Capítulo 54

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La tormenta finalmente empezaba a ceder, dejando caer la lluvia en gotas más ligeras, como si el cielo, agotado, estuviera dejando escapar sus últimas lágrimas. Las chicas y las gemas avanzaban en silencio, sintiendo la tierra húmeda bajo sus pies y el aire fresco que les enfriaba la piel. El peligro seguía presente en sus mentes, pero por un momento, el paisaje parecía menos amenazador.

Los árboles a su alrededor se mecían suavemente, sus hojas empapadas brillando bajo la luz grisácea del día. El sonido del agua goteando desde las ramas se mezclaba con el crujido de sus pasos sobre las ramas caídas y el barro. Perla caminaba al frente, con Jasmin a su lado, mientras que Peridot seguía de cerca, vigilando a Ashley, quien todavía estaba recuperándose del susto y el esfuerzo de la reciente pelea.

De repente, un sonido proveniente de un arbusto cercano las hizo detenerse. El corazón de Jasmin se aceleró, y Perla adoptó una postura defensiva, lista para protegerlas, a pesar de sus heridas y la fatiga. Peridot se acercó a Ashley, colocándose entre ella y el posible peligro. El grupo contuvo la respiración, esperando lo peor.

Pero antes de que pudieran hacer algo más, Nagisa se adelantó, su rostro pasando de la preocupación a una expresión de enfado mezclada con algo de alivio. Frunciendo el ceño, se inclinó ligeramente hacia el arbusto y, con un tono firme, ordenó:

—¡Salgan de ahí ahora mismo!

Para sorpresa de todas, del arbusto salieron Karla, Mary y la pequeña Sarah, con Aria, la cachorrita, corriendo justo detrás de ellas, moviendo la cola como si estuviera en una alegre excursión. Las tres niñas estaban empapadas, con sus ropas y cabello chorreando agua, pero sus expresiones eran de determinación, mezcladas con un poco de miedo por el regaño que sabían que se venía.

—¿Qué hacen aquí? —exclamó Nagisa, su voz llena de incredulidad y preocupación. La furia y el miedo peleaban por el control de sus emociones mientras las miraba de arriba abajo. —¡Les dije que se quedaran en casa!

Karla, quien siempre era la primera en hablar, dio un paso adelante, con su rostro lleno de terquedad y una chispa de desafío en sus ojos.

—¡Vinimos para ayudar! —dijo, levantando la barbilla, aunque su voz temblaba un poco. —No íbamos a quedarnos en casa mientras ustedes estaban en peligro. Sabemos que podemos ser útiles.

Mary asintió a su lado, su brazo robótico haciendo un leve clic mientras lo movía, aunque su expresión mostraba que no estaba tan segura como su hermana mayor. Sarah, la más pequeña, no dijo nada, pero sus ojos grandes y redondos se fijaron en Nagisa con una mezcla de temor y adoración.

Nagisa apretó los dientes, luchando por mantener la calma. Sabía que sus hermanas tenían buen corazón, pero no podía evitar sentirse aterrada por lo que podría haberles pasado. El miedo a perderlas era una sombra constante en su vida, y el verlas allí, mojadas y vulnerables, solo lo intensificaba.

—Esto no es un juego, Karla, —dijo con severidad, pero su voz se suavizó al ver las lágrimas que amenazaban con caer de los ojos de Sarah. —Podrían haberse lastimado... o peor.

Sarah, incapaz de contenerse más, corrió hacia Nagisa y se abrazó a su hermana mayor con fuerza, enterrando su rostro en su estómago. Nagisa sintió cómo su corazón se ablandaba, sus brazos envolviendo a Sarah con ternura, olvidando por un momento su enfado.

—Lo siento, Nagisa, —susurró Sarah, su voz apenas audible. La niña pequeña no entendía del todo la magnitud del peligro, pero podía sentir el miedo de su hermana. —No quería que te lastimaran...

Las palabras de Sarah hicieron que Nagisa cerrara los ojos por un momento, inhalando profundamente para calmarse. El regaño que tenía preparado se desvaneció, reemplazado por un suspiro resignado. No podía culparlas por querer protegerla, igual que ella deseaba protegerlas a ellas.

Perla observaba la escena, su mirada ablandándose al ver el vínculo entre las hermanas. Las imágenes de otro tiempo comenzaron a llenar su mente: Steven, cuando era solo un niño pequeño, con esa misma mirada inocente y llena de preocupación por los demás. Recordó cómo Steven solía abrazarla, buscando consuelo y protección en sus brazos. Los recuerdos de aquellos tiempos sencillos y llenos de amor la invadieron, y un dolor profundo se instaló en su pecho, junto con un sentimiento de nostalgia que no había sentido en años.

El grupo permaneció en silencio, permitiendo que Nagisa consolara a sus hermanas. Peridot, aunque en silencio, observó con preocupación cómo Ashley se movía con un poco de rigidez, resultado de los golpes que había recibido. Sus manos se tensaron, deseando poder hacer más para protegerla, pero se sintió impotente. Ashley, notando la preocupación de Peridot, le dio una pequeña sonrisa, asegurándole que estaba bien, pero la sonrisa no alcanzó a llegar a sus ojos.

Después de unos minutos, Nagisa finalmente se apartó de Sarah, aunque mantuvo a su hermana cerca, y dirigió una mirada seria a Karla y Mary.

—Si van a quedarse, —dijo Nagisa, su tono firme pero más suave—, tienen que prometerme que me obedecerán en todo. No habrá más correrías ni secretos.

Karla asintió con energía, aunque Mary parecía más dudosa, sin embargo, asintió también, comprendiendo la gravedad de la situación.

La tensión en el grupo se alivió un poco, y mientras todos se preparaban para continuar su camino, Perla levantó la vista y divisó algo a lo lejos. A través de la ligera niebla que la lluvia había dejado, un resplandor apenas visible se destacaba en el horizonte. Era una ciudad, su silueta rompiendo el paisaje forestal.

—Miren... —murmuró Jasmin, señalando con la mano hacia el horizonte. El grupo se detuvo, siguiendo la dirección de su dedo. La visión de la ciudad encendió una chispa de esperanza en todas. Tal vez, finalmente estaban acercándose a un lugar seguro, o al menos, a su próximo destino.

Peridot y Perla intercambiaron una mirada, conscientes de que esa ciudad podría significar muchas cosas: refugio o peligro, respuestas o nuevas preguntas. Ashley apretó la mano de Peridot, sintiendo la mezcla de miedo y esperanza en el aire.

Con un último vistazo hacia sus hermanas, asegurándose de que estaban listas, Nagisa comenzó a avanzar, seguida de cerca por las demás.

La aventura continuaba, y con cada paso, el grupo se preparaba para enfrentar lo que la ciudad les tenía reservado.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora