Querida Jessy | Capítulo 43: Misión CAM

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•Catherine•

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•Catherine•

No me sentía como yo misma. Era como si alguien se hubiera hecho dueño de mi mente y de mi corazón. Me sentía demasiado deprimida desde que Edward se había marchado y el estar sin mi hijo empeoraba la situación. Jasson me había llamado en la mañana para avisarme que traería él mismo a nuestro hijo. Ni siquiera me había importado, él ya no significa nada para mí y nunca lo había significado como lo hace mi actual novio.

Luego de clases me quedé sentada sobre el césped de la entrada esperando a mis amigas. Ni siquiera ponía atención a lo que pasaba a mi alrededor por el chico que estaba en mi cabeza. Joder, tenía que ir a visitar a un maldito psicólogo lo más pronto posible para que me quitara a ese chico de la cabeza.

Maldito Edward Carter, lo mataría la próxima vez que lo viera, por hacerme enamorar perdidamente de él.

Dejé escapar un suspiro al justo momento de dejarme caer hacia atrás sin importarme que el césped me picaba incluso sobre la piel y disfruté de los rayos ultravioletas que penetraban en mis poros. Tres figuras se posaron delante de mí pero no les presté atención. Se sentaron a mi alrededor, pero una de ellas se acostó a mi par.

—¿Qué le habrá pasado a nuestra Pasquarelli favorita?

Era Mitzi quien hablaba y estaba demasiado cerca para mi gusto.

—Mi primer apellido es Lí —le recordé y ella bufó sin darle importancia a aquello.

—El Pasquarelli es el que brilla, aunque lo tengas como segundo. El de tu papá es sólo un adornito.

—Deberían poner una regla de que todo descendiente de un Pasquarelli tenga ese apellido como el primero —comentó Leila sacando una bolsita de sus jeans. Me apoyé en mis codos, arreglando un mechón de pelo castaño que se me había escapado y observé la bolsita transparente donde había unas pastillas.

—Excelente idea —conconrdé y vi como sacaba una y se la introducía en la boca. Fruncí el ceño y vi como las otras dos tomaban una pastilla y luego me extendían una a mí—. ¿Qué coño es eso?

—¿Tú qué crees? Algo para divertirnos —respondió la dueña de la bolsita y yo negué con la cabeza.

—No me interesa —dije con firmeza y alejé mi mirada de ellas—. Quiero tener la mente lúcida. Mañana viene mi hijo, así que necesito hacer algo hoy, esta noche.

—¿Qué pasa por tu mente perversa en estos momentos? —preguntó Mitzi apoyándose también en sus codos.

—Bueno, digamos que es un favor para mi prima —comencé a explicarles y me senté bien. Me arreglé bien la falda que tenía, pero de todos modos tenía un short debajo. Y si veían tampoco es que me importaba demasiado, o algo en lo absoluto—. Sé que ustedes saben lo de Finn y Tyler.

—El chico sexy miraba mucho al novio de tu prima, era obvio que algo había pasado —me dijo Leila y yo asentí—. ¿Quieres vengarte de él? Porque tendríamos que hacerlo también con el pelinegro, porque no es que lo obligaran a nada.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora