Querida Jessy | Capítulo 24: Nuestro demonio

16 5 0
                                    

•Catherine•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•Catherine•

Este era el mejor día de mi vida. Sin competencia. El mejor de todos. Incluso mejor que cuando le vomité encima a mamá luego de una borrachera.

Jasson estaba rojo de la furia, nuestro hermoso hijo lo tenía harto.

Que felicidad.

Como he dicho desde siempre, Andrew tiene sus días buenos y sus días malos. Es como una mujer, con el periodo y sin el periodo. Pues resultaba que hoy al niño le había dado por ser lo más insoportable posible y justo su padre se lo había llevado para pasar el día con él. Lo trajo a la hora y media, porque no sabía que hacer con él.

—Querías un día de padre e hijo. Disfruta —le dije mientras comía helado con Edward a mi lado, quien me hacía un delicioso masaje en los hombros.

—Pero, dime qué hago con él —rogó y yo negué con la cabeza.

—Eres su padre, deberías saber qué hacer con él —fue mi respuesta y él dejó escapar un suspiro.

—De acuerdo, vámonos, An... ¿Andrew? —lo miré algo confundida y noté que el niño se había marchado. Reí con alegría al notar como Jasson comenzaba a buscar al niño con bastante preocupación—. ¿De qué te ríes, estúpida? Tu hijo se ha marchado.

—Nuestro hijo —le recordé—. Es mitad mío, mitad tuyo. Más mío que tuyo, pero hoy lo cuidas. Así que lo buscas o te demando por negligencia.

—¡Pero si estaba aquí hace un instante! —exclamó, exasperado, mientras se pasaba las manos por el pelo—. Dios, claramente sacó más de ti que de mí.

—Pues claro, ¿no has notado lo hermoso que es? Si hubiera salido a ti, sería una mala copia de Austrolopiteco —le expliqué mientras él buscaba al niño en la sala.

—¡Andrew! —decía él con preocupación. Edward me quitó algo de helado y yo le di un codazo juguetón.

Mi novio hizo un ademán con la cabeza y vi a mi hijo correr sigilosamente hacia la cocina. Sonreí, pero no dije nada. Jasson debería aprender a cuidar más el niño. Si lo perdía tan rápido dentro de la casa y teniéndolo a su lado, no me quería imaginar lo que sucedería si salía a algún parque.

No, definitivamente Jasson no podía salir con Andrew. ¡Lo perdería al instante!

—Cath —escuché su voz pero no lo miré—. ¿Qué acaso no te importa tu hijo? Párate de ahí y ve a buscarlo.

—¿De qué coño estás hablando? —pregunté con el ceño fruncido y Edward acarició mi espalda.

—Debes ayudarme. ¿No estás preocupada? Eres una madre horrorosa.

Mi sangre se calentó a tal punto que pensé que erupcionaría como volcán. Estuve a punto de levantarme pero mi novio me detuvo. Me dio un beso en la mejilla, a lo que Jasson se nos quedó mirando de forma extraña. Giré mi rostro y besé a Edward en los labios, duro y apasionado. No me importó lo que dijo Jasson después y ni siquiera lo entendí.

Escuché el grito de mi hijo y me levanté casi al instante corriendo hasta la cocina con las pisadas de Jasson detrás mío. Pegué un grito y sentí que el corazón me salía por la boca al ver a mi hijo llorando como si se hubiera roto algo y ni siquiera presté atención al panorama cuando lo tomé en brazos y comencé a revisarlo para ver si tenía algo.

—Deja ver —le dije al niño y Jasson se acercó—. ¡Aléjate!

—Andrew, bebé —decía Jasson viendo la cabeza del niño para cerciorarse de que no tenía algún golpe.

—Déjalo —le dije y noté una de sus manitas cortadas—. ¿Qué rayos pasó?

—Hay un vaso en el suelo, roto —dijo Edward pero yo no miré en su dirección. Caminé con mi hijo a la sala mientras lo acunaba y él seguía llorando con dolor.

—Ay, Dios, ay, Dios...

Edward corrió a mí con un botiquín de primeros auxilios y me ayudó a curarle la manita a Anrew mientras Jasson nos decía que quería ayudar, pero yo no lo quería cerca por un buen rato. Era su culpa que el niño se hubiera cortado, lo había dejado irse por ahí, en vez de vigilarlo. ¡Y cuándo le di la oportunidad ni siquiera fue capaz de encontrarlo!

Que gran padre.

—Lo lamento, mi amor —le decía Jasson pero el pequeño sólo hipaba.

—Sí, pide perdón, mal padre —lo acusé y él se arrodilló junto a nosotros.

—No quería que le sucediera nada.

—Pues le sucedió.

—No me hagas sentir culpable —me pidió mirando a nuestro hijo y acariciándole el pelo.

—Tus acciones te hacen sentir así —respondí.

Edward se marchó hacia la cocina a buscar a la sirvienta para que recogiera el vaso roto, pero yo intuí que sólo quería dejarme sola con Jasson para arreglar las cosas. Por extraño que pareciera, Edward era algo bueno y me decía que arreglara las cosas con el padre de mi hijo, pues al niño no le haría ningún bien que sus padres se lleven mal.

—Es extraño, pero no recuerdo aún nada de lo que vivimos y ni siquiera puedo recordar algún sentimiento hacia ti que me haga tenerte estima —comenzó a decir Jasson y no sé por qué lo dijo, pues sólo logró que mi corazón se constirpara de dolor—, pero me duele verte besarte con otro.

No dije nada, estaba demasiado impresionada. Y de todos modos, Edward nos interrumpió con una paleta para Andrew.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora