•Mégane•
Me sorprendí un poco al ver la noticia, pero antes de que pudiera pensar algo al respecto la mujer detrás del mostrador me llamó y me dijo que ya era mi turno. Yo me levanté con una sonrisa en mi rostro mientras acariciaba mi pelo en modo de despedida. Me encontré con una mujercita algo robusta de pelo cobrizo que me sonrió con amabilidad. Hice lo mismo y me senté en la silla que me mostraba, que estaba bastante cómoda.
Me miré en el espejo y contemplé mis ojos grises y brillantes, los cuales no podía reconocer como los míos. Eran demasiado, siniestros. Pestañee varias veces antes de volver a verme pero la expresión no desaparecía.
Tomé una respiración profunda antes de tranquilizarme y tomé un mechón de mi pelo, enredándolo entre mis dedos para después soltarlo. La mujer acarició mis rizos con admiración y bajé la mirada algo cansada. Si la mujer esa se atrevía a decirme lo mismo que la otra en el mostrador, perdería la cabeza.
—¿Qué quieres, cariño? —preguntó con algo de cautela, tal vez mis ojos reflejaban mis intenciones.
—Cortarlo —dije y ella se quedó en silencio por un momento, pero luego asintió y buscó lo que necesitaba.
—¿Algún corte en específico? —preguntó la mujer y yo pensé por unos instantes.
—El corte de Dakota Blue Richards en la sexta temporada se Skins me parece lindo —solté y ella asintió.
—¿Te gustaría que te lavase el cabello antes?
—Seguro.
—Pues ven.
Me lavó el pelo de una manera demasiado violenta, como si yo hubiera tenido un siglo que no me lo lavaba. Tuve que pedirle amablemente que dejara de intentar arrancarme el cuero cabelludo con sus filosas uñas, ella se disculpó y gracias al cielo siguió con tranquilidad. Yo permanecí con la mirada en mis ojos, pues me recordaban bastante de qué familia era. Tal vez a muchas personas les encantaría estar en mi lugar, pero no todo es un cuento de hadas. Sí, los amo bastante y son importantes para mí..., o bueno, tal vez no los ame a todos y con razón. No he hablado con todos mis familiares y con algunos al menos he cruzado palabras. Y bueno, los pocos con los que he hablado de manera más constante quieren tal vez matarte. Perdón, quiere.
Cuando la mujer iba a acercar aquellas tijeras a mi cabello, cerré los ojos con fuerza para no arrepentirme o algo. Esperé con paciencia, escuchando como se abrían y cerraban sobre mi cabello y poco a poco comencé a sentir la cabeza menos pesada. Me mordí el labio inferior al imaginar como quedaría. No quería abrir los ojos, no lo haría hasta que ella terminara.
—Muy bonito —dijo la mujer pero yo no abrí los ojos. Ella acarició el poco cabello que me quedaba—. ¿Te gustaría que te hiciera algún peinado, que lo secara y lo arreglara?
—Claro —dije con una sonrisa y ella se puso manos a la obra.
Estuve más o menos media hora sentada y ya sentía el trasero dormido y cuando ella me dijo que por favor abriera los ojos, me llevé una gran sorpresa.
La que estaba detrás del espejo, aquella, no parecía Mégane Pasquarelli. Mi pelo castaño estaba un poquito más claro, por lo que me pregunté que me había hecho. Tenía justo el corte que había pedido y me quedaba como si siempre lo hubiese tenido; era perfecto. Tuve deseos de tocar mi reflejo, pero me contuve y sonreí a mí misma.
—Me encanta —dije y la mujer me brindó una sonrisa.
—Has quedado perfecta.
Luego de eso pagué por el servicio y salí del salón de belleza con una tarjeta para llamar si quería que me atendieran a domicilio. Cuando estuve fuera, sintiendo el calor de sol sobre mis hombros pues ya no tenía pelo que lo cubriera, noté a Finn aún esperándome, o eso creía, sobre su motocicleta mientras su mirada se perdía en la calle.
Me acerqué a él con los brazos cruzados y con los ojos entrecerrados a causa del sol. Él sintió mi presencia, lo supe por la manera en la que se tensó y encendió su motocicleta.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con algo de desagrado. No quería tenerlo cerca, no más. Ya no tenía que seguir fingiendo que no me importaba que me hubiera sido infiel. Ahora podía enviarlo a la reverenda mierda si se me acercaba.
—La calle es libre —fue su sencilla respuesta—. Pero debo llevarte a casa. No dejaré que te vayas a pie y descalza.
Bien, al menos era caballeroso, pero eso no significaba que cambiaría mi opinión, si eso era lo que él creía. Yo había aprendido que no importaba si amabas a una persona, el amor nunca sería suficiente. Siempre hay cosas que deben complementar una relación, porque de amor no se vive.
Me subí a la moto con él y arrancó, con el viento chocando en nuestros rostros, pero ya no habían rizos que me molestaran. Sí, tal vez extrañaría mi pelo, pero me hacía más mal que bien. Y me sentía bastante cómoda con este cambio.
Me abracé a él por el mero hecho de que quería hacerlo y casi pude ver en mi mente la sonrisa que se había formado en su rostro. Apoyé mi mejilla en su espalda y dejé mi mente en blanco hasta que llegamos a casa.
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Querida Mégane/Querida Jessy
FanfictionHistoria de Mégane Pasquarelli y Jessy Lí. Continuación de la trilogía "Niña Mal". Cuarta y Quinta temporada de Niña Mal. •ADAPTADAS• La famosa familia Pasquarelli ha tenido desde siempre descendientes problemáticos y extraños, pero Mégane quiere s...