Me acerqué rápidamente a él con el látigo todavía en la mano y me subí encima de la cama para ver su rostro. Lo tenía hundido en el colchón. Puse el látigo a un lado y tomé su rostro entre mis manos. Él no me miró. Tan sólo permaneció sollozando. No tengo idea de porque verlo llorar así me excita tanto. Sus lágrimas me provocan el más grande de los placeres y me hace elevarme a lo más profundo de mis pensamientos más perversos y de lo que sé que soy capaz de hacerle. ¿Él lo soportará? No lo sé ni me importa. Es mi novio y puedo hacer con él lo que yo quiera aunque él tenga 26 casi 27 años y yo tan sólo 16.
Me levanté de la cama y apreté el látigo y volví a azotarlo. Esta vez no comenzó a llorar pero dio un grito. Seguí haciéndolo cada vez con más gusto y placer. Él se retorcía de dolor y eso me alentaba a seguir, a golpearlo más fuerte. Puede aguantar un poco más.
—Ya, Mégane —me dijo con la voz ronca típica de quién acaba de llorar. Lancé el látigo al suelo.
—Levántate y siéntate en la cama pegado a la pared —le dije.
Él dudó un rato en moverse. En esos pocos segundos pude ver su espalda toda roja pero no marcada. ¿Por qué no se marcaron los latigasos? Nada me sale bien.
Luego de que él hiciera lo que le pedí me subí en la cama gateando hacia él. Lo tomé por las esposas y las enganché de un clavo que había puesto ahí para una foto que nunca se colgó.
Nos quedamos mirando a los ojos por un buen rato luego de nuestra primera experiencia sadomasoquista de nuestra relación. Fue tan divertido. Al menos para mí.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas pero no parecía que fuera a llorar más. Tan sólo salían lágrimas de sus ojos. ¿Cuándo piensa dejar de llorar?
—¿Vas a dejar de llorar o qué? —le pregunté ya harta de sus lloriqueos.
—Lloro por gusto —dijo y me le quedé mirando—. Es tan duro amarte pero no puedo dejar de hacerlo.
—La puerta está abierta.
—Esta es mi casa.
—¿Quieres más latigazos?
—No —dijo ya asustado.
—Bien —dije acercándome a sus labios sexymente—. Como te haz portado bien —dije y mordí su labio inferior hasta que sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca—, creo que te mereces una buena, buena mamada.
•Catherine•
Mamá me obligó a esperar a papá junto con Jasson para decirle sobre mi embarazo. ¡Pero ni siquiera él lo sabía! De seguro hasta se desmaya. Jasson era un muchacho que no toleraba las sorpresas y se ponía nervioso por cosas demasiado tontas. Y ni hablar de papá, cuando se enterara de que su hija estaba embarazada... Bueno, no podía reprocharme. Él embarazó a mamá a los 18.
Yo estaba de lo más nerviosa por toda la noticia que le daría a ambos.
—¿Qué diablos te pasa, Cath? —me preguntó Jasson viendo como movía los pies rítmicamente en el suelo.
—Nada —le dije—, sólo estoy embarazada.
En ese mismo instante había entrado papá. ¿Y saben que es lo peor de todo? Que Jasson si se desmayó. Papá sólo lo observó divertido. Se acercó a mí con paso lento y yo me hundí en el sofa asustada. Me miró primero el rostro, luego el vientre y movió la cabeza.
—¿Qué hice para merecer esto? —dijo y miró a mamá—. Ah sí, casarme contigo.
—Oye, yo no tengo la culpa de que haya salido tan imbécil —se defendió mamá.
—¡Aún estoy aquí! —les dije enojada—. No esperaba quedar embarazada.
—Tuviste relaciones sin protección. ¿Qué esperabas? ¿Una lavadora? —me dijo papá.
—No —dije bajando la mirada—. Pero una lavadora me hubiera servido para cambiar la de aquí que suena como ametralladora —dije y mamá y papá se rieron—. ¿A caso dije algo malo? No me juzquen, salí a mamá.
—Ah no —comenzó a decir ella—, no me metas en tus puterias. Yo no lo hice con Jasson —lo miró fijamente por unos segundo y luego le golpeó la cabeza—. ¡Despierta, pendejo!
Jasson abrió los ojos de repente y nos miró a los tres totalmente avergonzado; pobre.
—Dime, Cath, por favor, que todo es un sueño —dijo sobándose la cabeza.
—No es un sueño, Jasson —le dijo papá serio—. Te harás cargo del bebé quieras o no.
—Sí, señor —dijo él.
¿Por qué todos mis novios le tienen miedo a papá?
—Ahora dime, Catherine —me dijo papá ahora mirándome—. ¿Cómo piensas ir a la escuela embarazada?
—Ay, no. No, no. ¡No! No iré a la escuela.
—Claro que irás —me dijo mamá. ¿Por qué no me está apoyando?—. Tú no puedes tomar vacaciones porque luego crees que son eternas. Con todo y muchacho vas a estudiar.
Jessy bajó las escaleras y encendió el televisor. Que oportuna.
Noticiero: Ayer se encontró en el cementerio de la ciudad que habían desenterrado la tumba del joven Matteo Pasquarelli que se suicidó hace 14 años. Se está investigando el caso pero se dice que pudo haber sido un miembro de su familia.
—¡Catherine! —gritaron mis papás al mismo tiempo.
•Mégane•
Ya era Lunes. Todo el fin de semana me la pasé experimentando cosas buenas. Creo que no me hizo bien leer cincuenta sombras de Grey. Creía que Peter era afortunado de que no le quedaran marcas, así yo podía seguir divirtiéndome con él.
Antes de ir a la escuela me pasé por la casa de los abuelos. Necesitaba saber la verdad, el por qué la tumba de mi padre estaba vacía. ¿Sería posible que no hubiera muerto? Sabía que no debía de hacerme ilusiones pero como esta familia estaba acostumbrada a jugar a hacerse los muertos...
La casa de los abuelos era la más antigua y se veía más sofisticada que las otras. Afuera había un bello jardin y una fuente con una sirena en medio. Mientras caminaba pude ver las rosas que apenas habían plantado hace poco, estaban naciendo, pero eran hermosas aún así.
Cuando llegué a la puerta, miré por una de las ventanas y observé a la abuela. Ni siquiera tuve que tocar, ella caminó hasta la puerta y me la abrió.
—Mégane, cariño. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la escuela? —me preguntó la abuela abriendo la puerta.
—Necesito hablar con el abuelo —le dije.
Ella tan solo me miró y suspiró. Obviamente vio las noticias y supo lo que hicimos Catherine y yo. El sábado fue el titular que duró todo el día y la policía fue a casa de Catherine a investigar el tema. Yo me quedé encerrada en casa y Catherine me cubrió. Me sentí un poco mal por dejarla cargar con todo pero ella me pidió que no dijera nada de mis locuras.
—Entra —me pidió la abuela.
Se hizo a un lado y yo pasé. Al principio de la casa había una pintura con los tres hijos de la abuela; los gemelos y papá. Sonreí al verlos y fui a la cocina. Allí me encontré al abuelo.
—Ahora explícame —le dije.
—Cariño... —me dijo—, lo que pasa es que Matteo quería ser cremado cuando muriera y la abuela no quería.
—Ah... —dije—. ¿Entonces sólo lo cremaron pero engañaron a la abuela?
—No lo cremamos. Él está vivo.
—¿Qué? —grité roja de furia.
Pero que insensible.
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Querida Mégane/Querida Jessy
FanfictionHistoria de Mégane Pasquarelli y Jessy Lí. Continuación de la trilogía "Niña Mal". Cuarta y Quinta temporada de Niña Mal. •ADAPTADAS• La famosa familia Pasquarelli ha tenido desde siempre descendientes problemáticos y extraños, pero Mégane quiere s...