescencia en la cama lo que me hacía sentir protegida y me daban unas ganas de tenerlo a mi lado.

El rostro de Peter estaba grabado completamente en mi memoria y yo repasaba sus facciones mentalmente. Sus ojos marrones, su pelo castaño oscuro, su nariz respingada y labios finos. Sonreí aún con los ojos cerrados y noté cuanto cambió luego de su viaje hace meses, del cual luego de que llegó nos hicimos novios.

Mis párpados comenzaron a sentirse pesados y mis pensamientos comenzaron a ser incoherentes. Sentía que estaba siendo lanzada a un avismo de enorme profundidad que me llevaba todo el aire del cuerpo y me comprimía.

Entonces quedé dormida.

—Las cosas cambiaron, Mégane. Aunque yo quiera, no serán las mismas —me dijo mientras me miraba a los ojos.

—Si nos descubren... —comencé a decir pero él me acarició de la mejilla lo que me hizo callar y sentir un ligero calor junto a su toque.

—Si nos descubren, tal vez me maten. Pero moriré con la satisfacción de haber estado contigo —me sonríe y luego sus finos labios hacen contacto con los míos.

A eso de las tres de la madrugada escuché pasos en el pasillo. Me quité las sábanas de encima algo curiosa y me levanté sigilosamente. Bajé las escaleras intentando no hacer ruido y vi a Simón y a Daniela que llegaban a la casa.

—Adiós —les dijo papá y volteó hacia su cuarto.

—Es nuestra casa —dijo Daniela—. Hemos vivido aquí todo este tiempo, no pueden venir y decirnos que nos vayamos. Además, si nos vamos, Mégane se va con nosotros.

—¡Nunca! —dijo mamá molesta y la fulminó con la mirada.

—Es nuestra hija legalmente —dijo Simón—. Así que quieran o no, se irá con nosotros.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora