Capítulo 54: A casa

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¿Era real todo lo que estaba frente a mis ojos? ¿Ese era Peter que estaba aquí, en la cabaña, en esta habitación? ¿Por qué no puedo moverme?

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¿Era real todo lo que estaba frente a mis ojos? ¿Ese era Peter que estaba aquí, en la cabaña, en esta habitación? ¿Por qué no puedo moverme?

Cada una de mis extremidades las sentía de plomo y sentía como si el pecho me fuera a explotar. Mi brazo derecho lo sentía hinchado y quise moverlo sin éxito. Intenté abrir mis ojos pero mis párpados estaban demasiado pesados para semejante tarea. Mi pecho subía y bajaba tan lentamente que llegue a pensar que moría.

Escuché un disparo, lo que me hizo estremecer y luche de nuevo por abrir mis ojos. Apenas logré que se movieran cuando escuché pasos apresurados en la habitación y golpes. Me asusté mucho y segundos después sentí el duro suelo al impactar contra él. De mi garganta salió un gemido grave y rasposo que dolió. Intenté moverme de nuevo y descubrí que mis extremidades se iban volviendo poco a poco más movibles.

Al fin pude abrir los ojos pero no vi nada interesante, sólo la pared de la cabaña frente a mí.

Sentí unas cálidas manos tocar mi cuello y luego me tomaron por la espalda y detrás de las rodillas. Segundos después fui levantanda del suelo con la cabeza al aire por unos segundos, pero luego fue apoyada en un cálido pecho por lo que cerré los ojos a cualquier cosa que pudiera suceder.

Mégane, preciosa, lo estás logrando. Sólo un poco más, tú puedes.

Cuando escuché una puerta abrirse otro disparó resonó en la habitación y la persona que me cargaba se sobresalto. Dio media vuelta bruscamente y al gritar me dolieron los oídos.

—¡No lo hagas, Peter! —fue lo que dijo mi salvador. Era... ¿Finn?

Abrí los ojos de golpe y me encontré con una habitación vuelta un caos. Vi en el suelo, con un charco de sangre originario de su cabeza a uno de los grandulones. Por otro lado, estaba el padre de Finn con un brazo herido de bala y cubierto de sangre, el cual se sostenía con una mueca de dolor en el rostro. Y por último, está Peter, algo salpicado de sangre y apuntando con una extraña pistola a Chiara. ¿Dónde estaban los otros dos secuestradores?

Finn fijó su vista en mí y caminó conmigo hasta dejarme suavemente sobre unas mantas al lado de la silla donde Chiara estuvo a punto de matarme. Entonces me doy cuenta de que fui lo bastante torpe de no caer del lado de las mantas cuando lo que sea que está dentro de mi organismo me dejó el cuerpo rígido.

Voltee mi mirada y me encontré con Finn mirándome fijamente. Acercó una de sus manos a mi mejilla derecha y la acarició suavemente haciéndome estremecer. Luego, se levantó y caminó hasta Peter.

—¿Cómo pudiste? —escuché que preguntó el padre de Finn.

—Lo lamento, papá —respondió Finn fríamente—. Pero no soy un criminal.

Escuché un grito frustrado que me hizo daño en los oídos y giré para ver a Chiara. Peter aún la apuntaba con la mandíbula apretada y con una expresión dura en el rostro.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora