Querida Jessy | Capítulo 21: Perra ex-pelirroja

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•Catherine•

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•Catherine•

Cuando entramos al café muchas personas se nos quedaron viendo. Tuve la tentación de gritarles que se metieran en lo que les incumbía o que se tiraran de un puente, pero Jasson, viendo mis intenciones, me fulminó con la mirada y me agarró por la manga de mi abrigo para llevarme a una mesa alejada de los demás.

El lugar estaba, por decirlo de alguna manera, como una perrera. O sea, estaba llena de gente. Pero para mí toda persona que se mete en lo que no le importa es una perra. Y me vale mierda si se dice incumbe o importa, a mí me vale.

—Estúpida humanidad —exclamé con humor de perros. Jasson me observó como si me estuviese volviendo loca y me imaginé qué pasaría si aún recordara lo que pasamos. Entonces me seguiría la corriente, ¿o es que a caso ya ni siquiera es un chico malo?

—No todos son estúpidos, sólo los pendejos que llevan la vida de otros —respondió sentándose frente a mí. Levanté una ceja.

—Entonces, todos lo son —repliqué, obstinada.

—¿Hasta tú? —preguntó descaradamente y yo le saqué la lengua.

—Mejor cállate —rugí y tomé el menú que me pasaba un nervioso camarero—. Tranquilo, viejo, que no te voy a morder.

—Díselo a mi compañero —susurró tal vez con la esperanza de que yo no escuchara, pero le salió el tiro por la culata.

Desvié mi mirada hasta donde estaba la del adolescente puberto y casi me atraganto con mi propia saliva al darme cuenta de quien era. ¡Nada más y nada menos que el tipo de la discoteca! El de aquella vez en el cumpleaños dieciséis de mi prima. Pensé que nunca lo volvería a ver luego de aquel episodio o que no lo reconocería. Pero era imposible no reconocer aquella mirada de Cath Pasquarelli me hizo algo, algo malo.

—Dile que le mando saludos —le pedí con una sonrisa en el rostro y él asintió—. Y claro, dile que quiero que sea él quien me atienda.

—Por supuesto.

En el rostro del chico apareció una extraña mirada malévola que me dio a entender que haría lo que le pedí sólo por diversión.

El muchacho se marchó y yo quedé sola con Jasson; todo lo sola que se puede estar en una cafetería con complejo de jauría.

Mi querido ex marinovio mantuvo su mirada puesta en el menú, como si tuviese miedo de encontrarse con mi mirada o como si estuviera pensando en lo que me diría. Fuera lo que fuera, estaba segura de que no me gustaría.

Haber superado a Jasson había sido demasiado difícil como para que ahora él se volviera a aparecer en mi vida como si nada hubiera sucedido en el pasado. Mi corazón estaba rebosante de alegría, clara muestra de que aún habían sentimientos irracionales, estúpidas mariposas que tendría que exterminar con algún buen insecticida. Pero, mi cerebro estaba como gruñosito por el mero hecho de estar con él en ese momento.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora