Han pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...
El sonido de las pisadas se acercaba cada vez más, cada golpe resonando con una fuerza pesada y ominosa. El grupo se preparó para lo peor, con las chicas retrocediendo instintivamente hacia la protección de las gemas, que ya estaban en posición de defensa.
De repente, una figura emergió entre las sombras de los árboles. Alta, imponente y con una sonrisa cruel, Topacio copia apareció frente a ellas. Su aspecto era intimidante, con su piel amarilla brillante y su porte que transmitía poder. Su sonrisa maliciosa, mientras las observaba, parecía ser un presagio de lo que estaba por venir.
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—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo Topacio copia con una voz cargada de burla—. Mis queridas compañeras no lograron deshacerse de ustedes, pero eso está bien. Yo, Topacio, me aseguraré de que esto termine hoy.
El grupo se tensó aún más al escuchar esas palabras. Jasmin notó de inmediato que Topacio copia llevaba algo que brillaba débilmente en su mano: los fragmentos de las Diamantes que estaban buscando. El último par que necesitaban.
Topacio copia chasqueó los dedos, y de inmediato, más gemas Topacio emergieron de entre los árboles, rodeando al grupo. Sus expresiones eran frías y decididas, todas listas para cumplir la orden de su líder.
Nagisa, que estaba al frente junto a las gemas, instintivamente llevó a Sarah detrás de ella. Sarah, asustada, se aferraba con fuerza a su hermana mayor, sus ojos abiertos de par en par por el miedo. Mary, con el brazo robótico temblando levemente, se escondió rápidamente detrás de Bismuto, buscando refugio.
Pero Bismuto, que solía ser una de las gemas más poderosas y confiadas, estaba completamente paralizada. Su miedo era palpable, sus ojos mostraban el terror que había acumulado durante todos estos años. No podía moverse, ni siquiera para proteger a las chicas que tanto le importaban. Mary la miró, sorprendida por su reacción, pero al ver que Bismuto temblaba tanto como ella, decidió no decir nada.
Jasmin observaba con detenimiento a Topacio copia, sus ojos fijos en los fragmentos. Sabía que los necesitaban desesperadamente, pero el poder de Topacio copia era incuestionable, y con las otras gemas copia a su lado, la situación parecía casi imposible de resolver.
—¿De verdad pensaban que podían sobrevivir a esto? —continuó Topacio copia, riéndose con desdén—. Han tenido suerte hasta ahora, pero se acabó. Ustedes no son más que simples mortales y gemas débiles. Ninguna de ustedes podrá detenerme. Mis compañeras fallaron, ¡pero yo no cometeré los mismos errores! —gritó, su voz resonando en el aire con una fuerza imponente.
El grupo, menos Perla, se puso inmediatamente en guardia. Las gemas adoptaron posturas defensivas, mientras las chicas retrocedían aún más hacia el centro, rodeadas por la protección de sus compañeras. Jasmin podía sentir el peso de la situación. Las pesadillas de la noche anterior ya habían dejado al grupo debilitado, y ahora enfrentaban una amenaza real que no podían evitar.
Nagisa, aún con Sarah aferrada a su espalda, miraba a Topacio copia con una mezcla de determinación y temor. Sabía que esta batalla no sería fácil, pero no había espacio para el miedo en ese momento. Sarah, demasiado pequeña para comprender completamente lo que estaba sucediendo, se apretaba contra su hermana mayor, incapaz de apartar la vista de las gemas enemigas.
Mary, escondida junto a Bismuto, miraba a su alrededor, buscando una oportunidad, alguna señal de esperanza. Pero la expresión en el rostro de Bismuto solo aumentaba su propia inquietud. La gran gema parecía tan aterrorizada como cualquier humano. El miedo en sus ojos era suficiente para que Mary sintiera que algo andaba mal. Bismuto no podía enfrentarse a esto. No ahora.
Topacio copia sonrió aún más ampliamente al ver la debilidad en el grupo. Dio un paso adelante, levantando una mano para señalar a sus copias.
—Este es el fin, ¿lo saben? —dijo con voz triunfante, mientras las demás gemas Topacio se acercaban más, formando un círculo cerrado alrededor del grupo—. Ninguna de ustedes va a salir de aquí con vida.
Jasmin notaba la tensión en el aire, y su mirada seguía fija en los fragmentos en manos de Topacio copia. Sabía que si podían arrebatarle esos fragmentos, habría esperanza. Pero ¿cómo hacerlo con tantas gemas rodeándolas?
Las gemas copia se preparaban para atacar, adoptando posturas agresivas, sus ojos llenos de intención asesina. Parecía que todo estaba perdido, pero justo cuando Topacio copia levantó una mano para dar la señal de ataque, algo sucedió.
Un sonido en la distancia, apenas perceptible al principio, pero cada vez más fuerte, hizo que las gemas copia se detuvieran en seco. Las pisadas, que al principio parecían simples ecos, comenzaron a resonar más claramente. Un sonido pesado y constante que venía desde el bosque, más allá de donde ellas estaban.
Ray, quien hasta ese momento había estado en silencio, de repente sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Ese sonido... Lo reconocía. Se giró ligeramente, sus ojos buscando la fuente del ruido, mientras algo profundo dentro de ella despertaba un sentimiento de incomodidad.
Topacio copia, al igual que las demás gemas copia, también había percibido el sonido, y por primera vez desde que apareció, su rostro mostraba una ligera expresión de duda. No estaba claro qué estaba ocurriendo, pero algo, o alguien, se acercaba, y no era parte de su plan.
Las chicas y las gemas miraron alrededor con confusión, incapaces de comprender lo que estaba sucediendo. Sin embargo, una cosa era clara: el ataque de las gemas copia había sido momentáneamente interrumpido, y esa pequeña pausa podría ser todo lo que necesitaban para ganar un poco de tiempo.
Ray, que seguía inmóvil, intentaba recordar por qué ese sonido le resultaba tan familiar. Había algo en él, algo enterrado en lo más profundo de su memoria. Pero antes de que pudiera darle sentido, las gemas copia volvieron su atención hacia el bosque, igual de desconcertadas por la repentina interrupción.
