Querida Jessy | Capítulo 57: Suspirar

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•Mégane•

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•Mégane•

Estaba saliendo del baño cuando escuché que tocaban la puerta de mi cuarto, mi nuevo cuarto. Nos habíamos mudado el día anterior, pero aún no había terminado de arreglar mis cosas, todo estaba o empacado o tirado en el suelo. Yo me arreglé mejor la toalla y fui a abrir la bendita puerta que no dejaba de ser tocada.

—¿Qué sucede? —pregunté viendo a mi papá parado frente a mí con un rostro que no dejaba denotar nada—. ¿Te sientes bien, papá?

Y entonces, dijo algo que casi hizo que cayera sin contemplaciones al suelo, si no hubiera sido porque papá me sostuvo antes de que sucediera. Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza y casi hicieron que entrara en una agonía desesperante—: Jessy ha muerto.

Mis padres no me dejaron sola luego de eso, pues tenían miedo que cualquier cosa que yo pudiera hacer, mamá se quedó en el cuarto mientras me vestía con un pantalón pijama y un abrigo. El día estaba frío y pensaba que en cualquier momento se pondría a llover.

Papá entró luego de que mamá le dijo que podía y la encontró peinando mi pelo. Se sentó en la orilla de la cama, comenzando a explicarme lo que había sucedido. Yo casi no presté atención, pues en realidad no quería saber como había muerto. Sólo escuché la palabra suicidio y algo como que Jamie había hecho lo mismo. No podía creerme nada de lo que me estaba diciendo, me negaba a creer que Jessy fuese capaz de hacer algo así. Era imposible. No, mi Jessy nunca lo haría.

Me recosté en el regazo de mamá y cerré los ojos al mismo tiempo que mi hermanito daba una patadita. Mamá acarició su vientre con delicadeza y luego hizo lo mismo con mi pelo. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, deseando que cuando despertase todo hubiera sido una broma pesada de papá y que Jessy me llamara para decirme que estaba trabajando en una nueva obra.

Lamentablemente, cuando desperté aquella frase seguía en mi mente y el rostro comprensivo de mi mamá me afirmaba que no había soñado aquello. Todo era verdad.

Yo no podía llorar, las lágrimas no me salían, era como si ya no pudiese sentir nada. Me senté en la cama dejando escapar un bostezo y restregando mis ojos. Miré por la ventana de mi habitación y recordé que debía poner las cortinas. Habían gotas de agua cayendo con suavidad, el cielo estaba oscurecido y sentí como si este pudiera llorar la muerte de mi prima y yo no y eso me molestó.

Me acaricié el corto pelo y me abracé a mí misma, comenzando a sentir frío. Mamá me acarició la mejilla y yo cerré los ojos, ladeando el rostro hacia su mano. Su caricia había alejado la pequeña furia que estaba carcomiéndome.

—Si quieres hablarlo... —comenzó a decir pero yo negué con la cabeza.

—No es necesario —dije antes de levantarme de la cama con pies descalzos y yendo a abrir la ventana de la habitación. El aire frío me acarició con delicadeza y yo me estremecí, respiré profundo y me dije que no era tan malo no estar llorando. Tal vez estaba en un estado de shock que bloqueaba mis lágrimas, pero que no estuviera llorando no significaba que no me doliera.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora