Capítulo 24: Los ólogos

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Mégane

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Mégane

Terminé de lavarme el pelo y salí con una toalla sobre mi cabeza. Encontré a Cath sentada en su cama llorando con una mano en su vientre. Escuché toda la conversación desde el baño y ni siquiera yo me sentiría bien luego de tremenda discusión con alguno de mis cuatro padres. Y como siempre, la perra de Itzitery no hizo nada para impedir que el hijo de puta le dijera todo eso a mi pobre prima.

Me acerqué a ella y la abracé con una sonrisa en mi rostro para que se calmara. Tomé su cara entre mis manos y la mire a los ojos luego de secar sus lágrimas.

—Debo de deshacerme de Misifus —dijo y abrí mis ojos como platos.

—¿Estás loca? —le susurré pues tenía miedo de que alguien nos estuviera escuchando—. No puedes matar a Misifus.

—Claro que puedo, está en mis tripas no en las tuyas.

—Pero, Cath —comencé a decirle acariciándole el pelo. Rápidamente muchos pensamientos moralistas comenzaron a surgir en mi cabeza pero me contuve—. No puedes hacer eso, es tu hijo y de Jasson. ¿Qué dirá él?

—Estará feliz al ver que no nos casaremos.

—¿No lo amas? —le pregunté y ella frunció el ceño.

—Claro que sí. Que pregunta más estúpida, Még.

—No abortarás —le dije y ella me fulminó con la mirada.

—Lo haré y tú vendrás conmigo. Fin de la historia.

Asentí y la abracé. Aunque fuera una asesina de fetos en desarrollo la amaba. Tal vez la convencía de no hacerlo al fin y al cabo. Sólo debía esperar al día siguiente y veríamos lo que sucedía. Si en serio quería abortar que lo hiciera, cuando tuviera pesadillas de que Misifus venía y se la comía que no fuera a llorarme para que duerma con ella.

—Gracias por apoyarme —susurró pero no contesté—. Largo de mi casa.

—¿Qué? —le pregunté extrañada y mirándola.

—Sí, vete a buscar un abortólogo para mañana.

—¿Un abortólogo? —le pregunté extrañada—. ¿Eso existe?

—Claro que sí —dijo—. ¿Quién crees que hace los abortos?

—No sé —dije y pensé—. ¿Un Matafetólogo?

—Lo que sea —dijo haciendo un ademán con la mano—. Vete de aquí.

—Buenas noches igual —dije sarcástica y puse los ojos en blanco.

Caminé hasta la ventana y me colgué de una de las ramas del árbol para bajar. Escuché un ruido abajo que me hizo resbalar y caer. Sentí un ardor en mi espalda, me golpee muy fuerte. Cerré los ojos fuertes y maldije. Puto ruido.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora