•Jessy•
No tenía una respuesta para él.
Por un lado, mi mente estaba peleando consigo misma preguntándose a que venía eso para luego exclamar: ¡Sólo quiere sexo! ¡Los hombres sólo quieren sexo!
Por otro lado, mi corazón andaba dando brotes de alegría, exclamando a cada segundo: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!
Y bueno, yo estaba de acuerdo con ambas partes, y también quería vomitar, y quería salir corriendo, y besarlo, y golpearlo, y dormir.
No dije nada y él sólo se restó a besarme con dulzura y decirme cosas de seguro tiernas, que realmente no entendí porque mi mente era un huracán de pensamientos tanto racionales como irracionales. Mis brazos seguían alrededor de su cuello pero rígidos, sin querer moverse.
¿Era en serio? ¿Cómo se atrevía a...?
—Jamie —comencé a decirle pero él continuaba con los pequeños besos—. Jamie, detente... Jamie... ¡Basta!
—Cariño, por favor —me dijo sobre mi cuello, su aliento me provocó un ligero estremecimiento—. Cásate conmigo.
—Lo dices por el sexo —espeté sintiendo furia dentro de mí. Apreté los puños mientras sostenía su pelo y lo alejé de mi cuello. Quería verlo a la cara mientras hablaba.
—Sabes que te amo, ¿acaso no te lo he demostrado? —preguntó levantando una ceja y yo bufé.
—¿Trayendo tu muñeca inflable a la discoteca? Pues claro que me lo has demostrado, muchísimo —solté con sarcasmo y él me mordió la nariz—. ¡Oye!
—Por Dios, Jessy, ya te dije que es una compañera de trabajo —volvió a decir y yo puse los ojos en blanco—. De acuerdo, si no confías en mí, no lo hagas. Yo tengo mi conciencia limpia —me bajó y me arregló el vestido—. ¿Por qué eres tan insegura? Te amo, Jessy. Y mucho.
—El amor no se dice, se demuestra —reproché cruzándome de brazos—. No voy a casarme así por así sólo para tener sexo.
—No sólo para eso, aunque si quiero sexo —me respondió sin pelos en la lengua—. Es un pacto que haremos de estar por siempre juntos.
—No me vas a manipular, ¿de acuerdo? Mejor volvamos dentro —le pedí y me di la vuelta para escapar de allí, pero él me tomó de la mano y me hizo girar.
—Mi amor...
—No.
Estaba segura de lo que quería y casarme por ahora, no era algo que estaba en mis planes. Aunque, bueno, era una oferta bastante tentadora pues yo en serio quería..., pero no. Hasta que me casara no habría nada de acción de ese tipo y no contraería matrimonio en unos cuantos años más.
—Vamos, sabes que es tentador. Una boda como fugitivos. Nos vamos, nos casamos y te mudas conmigo.
—¿Qué mierda?
Lo miré con incredulidad, sin creerme que hablaba con seriedad. Ya estaba comenzando a soltar disparates.
—Iba a pedírtelo mañana, pues iba a invitarte a almorzar. Hablaba con Jeanine sobre eso —comenzó a explicarse y yo me apoyé en una pared detrás de mí, apoyando un pie sobre ella—. Quiero que te mudes conmigo y mucho mejor si es como mi esposa. Te amo.
Se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos. Unió nuestras frentes a lo que cerré los ojos, sintiendo que me acercaba hasta sus labios y nos fundiámos en un beso.
Dios, cuánto lo amaba. Amarlo era una locura, porque era un amor de distancia la mayoría del tiempo, un amor de inseguridad, un amor de confianza, un amor de fervoroso, lleno de palabras suaves y besos cálidos. De momentos cortos llenos de algo a lo que todos llaman enamoramiento. Cada pequeña cosa, cada palabra, cada mirada, cada rose me hacía enamorar más de él.
Mis manos se sostuvieron de sus brazos pues comenzaba a sentirme desfallecida. Mi cabeza volvía a dar vueltas como un carrucel. Me ardía cada centímetro de piel y los gemidos volvieron a hacerse presente. Mis uñas se clavaron a su piel y él me levantó en sus brazos, con lo que abrí mis ojos con sorpresa.
—¿Aún te negarás? —me preguntó con voz baja, ronca, que me erizó los vellos de la nuca.
—Busquemos a los chicos —le pedí y él sonrió.
Y fuimos, nos adentramos a la discoteca fluorescente. Mi mano estaba entrelazada a la de Jamie y me pregunté si debería decirle a mi futuro esposo sobre mi enfermedad. Sí, según el doctor estaré sana en poco tiempo, pero tal vez yo me pusiera enferma de un momento a otro, o me desmayaba, o algo por el estilo. No quería preocuparlo, pero tampoco quería ocultarle cosas.
Desde un principio me decidí a decírselo, pero nunca encontré las palabras adecuadas ni el momento indicado. Llegué a pensar que el momento nunca llegaría, que él nunca lo sabría, pero ahora parecía que el destino me empujaba a decírselo. Claro, no se lo diría luego de la ceremonia nupcial, pero debía de ser en esta semana. Estaba decidida.
Encontramos a Caroline bailando con los únicos cuatro chicos de mi colegio. Cuando nos lo llevamos, no le dijimos a dónde nos dirigíamos ni para que, pero estaban lo bastante borrachos para no preguntar muchas veces, aunque Sheldon estaba bastante lúcido y nos miraba a Jamie y a mí con perspicacia.
También vino Jeanine, pero no me negué para que viera que Jamie era mío, sólo mío por toda la eternidad.
Nos fuimos en el descaptable de mi novio, quien conducía demasiado rápido para mi gusto. Mi mejor amiga iba cantando algo de Meghan Trainor, algo sobre casarse y fue demasiado para mí, que comencé a reír con alegría con lo que ella me siguió. El aire me golpeaba el pelo y me lo revolvía, enredándolo. Mi mejor amiga se abrazó a mi cuello y yo cerré los ojos un instante, sintiendo de pronto una punzada en la cabeza.
—¿Estás bien, Jessy? —preguntó Jamie mirándome por el rabillo del ojos, asentí y le sonreí con ternura—. ¿Aún sigues aquí?
—¿Cómo así? —pregunté viendo algo borroso.
—Tal vez la borrachera se te haya subido y no piensas por ti misma —se explicó y yo negué con la cabeza.
—Estoy en mis cabales, aún —fue mi respuesta y él tomó mi mano por unos segundos.
Mi corazón latía demasiado lento cuando nos parqueamos delante de una iglesia que aún permanecía abierta. Pude ver por una de las ventanas que había un señor limpiando el suelo y otro con un libro en la mano. Traté de salir pero las rodillas me flaquearon y caí al suelo de rodillas.
—¡Jessy! —exclamó Jamie, pero su voz hizo hecho en mis oídos, repitiendo mi nombre una y otra vez, una y otra vez.
—¿Qué le pasa? —alguien más dijo y trate de moverme correctamente, pero sólo logré tambalear la cabeza. Alguien me estaba sosteniendo, pero yo no podía asegurar quién era.
Me dolía la garganta, como si me la estuvieran desgarrando y la cabeza, me dolía tanto...
—Dios, esto no parece de borrachera —soltó Caroline con miedo. Levanté una de mis manos pero se cayó al instante.
—Hay que llevarla a un hospital.
Mi cabeza, dolía.
Dolía tanto...
Mi corazón estalló, al igual que mi cabeza y mi garganta, con lo que desaparecí.
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Querida Mégane/Querida Jessy
FanfictionHistoria de Mégane Pasquarelli y Jessy Lí. Continuación de la trilogía "Niña Mal". Cuarta y Quinta temporada de Niña Mal. •ADAPTADAS• La famosa familia Pasquarelli ha tenido desde siempre descendientes problemáticos y extraños, pero Mégane quiere s...