Querida Jessy | Capítulo 39: Maldito infiel

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•Catherine•

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•Catherine•

La sangre comenzó a hervir en mis venas mientras me levantaba en dirección a la pareja sorprendida. Tomé al chico por su pelo negro con mis uñas y comencé a estampar su rostro contra la barra con todas mis fuerzas hasta que alguien me tomó de la cintura y me alejó de él. Yo comencé a patalear como loca y llegué a darle al tipo otra vez. Arañé los brazos que me sostenían y volví a la carga, esta vez hacia el rostro masculino de Finn.

Otra vez volvieron a sostenerme, pero al mismo tiempo me susurraban al oído. Era Edward, quien me pedía que no armara escándalo en la discoteca. Por suerte, sólo algunas personas que estaban cerca de nosotros contemplaban la escena. Traté de calmarme y observé el rostro del de seguro ex de mi prima. Tenía el labio partido y sangre brotaba de su nariz, junto con unos cuantos aruñazos en el rostro. Sonreí con malicia y escupí en su dirección.

—¡Maldito bastardo de las entrañas del infierno! —le grité y él se limpió la saliva del rostro—. Espero que te violen cien elefantes y luego un perro del infierno te arranque las supuestas bolas que tienes. ¡Puto!

—Cath, tranquilízate, joder —me pidió mi novio y yo me revolví en sus brazos para que me soltara, cosa que obviamente no hizo—. Estás actuando como una paranoíca.

—¿Cómo qué? —exclamé y voltee hacia su rostro, que se notaba bastante divertido—. ¡Ese bastardo besó a la sifílica de Addy!

—Él no ha besado a nadie —me dijo y me acarició el rostro con ternura—. ¿Has tomado algo raro? Addy ha estado delante de ti todo este tiempo.

Me congelé por un instante. No podía creerme lo que estaba diciéndome. Miré hasta detrás de la barra y noté a Addy frente a la silla en la que yo estaba sentada, con los ojos como platos. Sentí que la sangre subía a mi rostro al recordar al pobre de Finn, que tanto decía querer a mi prima. Mi novio me soltó con lentitud y yo voltee hasta el chico de ojos azules.

—Finn... —comencé a decir pero él levantó la mano, en señal de que guardara silencio—. No me voy a callar, coño, me estoy disculpando contigo.

—No quiero tus disculpas vacías —me dijo con la respiración entrecortada. Ahora tenía un pañuelo en su labio partido, donde obviamente le había dado la botella y se negaba a mirarme—. Eres demasiado impulsiva.

—Eso lo sé de sobra —respondí y me crucé de brazos—. Bueno, cumplí con disculparme, creo que ya he terminado contigo. Pero, que eso te sirva de advertencia por si algún día piensas serle infiel a mi prima.

Él me lanzó una mirada llena de odio antes de levantarse y perderse entre las personas. Solté un hondo suspiro y luego comencé a reírme como una loca. Tal vez el vodka tenía algo raro, de seguro le echan algo de más aquí. Pero eso fue tan divertido, aunque de seguro que para el pobre Finn no lo fue.

—¿Te estás riendo de lo que le hiciste a mi mejor amigo? —me reprochó Edward y yo me encogí de hombros—. En serio eres maniática, mi amor.

—Pero así me quieres —le dije con una sonrisa pícara e intenté besarlo, pero no me dejó—. ¿Qué sucede?

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora