Querida Jessy | Capítulo 45: Aclaremos las cosas

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•Mégane•

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•Mégane•

—¡Andrew Lí Pasquarelli! —le grité a mi sobrino persiguiéndolo por la habitación. El pequeño me sacó la lengua y me quité los rizos de la cara con frustración—. ¡Ven aquí, niño de Dios!

El niño tan sólo me sacó la lengua y siguió corriendo en ropa interior por la habitación. Tropecé con uno de sus carritos en el camino y aterricé en mi barbilla, la cual comenzó a palpitar. Gemí por el dolor y sentí sangre dentro de mi boca. Me senté sintiendo que ardía lava dentro de mí y lancé el maldito carrito lejos de mi vista.

—¡Andrew, te voy a dar unas buenas nalgadas cuando te atrape! —le grité y él me miró con ojos como platos.

—¡Pues no me vas a atrapar! —exclamó y salió por la puerta de la habitación.

—Joder... —solté y metí las manos en mi cabello para sacar de allí el avioncito que mi sobrino me había tirado al momento en el que comencé a buscar su ropa entre sus maletas.

Se suponía que hoy se marcharía con su padre hasta Estados Unidos, pero no me dejaba vestirlo. Estaba demasiado insoportable desde la mañana, porque no quería dejar de vivir aquí. Además de que debía dejar todos su juguetes y se los enviarían después. Si ese pequeño aún seguía con vida, era porque yo me contenía. Me había lanzado su desayuno a la cara, tirado jabón en los ojos, el maldito avioncito y unos cuantos carros, uno de ellos sirvió para que casi me rompiera la barbilla.

Me levanté del suelo con cautela y me miré en el espejo de la habitación, el cual estaba algo roto pues varios carritos habían aterrizado en él. Me hice un moño con algo de dificultad pues tenía los rizos enredados, y salí de la habitación en búsqueda del futuro de esta pobre familia. Me frotaba la barbilla en el camino, porque sentía que se me había roto o algo por el estilo. Comencé a gritar el nombre del niño pero no lo veía por ninguna parte.

El moño se me soltó y pensé agarrar unas tijeras y acabar con el martirio, porque hacía un calor de los siete infiernos dentro de la casa, o tal vez sólo era yo y la corrida que había dado por un niño que yo no había parido. Definitivamente no iba a extrañar este tipo de cosas, descansaría por mucho tiempo cuando el niño se marchara, aunque sí lo echaría de menos.

Comencé a caminar pegada a una de las paredes, abriendo algunas puertas de vez en cuando y diciendo el nombre de mi sobrino. El eco de mi voz en la casa que parecía vacía ya me estaba frustrando. Lí y Itzitery estaban en el trabajo, lo que era raro pues casi siempre hacían todo desde aquí y me habían dejado sola con Jasson, el cual había desaparecido hace rato. Definitivamente lo mataría cuando lo encontrara, ese hijo de su madre tenía que estar en mi puesto, buscando a su niño con los nervios en ebullición.

Me dejé caer al suelo imaginando que le daba unas buenas nalgadas al niño y una bofetada al padre. Cerré mis ojos con fuerza y sentí el sudor bajar por cada centímetro de mi piel; era asqueroso. Me quité la pequeña chaqueta que tenía puesta y los zapatos junto con las medias negras. Volví a amarrar mi pelo rebelde y me quité los pendientes que tenía puestos. Estiré los brazos por encima de la cabeza.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora