Querida Jessy | Capítulo Final: Nuevo despertar

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•Mégane•

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•Mégane•

El vacío dentro de mí era tan grande que el oxígeno que respiraba se perdía en mi interior. Me pregunté por un instante si dejaría de doler, si, por al menos unos instantes podría dejar de pensar en eso.

Era imposible.

No había pasado mucho tiempo, apenas unas semanas. Todo iba de mal en peor. Finn me llamaba siempre, tratando de que yo volviera con él porque me amaba, quería que comenzaremos otra vez, como si nada hubiera sucedido. El problema, es que el chico de ojos azules había matado todo lo que sentía por él y ya ni siquiera podía mirarlo a la cara.

Eso no era lo peor.

A parte del acontecimiento destructor que ni siquiera quiero mencionar, pero que es el principal de todos los males, está el hecho de que he reprobado dos materias en la universidad y mis padres están muy molestos conmigo. Pero es que no tengo mente para estudiar en estos momentos. Lo único que quiero es acostarme en posición fetal y llorar, llorar hasta agonizar y deshidratarme.

Entonces me dejé caer en el césped sin importarme que me picaba en la espalda y los brazos. Observé con fijeza las nubes que viajaban en el firmamento y percibí todos los sonidos naturales a mi alrededor. Tuve que cerrar los párpados cuando sentí que las lágrimas comenzaban a subir a mis ojos sin permiso y mi pecho se apretaba de dolor. A Jessy le gustaba acostarse en el césped y mirar las nubes. Le gustaba permanecer con los ojos cerrados y dejarse llevar por su mente.

Ella...

Froté mis ojos con molestia. Ya estaba bien de tanto llorar. Con lágrimas no recuperaría a Jessy. Ni siquiera me sentiría mejor. Sólo agradaría el vacío en mi pecho y añadiría más posibilidades a poder sufrir una agonía. Me dije a mí misma que debía canalizar mis sentimientos y mantenerme neutra. Así tal vez lograría algo, o tal vez no. A sinceridad, muchas cosas comenzaban a dejar de importarme. Había sufrido tantas decepciones, tantos desaires, había caído en depresiones tantas veces que ya había perdido la cuenta. Nada en esta vida duraba, lo único que parecía estar siempre presente era el dolor y ya hasta le estaba tomando cariño.

Una gota, fría y estremecedora, me cayó en una de mis mejillas para ser seguidas por más. Puse mis manos en mi vientre estéril y crucé mi pie derecho sobre el izquierdo. Tenía demasiados días sin disfrutar de la soledad, amiga confiable que me permitía seguir cuerda y no seguir el ejemplo de mi querida Jessy.

Definitivamente odiaba al maldito puente de Brooklyn.

Escuché a Georgina llamarme. No le hice caso, a pesar de que continuó con advertencias de que podría enfermarme o algo por el estilo. Amaba el clima de mi Londres, pues el cielo siempre parecía triste por algún motivo. Tal vez, lloraba constantemente por todos aquellos británicos que perdían la vida. Les brindaba tributo de una manera poética y yo quería ser partícipe del luto que guardaba el firmamento. No entraría a la casa hasta estar empapada de dolor, de sufrimiento ajeno para ver si podía olvidar el mío por un rato.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora