Capítulo 106

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El aire se llenó de una tensión palpable cuando la Esmeralda Madre dio la orden. Las gemas aliadas, hasta entonces con la esperanza de detener la violencia, ahora se enfrentaban a la realidad de que debían luchar contra una de las suyas, una amiga que había compartido con ellas momentos de alegría y dolor. La mirada vacía de Esmeralda, ahora en trance, era una sombra de lo que alguna vez había sido; la calidez y la fuerza que caracterizaban su espíritu habían sido sustituidas por una fría obediencia a la Esmeralda Madre.

La primera en avanzar fue Perla. Su agilidad natural y su experiencia en batalla la hacían la candidata ideal para intentar derribar a Esmeralda sin hacerle daño, pero esta ya no era la misma Esmeralda que alguna vez había conocido. Antes de que Perla pudiera siquiera acercarse, Esmeralda se movió con una velocidad aterradora, interceptando a Perla con un golpe brutal que la lanzó hacia atrás, haciéndola caer pesadamente contra el suelo. Perla apenas tuvo tiempo de recomponerse antes de que Esmeralda estuviera sobre ella de nuevo, golpeando con una fuerza que parecía mucho mayor de lo que su cuerpo esbelto podría sugerir.

Cada golpe resonaba con una fuerza devastadora. Perla, a pesar de su habilidad para esquivar, no lograba escapar de los ataques rápidos y precisos de Esmeralda, que la acorralaba con una intensidad implacable. Cada intento de Perla por tomar ventaja era bloqueado, y aunque luchaba con todo su ser, los movimientos de Esmeralda eran despiadados y precisos, como los de una máquina diseñada para destruir. La Esmeralda Madre observaba con una sonrisa cruel en su rostro, disfrutando del espectáculo.

Bismuto, al ver a su amada ser arrasada, dejó escapar un rugido silencioso de furia y se lanzó hacia Esmeralda, confiando en su fuerza física para detenerla. Pero Esmeralda era más rápida, mucho más rápida de lo que Bismuto había anticipado. Con un giro fluido, Esmeralda esquivó el embate de Bismuto y, usando el impulso de su oponente, la arrojó contra el suelo con una brutalidad que dejó a Bismuto sin aliento.

El suelo tembló bajo el impacto, pero Bismuto no se rindió. A pesar del dolor que sentía, se levantó una y otra vez, lanzando golpes que eran esquivados por Esmeralda con una agilidad desconcertante. Cada ataque de Bismuto, que normalmente habría destrozado a cualquier enemigo, era contrarrestado con facilidad, hasta que finalmente Esmeralda, en un movimiento final, atrapó a Bismuto por el brazo y la lanzó con tal fuerza contra una roca que la gema de Bismuto quedó agrietada, dejándola fuera de combate.

Peridot, que había estado observando con horror cómo sus amigas caían una tras otra, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Con el corazón latiendo a mil por hora, decidió intervenir, utilizando su inteligencia y astucia para intentar desestabilizar a Esmeralda. Sabía que no podía enfrentarse a ella en una lucha directa; en lugar de eso, optó por crear trampas y usar el terreno a su favor.

Sin embargo, Esmeralda, a pesar de estar en trance, no había perdido su destreza. Peridot lanzó una serie de dispositivos improvisados, diseñados para atrapar y desarmar a Esmeralda, pero la velocidad con la que Esmeralda se movía hizo que cada intento de Peridot fallara. En un abrir y cerrar de ojos, Esmeralda se acercó a Peridot y, antes de que esta pudiera reaccionar, la tomó por el cuello, levantándola del suelo con una fuerza aplastante.

Peridot luchó desesperadamente, intentando liberarse, pero Esmeralda la lanzó con una fuerza brutal contra un muro cercano, rompiendo la roca en pedazos y dejándola inconsciente. Ahora, con Perla, Bismuto y Peridot derrotadas, solo quedaba Lapis.

Durante todo este tiempo, Lapis había estado paralizada por el miedo y la confusión. Vio cómo Esmeralda, la misma Esmeralda que una vez había amado, estaba destrozando a sus amigas sin piedad. Quería moverse, quería intervenir, pero el terror la mantenía inmóvil. La Esmeralda Madre observaba a Lapis con una sonrisa satisfecha, disfrutando del espectáculo de cómo Lapis era incapaz de actuar.

-Míralas, Lapis,- dijo la Esmeralda Madre con una voz gélida. -Tus amigas están cayendo una por una, y todo por tu debilidad. Si tan solo tuvieras el coraje de enfrentarte a lo que has evitado por tanto tiempo... pero no puedes, ¿verdad? No puedes enfrentarla.-

Lapis bajó la mirada, sintiendo el peso de la culpa y el miedo aplastándola. Sabía que la Esmeralda Madre tenía razón. Había evitado este momento durante años, había tratado de enterrar sus sentimientos, pero ahora no había escapatoria. No podía evitar el enfrentamiento que tanto temía.

Finalmente, Esmeralda, habiendo derrotado a las demás gemas, se volvió hacia Lapis, sus ojos brillando con una intensidad aterradora. Lapis levantó la mirada, enfrentándose a Esmeralda por primera vez desde que todo comenzó. El aire entre ellas era denso, cargado de emociones no expresadas, de miedos no confrontados.

"Esmeralda, por favor..." pensó Lapis, aunque sabía que sus palabras no podían llegar a ella en ese estado. La Esmeralda Madre observaba con satisfacción, deleitándose en el tormento de Lapis.

Esmeralda se acercó lentamente, su cuerpo aún emanando esa aura de peligro inminente. Lapis no se movió. Sabía que si no hacía algo, caería igual que sus amigas, pero sus piernas se negaban a responder. Cada paso que daba Esmeralda hacia ella era un recordatorio del amor que habían compartido, de las peleas, del dolor, y de todo lo que habían perdido.

Cuando Esmeralda finalmente estuvo a unos pasos de Lapis, se detuvo. Las dos gemas se miraron a los ojos, pero en los de Esmeralda no había reconocimiento, solo la fría obediencia al mandato de la Esmeralda Madre.

"Esmeralda... no eres tú," pensó Lapis, una lágrima corriendo por su mejilla.

Pero Esmeralda, sin vacilar, levantó su brazo, lista para atacar.

Y en ese instante, Lapis comprendió que, le gustara o no, tendría que enfrentar a la gema que una vez amó más que a ninguna otra.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora