Querida Jessy | Capítulo 50: El baño

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•Jessy•

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•Jessy•

No llevaba en cuenta el tiempo, sólo me movía junto a mi chica. Ella me observaba como quien tiene miedo de que algo explote, y luego de tanto tiempo de mirarme así, yo también comenzaba a creer que explotaría. Ya no prestaba atención a las canciones que se reproducían, o a las personas en nuestro entorno. Sólo quería poder poner la mente en blanco, pero resultaba una tarea imposible.

Caroline tomó mis manos y las entrelazó con las suyas, momentos después, me llevó hasta la barra, donde pidió un vaso de agua y me lo pasó. Lo miré unos instantes antes de darle un buen trago y antes de que pudiera darme cuenta, ya no quedaba una sola gota. Me sentí fresca, de una manera u otra, liberada. Le sonreí a mi amiga y me senté y entonces ella pidió algo para sí misma.

—Todo se está volviendo...monótono —dijo y yo la miré.

—¿Qué?

—Las fiestas, las salidas. Estoy aburrida de esto y del maldito internado, y de todo el mundo aquí —dejó escapar un hondo suspiro antes de volver a beber—. Estoy harta, ya no puedo soportarlo.

—¿Y qué harás? —pregunté con curiosidad, apoyando una de mis mejillas en una mano.

—No sé, marcharme a algún lugar, bastante lejos de aquí —me dijo y luego se detuvo por un segundo para pensar—, me gustaría viajar, salir de aquí.

—¿Y los estudios?

—¿Qué importan los estudios? Puedo ganar dinero de otra forma. La que sea. Sé hacer muchas cosas —fue su respuesta y yo entrecerré los ojos.

—Bueno, es importante tener un título, ser alguien en la vida —comenté y ella bufó.

—Ya soy alguien y no necesito un jodido título que me lo diga —volvió a beber y dejó escapar un pequeño eructo—. Me marcharé de aquí en el momento que pueda y reharé mi vida en otro sitio, y luego en otro, y en otro..., y así sucesivamente.

—¿Cuál es el problema de permanecer en un solo lugar?

—Aburrimiento. Soy una persona de movimiento, Jessy. No puedo quedarme estática. Necesito sentir nuevos aires de vez en cuando, ver nuevas caras, comer nuevas cosas, visitar nuevos lugares. Han sido tres largos años aquí y necesito irme —me dijo y yo bajé la mirada hasta la barra, que estaba un poco húmeda por el alcohol.

—¿Y me vas a dejar? —le pregunté y ella dio un último trago a su bebida antes de contestar.

—Esperaré que te vayas primero —dijo con un tono tranquilo y yo asentí.

Y otra vez el asunto de mi muerte. Ya estaba un poco harta, aunque yo misma no dejaba de tocar el tema dentro de mi mente.

Me levanté con el estómago revuelto y con la cabeza retumbando. Me estaba doliendo demasiado el cuerpo, pero no quería aceptarlo en voz alta, porque eso significaba que Caroline y Jamie habían tenido razón. Caminé de vuelta a los baños y me encerré en el primer cubículo vacío que encontré. Bajé la tapa del toilet y me senté en el abrazada a mis rodillas. Cerré los ojos y comencé a contar, esperando que las malas sensaciones abandonaran mi cuerpo.

Mi mundo comenzó a dar vueltas y tuve que abrir los ojos para no marearme tanto. Abrí la boca y tomé grandes bocanadas de aire, pero estas solo lograron hacer que comenzara a asfixiarme. Me levanté de golpe e intenté abrir la puerta, pero las manos me temblaban y la vista comenzaba a fallarme. Comencé a tocar la puerta pero, al parecer, no había nadie en el baño.

Estaba sola y me estaba asfixiando.

Mi pecho subía y bajaba con una rápidez casi inhumana, me dolía a millones y en ese momento sentí que moriría. Dios, me iba a morir, en el maldito baño de una discoteca, iba a morirme.

Estuve a punto de caerme, pero me agarré del toilet y me dije a mí misma que debía calmarme. Tenía que hacerlo, sino, era probable que me sucediera una desgracia que no podría ser remediada.

Me pasé una mano por el rostro, aceptando la sentencia que se me había sido impuesta y sentí un líquido bajar por mi nariz. Cuando intenté focalizar lo que era, noté algo rojo entre mi palma. Comencé a llorar con las pocas fuerzas que me quedaban. Todo mi cuerpo estaba temblando y yo no quería morirme, no quería. No al menos en ese momento, no de esa manera.

Las gotas salobres seguían saliendo de mis ojos al igual que la sangre de mi nariz. Intenté levantarme otra vez, pero las rodillas me cosquilleaban, al igual que los codos y cada centímetro de piel. Me dejé caer y me golpee la cabeza con el toilet.

Sentía que me había partido el cráneo, pero aún seguía consciente, aún veía la luz del baño, podía sentir el suelo bajo mi cuerpo. Podía imaginar el rostro de Jamie cuando le dijeran que me habían encontrado muerta en el baño de una discoteca. Me podía imaginar a Caroline comprando un vuelo para cualquier lugar del mundo.

Intenté levantarme una última vez, entonces dejé de sentir las piernas. Mis ojos pesaban y mi nariz seguía san...

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora