Querida Jessy | Capítulo 15: Siempre

16 5 0
                                    

•Mégane•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•Mégane•

Estuve sola unos minutos, en los cuales Dylan se dispuso a cerrar el local (el cual era el trabajo de un amigo) para luego ir conmigo a una pequeña oficina que había detrás de una puerta cerca del mostrador. Yo estaba sentada en una esquina y desde ahí pude escuchar cada uno de sus movimientos, las puertas cerrarse, las ventanas y sus pasos por el lugar. Cuando pasó la puerta para caminar hasta donde yo estaba, encendió una luz que me cegó por unos momentos. Pude verlo mejor entonces y lo noté con un rostro relajado y amable, aún así, se notaba un poco nervioso.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó con obvia preocupación. Levanté mi mirada para clavar mis ojos en los suyos, lo que me enmudeció por unos instantes.

—Bien no será —le respondí hablando entrecortadamente. Mi respiración era irregular, lo que hacía a mi pecho subir y bajar con rapidez.

Sus manos acariciaron mi pelo suavemente. Un ligero estremecimiento me recorrió completa y di un respingo involuntario cuando rozó sin querer una de mis orejas. Una sonrisa se formó en sus labios pero no hizo comentario alguno de mi reacción infantil.

—Al parecer el destino nos quiere juntos —comentó y yo bufé desviando mis ojos de los suyos. No podía aguantar aquella mirada, no cuando mi memoria recapitulaba todo lo que había vivido con él.

«Todo fue una farsa.»

—Yo no —respondí con un tono de voz brusco y él sonrió.

Su sonrisa era tierna y sincera, aunque yo no sabía lo que significaba. Además, debía preocuparme de como respirar, que era más importante. Pero rápidamente en mis labios se formó una sonrisa.

Él estaba como hace años. Su pelo abundante estaba más sedoso y me daban ganas de tocarlo, para acercarlo a mí y.... Sus labios. Tenía ganas de besar esos labios otra vez, aunque no lo haría. Debía de contener mis hormonas adolescentes. Yo ya tenía diecinueve años, debía comenzar a actuar como tal; una mujer apenas salida de la horrible pero a la vez magnífica etapa de la adolescencia.

—¿Cómo estás? —solté y él dejó escapar una risita, que fue, como música para mis oídos.

—Creo que estás en shock —me respondió acariciando y viendo mis rizos—. Será mejor que te lleve a casa.

—No es necesario —respondí demasiado rápido y una sonrisa se dibujó en su rostro—. Es probable que Cath esté esperándome muerta de borrachera en el cuarto y no estoy de humor para eso.

Una ligera expresión de decepción paseó por su rostro pero se fue demasiado rápido. Yo me mantuve en mi posición, evitando bajo cualquier circunstancia que se notara algún interés de mi parte.

—La loca Cath —comenzó a decir y caminó hasta un escritorio que había. Lo vi tomar una cafetera y luego acercar unas tazas—. Esa hija de Itzitery me hizo pasar muchas cosas, aunque fue buena amiga.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora