Peridot se desplazaba lentamente entre los árboles del bosque, disfrutando del silencio y la serenidad que el entorno le ofrecía. Era un lugar tan diferente de lo que recordaba, tan lejos del caos y la guerra que había marcado su existencia. Aquí, bajo la sombra de los árboles, rodeada por la vida del bosque, podía perderse en sus pensamientos, algo que hacía con creciente frecuencia desde que había regresado a la Tierra.
Los recuerdos de su vida pasada volvían en oleadas. Primero, la imagen de Steven se formó en su mente, ese niño humano que había cambiado su vida de maneras que nunca había imaginado. Lo recordaba con claridad, su risa contagiosa, su inquebrantable optimismo, y la manera en que siempre la había visto como más que una simple antagonista o una herramienta. Steven le había mostrado lo que significaba tener una familia, lo que significaba el amor y la amistad. Su pérdida había sido un golpe devastador, uno que aún dolía en lo profundo de su gema.
Luego, su mente divagó hacia sus amigas, aquellas con las que había compartido tantas batallas y momentos de alegría. Lapis Lázuli, con su espíritu indomable y su corazón lleno de cicatrices; Bismuto, fuerte y decidida, siempre dispuesta a luchar por lo que era justo; y Esmeralda, cuya presencia siempre había sido un faro de esperanza y luz para todas ellas. Juntas formaban un cuarteto inquebrantable, un equipo que había enfrentado todo tipo de desafíos y había salido victorioso. Aunque ahora, en su soledad, esos días parecían tan lejanos, tan inalcanzables.
Peridot suspiró internamente, sus pensamientos regresando a la joven humana que había conocido recientemente. Recordaba con nitidez la sorpresa que había sentido al verla, lo hermosa que le había parecido, con su cabello castaño y sus ojos llenos de curiosidad y valentía. Ashley, así se llamaba, ¿verdad? Aunque Peridot no podía hablar, había sentido una conexión con ella, una que no podía explicar del todo. Era una sensación cálida, reconfortante, algo que había creído perdido para siempre tras la caída de las Crystal Gems.
Pero entonces, un sonido perturbador rompió su tranquilidad. Un ruido metálico y pesado, seguido por voces humanas, voces que ella no reconocía. Peridot se tensó, un instinto profundo y ancestral alertándola de peligro. Rápidamente, se escondió detrás de un árbol, observando con cautela en la dirección de donde provenían los sonidos.
El corazón le dio un vuelco cuando vio a los soldados aparecer entre los árboles, su armadura brillando bajo la luz del sol. Eran humanos, pero no como los humanos que ella había conocido antes. Estos estaban armados y tenían una mirada cruel, fría, que le hizo sentir un escalofrío en su núcleo.
Entonces lo vio: el coronel, el hombre que parecía liderarlos. Su presencia era intimidante, una figura autoritaria y temible. El pánico comenzó a instalarse en Peridot. No podía permitir que la capturaran. Sabía demasiado bien lo que los humanos podían hacerle a una gema indefensa, lo que podrían intentar descubrir o usar en su contra.
Peridot se dio la vuelta y comenzó a correr, utilizando su habilidad para levitar y moverse más rápido entre los árboles. Pero el miedo nublaba su juicio, y no notó el grupo de soldados que la había flanqueado hasta que fue demasiado tarde.
De repente, sintió un dolor abrasador recorrer su cuerpo. Unos disparos habían dado en su espalda, y cuando miró hacia abajo, vio con horror que habían usado ácido. El dolor era insoportable, quemando su forma física y debilitando sus poderes. Se tambaleó, tratando de seguir adelante, pero sus movimientos se hicieron torpes y lentos.
Antes de que pudiera reaccionar, las cadenas cayeron sobre ella, enredándose en sus extremidades, atándola con fuerza. Peridot luchó desesperadamente, tironeando, tratando de liberarse, pero cada movimiento solo intensificaba su dolor. Sentía cómo la energía de su gema se drenaba rápidamente, cómo el poder que había utilizado para mantenerse a salvo durante tanto tiempo la abandonaba.
Los soldados la rodearon, arrastrándola brutalmente hacia adelante. Peridot intentó gritar, intentó pedir ayuda, pero sin la capacidad de hablar, solo pudo dejar escapar un sonido agudo y lastimero, un eco de su desesperación. Sus gritos resonaron en el bosque, un lamento que nadie más que los árboles y los soldados escucharon.
El coronel se acercó, su mirada fija en la gema debilitada a sus pies. Peridot levantó la vista, sus ojos verdes llenos de miedo y dolor, pero también de una determinación que no había perdido del todo. Sabía que estaba en peligro, que estos humanos no tenían buenas intenciones. Pero también sabía que tenía que resistir, que debía encontrar una forma de escapar.
Pero en ese momento, con las cadenas apretándose a su alrededor y el ácido devorando su forma, escapar parecía imposible. Los soldados la arrastraron a través del bosque, sus cuerpos moviéndose con una eficiencia implacable. Peridot cerró los ojos, tratando de reunir fuerzas, tratando de no perder la esperanza, pero cada segundo que pasaba, su situación se volvía más sombría.
El dolor era insoportable, y la desesperación comenzaba a instalarse en su mente. Sin embargo, una pequeña parte de ella seguía luchando, seguía buscando una forma de salir de esa pesadilla. Porque aunque todo parecía perdido, aunque los soldados la llevaban encadenada y sin voz, sabía que no podía rendirse. No ahora. No después de todo lo que había pasado.
**Continuará**
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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...