Capítulo 23

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Jasmin caminaba por el bosque con pasos ligeros y seguros, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. El crepúsculo se deslizaba entre las ramas de los árboles, proyectando sombras alargadas sobre el suelo, creando un ambiente a la vez sereno y misterioso. Sabía que encontrar a Perla no sería fácil, pero no podía sacudirse la sensación de que la gema necesitaba ayuda, y algo la impulsaba a no abandonar la búsqueda.

El bosque se extendía frente a ella como un laberinto de hojas y ramas, pero Jasmin sentía que estaba siendo guiada por una fuerza invisible. Caminó durante un buen rato, atenta a cualquier señal, cualquier rastro que pudiera indicar la presencia de Perla. Su mente se mantenía enfocada en su misión, pero no podía evitar que pensamientos inquietantes se deslizaran por su mente: ¿Cómo había sobrevivido Perla todo este tiempo? ¿Qué significaba la conexión que sentía con las gemas y sus voces? Y, lo más importante, ¿podría realmente ayudar a Perla a sanar?

Después de lo que pareció una eternidad, Jasmin divisó una pequeña cueva, casi oculta entre la maleza. El lugar parecía abandonado, pero algo en su interior le decía que había encontrado lo que buscaba. Con cautela, se acercó, apartando las ramas que bloqueaban la entrada. Respiró hondo antes de dar un paso hacia adentro, sus ojos adaptándose lentamente a la penumbra.

Allí, en un rincón oscuro, estaba Perla.

La gema se encontraba en una postura defensiva, sus ojos fríos y calculadores. Estaba claramente agotada, con signos visibles de las heridas que había sufrido. La luz del atardecer que se colaba por la entrada de la cueva iluminaba su figura de manera inquietante, destacando las cicatrices que marcaban su piel. Perla, que normalmente se mostraba orgullosa y altiva, parecía ahora más como un animal acorralado, desconfiada y herida.

Jasmin se quedó en silencio por un momento, observando a Perla con cuidado. Quería acercarse, pero sabía que cualquier movimiento brusco podría asustarla aún más. —Perla,— dijo finalmente, su voz suave y calmada, —soy yo, Jasmin, la niña que salvaste de esas Jaspes.—

Perla la miró con desconfianza, sus ojos se estrecharon mientras intentaba evaluar las intenciones de la joven. Aunque Jasmin no podía oír sus pensamientos de la manera en que lo había hecho con las Jaspes, pudo sentir la tensión en el aire, la desesperación y el miedo que emanaban de la gema.

—No te acerques,— murmuró Perla, con una voz débil pero firme. Aunque no era un lenguaje que Jasmin pudiera escuchar con claridad, algo dentro de ella comprendió la esencia de las palabras.

Jasmin dio un paso hacia atrás, levantando las manos en señal de rendición. —No quiero hacerte daño,— dijo con sinceridad, sus ojos buscando los de Perla. —Solo quiero hablar contigo. Quiero ayudarte.—

Perla sacudió la cabeza, su cabello desaliñado cayendo sobre su rostro. —No necesito tu ayuda,— susurró, aunque su postura traicionaba sus palabras. Estaba claramente herida, tanto física como emocionalmente, y el miedo la dominaba.

Jasmin se arrodilló, colocando sus manos suavemente sobre el suelo, mostrando que no representaba una amenaza. —Sé que tienes razones para no confiar en mí,— continuó, su voz manteniéndose serena. —Pero no me iré hasta que sepas que no estás sola. No puedo imaginar lo que has pasado, pero quiero estar aquí para ti, si me dejas.—

Perla permaneció en silencio por un momento, su mirada fija en Jasmin. Parecía estar librando una batalla interna, debatiéndose entre el instinto de protegerse y el deseo de encontrar un aliado. Finalmente, sus labios se separaron para hablar, pero sus palabras eran más un susurro, casi inaudibles. —Vete,— murmuró, con una mezcla de cansancio y desesperación. —No puedes hacer nada por mí.—

El corazón de Jasmin se apretó al escuchar la tristeza en la voz de Perla, pero no estaba dispuesta a rendirse. —No te abandonaré,— dijo con firmeza. —Regresaré aquí cada día, y cuando estés lista, estaré aquí para escucharte.—

Perla no respondió. Solo apartó la mirada, enfocándose en algún punto en la oscuridad de la cueva, como si quisiera perderse en ella. Jasmin se quedó allí un rato más, esperando algún tipo de señal de que sus palabras habían llegado a Perla, pero la gema permaneció inmóvil, ensimismada en su propio dolor.

Finalmente, comprendiendo que no conseguiría más respuestas en ese momento, Jasmin se levantó lentamente. —Volveré mañana — prometió, su voz llena de una determinación tranquila. —Y el día siguiente también, hasta que confíes en mí.—

Sin esperar una respuesta, Jasmin salió de la cueva, dejando atrás la oscura figura de Perla. Afuera, la noche había comenzado a caer, el cielo pintado de tonos naranjas y púrpuras. Mientras se alejaba del bosque, no podía dejar de pensar en la mirada vacía de Perla, en su postura derrotada. La conexión que había sentido con la gema era más fuerte de lo que podía explicar, y no tenía intención de ignorarla.

Cada paso que daba de regreso a casa era pesado, pero Jasmin sentía que había hecho lo correcto. No sabía cómo, pero estaba segura de que había una razón por la que podía escuchar las voces de las gemas. Tal vez era su misión ayudarlas, tal vez estaba destinada a curar las heridas que la guerra y el tiempo habían infligido.

Con la promesa de volver al día siguiente resonando en su mente, Jasmin finalmente dejó el bosque atrás, sabiendo que, aunque su camino sería difícil, no lo recorrería sola. Las respuestas estaban allí, esperándola en las sombras. Y Jasmin estaba decidida a encontrarlas.

El eco de su promesa flotaba en el aire mientras Jasmin se alejaba, dejando atrás el misterio de Perla y el bosque, con la certeza de que el destino le tenía reservado un papel crucial en lo que estaba por venir.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora