Capítulo 14

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Jasmin se encontraba caminando junto a Ashley, Nagisa y Ray, el sonido de las hojas crujientes bajo sus pies acompañaba el silencio entre las chicas. Las sombras de los árboles se alargaban a medida que el sol descendía en el horizonte, cubriendo el bosque con un velo de penumbra. Jasmin seguía dudando si debía contarles a sus amigas lo que había visto en el laboratorio de su padre. Cada vez que las miraba, sentía un nudo en el estómago, pero al mismo tiempo sabía que no podía seguir callando.

—Me pregunto cómo está Aria —murmuró Ashley, rompiendo el silencio y mirando hacia la distancia—. Esa cachorrita me recuerda a... bueno, a un perro que tenía cuando era pequeña.

Nagisa sonrió levemente, intentando aliviar la tensión. —Ella estará bien. Además, mis hermanas la adoran.

La conversación se fue apagando nuevamente, y Jasmin sintió que la presión en su pecho aumentaba. De repente, Nagisa se detuvo y miró a su alrededor. —¿Les molesta si hablo un poco? —preguntó, su voz suave pero cargada de un peso que no podían ignorar.

Las demás se detuvieron y la miraron con curiosidad. Nagisa no solía ser de las que compartían detalles personales, pero algo en su tono indicaba que esto era importante.

—Supongo que siempre he querido hablar de esto con alguien —continuó, su ojo restante mirando fijamente el suelo, junto a su protesis—. Perdí mi ojo hace unos años, durante un accidente. Estaban involucradas las gemas Rubí. Fue... aterrador. No estaba preparada para lo que sucedió, y, francamente, no creo que alguien lo esté jamás.

Ashley y Ray la miraron en silencio, absorbiendo sus palabras. Nagisa respiró hondo antes de continuar. —Lo más difícil no fue perder el ojo. Fue perder a mis padres poco después. Murieron por sobredosis. Nunca entendí por qué lo hicieron, sobre todo después de que nació Sarah. Pero supongo que las cosas nunca fueron fáciles para ellos. Eso me dejó a cargo de Karla, Mary y Sarah... y bueno, he hecho lo mejor que he podido.

Ray asintió lentamente, comprendiendo el dolor de Nagisa de una manera que solo alguien con una historia similar podría hacerlo. —Yo también crecí sin mis padres —dijo, con la voz un poco entrecortada—. Me abandonaron cuando tenía seis años, y desde entonces viví en un internado. No es lo mismo que lo que tú has vivido, pero... sé lo que es sentir que estás sola en el mundo.

El silencio volvió a caer sobre el grupo, pero esta vez no era incómodo. Era un silencio cargado de entendimiento y empatía, como si sus historias hubieran tejido un lazo invisible entre ellas.

Mientras caminaban más adentro en el bosque, la atmósfera empezó a cambiar. Los árboles, antes acogedores, ahora parecían proyectar sombras inquietantes. Jasmin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. De repente, Aria, la cachorrita que había insistido en acompañarlas, empezó a ladrar con fuerza. El sonido era agudo y desesperado, haciendo que todas se pusieran en alerta.

—¿Qué sucede, Aria? —preguntó Ashley, su voz tensa mientras miraba a su alrededor, intentando identificar la fuente de la inquietud del perro.

Los ladridos de Aria se intensificaron, y justo cuando Nagisa iba a tranquilizarla, un ruido extraño emergió de entre los árboles. Era un sonido seco, como el crujido de ramas, pero más fuerte, más cercano.

Las chicas se miraron entre sí, la preocupación reflejada en sus rostros. —¿Escucharon eso? —preguntó Ray, su voz apenas un susurro.

Ashley asintió, sus ojos recorriendo el área circundante. —Sí, lo escuché. No estamos solas.

Antes de que pudieran decir algo más, sombras comenzaron a moverse entre los árboles, corriendo a su alrededor con una velocidad inhumana. Eran figuras oscuras, apenas visibles en la creciente oscuridad, pero lo suficientemente claras como para que todas supieran que algo las estaba acechando.

—¡Corran! —gritó Nagisa, su instinto de proteger a sus amigas activándose al instante.

Las chicas empezaron a correr, con Aria ladrando furiosamente mientras seguía a su lado. Las sombras continuaban moviéndose, manteniendo el ritmo, y a medida que el pánico crecía, Jasmin sintió que algo dentro de ella se rompía. No podía seguir ocultando lo que sabía, pero ahora no era el momento. Necesitaban sobrevivir.

El bosque se cerraba a su alrededor, las sombras jugando con su visión mientras intentaban encontrar un lugar seguro. Pero las sombras no parecían tener intención de dejarlas ir tan fácilmente.

Finalmente, las chicas lograron llegar a un claro en el bosque. Se detuvieron, jadeando y tratando de recuperar el aliento, mientras las sombras parecían detenerse al borde del claro, observándolas desde la oscuridad.

—¿Qué... qué eran esas cosas? —preguntó Ray, su voz temblando ligeramente.

Nadie tenía una respuesta, pero todas sabían que algo más grande estaba en juego, algo que iba más allá de lo que habían imaginado.

El claro en el que se encontraban les dio un breve respiro, pero el peligro aún acechaba en las sombras. Y mientras se agrupaban, con la luna apenas asomando entre las nubes, todas sabían que la verdad tendría que salir a la luz tarde o temprano.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora