Querida Jessy | Capítulo 34: Puesta de sol

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Mis ojos se abrieron con una pesadez que nunca había sentido

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Mis ojos se abrieron con una pesadez que nunca había sentido. Escuché el pitido de alguna máquina a mi lado y dejé escapar un hondo suspiro, con lo que sentí que el pecho se me hundía. Estiré mis brazos sintiendo una intravenosa en mi muñeca izquierda y había algo en mi rostro. Intenté llevar mi mano hasta ahí pero estaba muy pesada, por lo que la volví a bajar y tosí con la garganta pesada. Unos pasos caminaron hasta mí pero el rostro que contemplaba estaba borroso. Ladee la cabeza, aún sobre la almohada y volví a toser.

—¿Mamá? —pregunté identificando sus ojos brillantes. Sentí un peso al lado de la cama y segundos después la mano de mi madre tomó la mía.

—Aquí estoy, tesoro —me dijo y me pregunté qué hacía ella ahí.

Ni siquiera podía recordar con claridad lo que había sucedido antes de llegar hasta aquí. Mi mente parecía un borrón que no quería aclararse por más que yo lo intentara. Cerré mis ojos con fuerza y luego puse una mano sobre ellos. Escuché que mamá decía algo pero no le presté mucha atención. Deseaba recordar lo que me trajo aquí, porque pensar que había sido mi enfermedad...no presagiaba nada bueno.

—Jessy, tesoro —comenzó a decir mamá con un tono lastimero en su voz. Quité la mano de mis ojos y quedé mirando el techo, en donde había una bombilla apagada.

—No, por favor —le pedí con un nudo en la garganta. Sentí que mis ojos se aguaban pero me contuve. Tenía que aceptar la sentencia.

Ya no me importaba cuál había sido la razón de que yo estuviera aquí. Si mamá estaba a mi lado, era porque las cosas se habían complicado; me iba a morir.

—No me digas nada —dije con voz apagada. Por mi mente pasó el rostro de Jamie y me pregunté dónde estaba. Quería tenerlo a mi lado en ese momento. Tenía que contarle, aunque no dudaba que si Cath lo sabía, ya lo sabría hasta la prensa—. Ya lo sé.

—¿Hasta a ti te dijo? Maldito doctor del diablo, va a perder su jodido trabajo... —comenzó a decir y yo la miré con incredulidad y confusión.

—¿De qué doctor hablas? —pregunté y ella me miró—. Apenas estoy despertando. Eres la primera persona con la que hablo.

—Oh... —fue lo único que dijo y me brindó una sonrisa extraña. La había visto muchas veces, más cuando era pequeña. Esa sonrisa que sólo era brindada a mí cuando estábamos solas—. Bueno, pues entonces olvida lo que dije, tesoro —me besó la frente y yo dibujé una pequeña sonrisa en mi rostro.

—Mamá —comencé a decir y ella pasó uno de sus brazos por mis hombros—. ¿Dónde está Jamie y Caroline? —pregunté cuando sus rostros cruzaron mi mente—. ¿Y el trío de pendejos?

—¿Quiénes son esos últimos? —preguntó con diversión y yo negué con la cabeza, divertida—. Jamie y Caroline han ido a sus casas a descansar. No sé quiénes son los otros. No he visto a nadie más por aquí.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora