Querida Jessy | Capítulo 36: Descanso eterno

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•Jessy•

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•Jessy•

Me separé de Jamie bruscamente cuando escuché un tremendo golpe, como de algo que se rompía y luego gritos de júbilo retumbaron por toda la iglesia. El padre de la iglesia se llevó las manos a la cabeza, sorprendido por ver cómo mi madre había roto una botella de vodka entre uno de los asientos y había salido corriendo con mi papá y mi hermana detrás. Mégane puso los ojos en blanco y se acercó a nosotros con su chico de la mano. Era un muchacho muy apuesto, pero se veía demasiado indiferente y odioso.

—Felicidades —me dijo arropándome en sus brazos. Yo correspondí con una sonrisa en mi rostro y luego ella fue hasta Jamie para hacer lo mismo—. Esto ha sido hermoso. Sus votos son los más hermosos que he escuchado.

—Gracias, sabes que de todos modos lo sé —dijo mi esposo siendo todo sinceridad.

Que lindo se escuchaba, mi esposo.

—Que linda tu modestia, querido cuñado —dijo Mégane y el chico a su lado la tomó de la cintura. No lograba recordar su nombre. Lo había visto antes pero se me hacía imposible recordar de dónde lo conocía—. Oh, claro, se me había olvidado presentarlos. —Mégane sonrió y el chico de ojos azules la miró con ensoñación—. El es Finn, mi novio.

—Oh, tu novio —dije con algo de sorpresa. Pensaba que ella seguía gustando de Dylan, pero era lindo ver que ya había superado lo sucedido—. Se ven muy lindos juntos —y era verdad, el chico se veía muy enamorado de ella y era demasiado tierno verlo contemplarla—. ¿Cómo se conocieron?

Ambos se miraron mientras uno palidecía y el otro se sonrojaba. Yo ladee la cabeza con algo de confusión que desapareció con rapidez. Mejor no meterme en aquello, pues parecía un asunto demasiado delicado para tocar.

—¿Dónde está tu madre, Jes? —preguntó Caroline salvándonos del momento incómodo. Junto a ella estaba el cuarteto de pendejos. Yo no podía acostumbrarme, al menos por ahora, de verla tan cerca de Michael.

—Es obvio que ha ido a perder el sentido, querida enana —le respondió Sheldon con un tono de aburrimiento en su voz—. No es por nada, chicos, pero me gustaría salir de aquí. El ambiente es demasiado meloso para mi, ¿saben?

Y salió de la iglesia esquivando los vidrios rotos de la botella de vodka.

—¡Amo las bodas! —la voz de mamá se escuchaba lejana, pero aún así era nítida—. ¡Vodka, alcohol y comida por doquier!

—¡Sobre todo alcohol! —secundó mi hermana y noté al chico que era su novio. Me pregunté si aún seguían juntos pues él no estaba a su lado y tenía una cara de que estaba oliendo algo en mal estado.

—¡La comida! ¿Dónde está la maldita comida? —exclamó mi madre y no pude evitar que una carcajada saliera de mis labios—. Oh, cierto, no hay banquete. ¡Vamos a un restaurante!

—¡Y lo encenderemos!

—¡Y nos iremos sin pagar!

—Y yo a ustedes dos las llevaré a casa —dijo papá y todos salimos de la iglesia para saber en dónde estaban en realidad. Madre e hija estaban sentada una al lado de la otra, Cath apoyada en el hombro de mamá. Bebían de una botella que tenían en sus manos, que se pasaban de vez en cuando.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora