Capítulo 12: Catorce años

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Se estiró como si simplemente hubiera estado durmiendo todo este tiempo

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Se estiró como si simplemente hubiera estado durmiendo todo este tiempo. Su memoria estaba intacta pero recordaba bastante bien las cosas como para saber qué fue lo último que hizo. Vio a su padre de arriba a abajo totalmente confundido y se sentó de repente en la cama. Su corazón comenzó a latir a ritmo de carrera y respiraba entrecortadamente.

—¿Qué? —gritó—. ¿Yo no estaba muerto? Mira que hasta estaba en el infierno y me estaba quemando bien feo —dijo rápidamente mirando a los lados—. ¡Maldición! ¿Y mi bebé? ¿Y Lu? Esperen... ¿Está viva, todo fue un sueño? ¡Mierda, ella está muerta! Ella está... ¿Lu?

Quería levantarse, ir hacía ella y besarla y abrazarla. Pero se dio cuenta de que ella estaba inmóvil sobre la cama y que respiraba tan lentamente que si no se hubiera fijado bien pensaría que no respiraba.

—¿Qué está pasando, papá? —preguntó con voz suave por la sorpresa.

—Matteo... —comenzó a decir él—, necesito que te recuestes tranquilo. ¿Sí?

—¿CÓMO QUE TRANQUILO? —gritó de nuevo—. HE ESTADO EN COMA NO SÉ QUE TIEMPO, LA MASOQUISTA DE LU ESTÁ AQUÍ, PERO QUE YO RECUERDE MURIÓ EN EL HOSPITAL EN LA OPERACIÓN.

—¡Matteo, maldición! —le gritó Ruggero y su hijo se quedó calladito—. Déjame explicarte —él asintió y Ruggero se sentó en una silla que había al lado de la cama.

—¿Catorce? —preguntó Matteo atónito y su padre asintió—. Pásame un espejo.

Ruggero no tenía un espejo así que simplemente le pasó el teléfono y éste se vió en él. Debía de tener unos treinta y cinco años pero parecía tan sólo de veinticinco años. Se tocó el rostro sin aún creerse que estaba vivo. Su pelo se notaba más muerto de lo que recordaba pero le gustaba así. Sus ojos se veían muertos pero eso sólo le daba una apariencia un tanto más macabra de la que tenía anteriormente.

—¿Por qué me veo tan joven? —preguntó viéndose aún en el celular—. ¿Lu despertará? —preguntó viéndola fijamente.

Ruggero observó a la muchacha en la cama pero no quería responder. Los médicos le hablaron de su hijo pero en ningún momento hablaron sobre su nuera. ¿Qué pasaría con ella?

—No sé —respondió al fin—. ¿Quieres, no sé, darte un baño? Tienes catorce años que no lo haces.

—Eso no es cierto, de seguro las enfermeras me bañaban.

—Si tú lo dices...

Ruggero salió de la habitación cuando vio que el doctor entró para revisar a su hijo que había “Vuelto de la muerte”. Tomó su teléfono que estaba sonando. Su mujer lo llamaba y él en un momento pensó en no contestarle sólo para molestarla pero cuando simplemente ignoró la llamada su teléfono continuó sonando como loco.

—¿Por qué tardas tanto en contestar? —preguntó rápidamente y algo nerviosa su esposa.

—Lo siento, hablaba con Matteo —mintió con una sonrisa en el rostro.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora