Capítulo 162

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Rubí y Zafiro dormían juntas, rodeadas por el manto de la noche, pero sus mentes estaban lejos de la paz que el sueño debería brindarles. Los recuerdos del pasado, aquellos que habían intentado sepultar durante veinte años, comenzaron a emerger en sus pesadillas, como si las sombras que las rodeaban fueran el eco de un dolor que jamás desapareció.

En la mente de Rubí, todo comenzaba en aquel fatídico día. Estaban en Beach City, como Garnet, fusionadas, fuertes y listas para defender todo lo que amaban. Las calles de la ciudad temblaban bajo el avance implacable del ejército de Maximiliano, sus soldados disparando sin piedad. Garnet luchaba con una valentía feroz, desmantelando máquinas y protegiendo a las gemas, pero entonces, llegó el horror.

Las balas de ácido, proyectiles letales especialmente diseñados para destruirlas, llovieron del cielo. Una tras otra impactaron contra Garnet, y aunque al principio resistió, pronto la fusión comenzó a desmoronarse. El ácido quemaba su piel, y la energía que las mantenía unidas empezó a fallar. Rubí y Zafiro se separaron abruptamente en medio del caos. Rubí pudo sentir el dolor físico y emocional de la ruptura, pero más allá de eso, fue la desesperación lo que la destrozó. Nunca había estado tan lejos de Zafiro, nunca había sentido una soledad tan profunda como en ese momento. Se quedó paralizada en el campo de batalla, viendo a Zafiro desaparecer en la multitud, arrastrada por la explosión que destruyó Beach City.

La gran explosión fue el clímax de la destrucción. Todo se desmoronaba, los edificios caían como castillos de arena, y el rugido de las llamas consumía el aire. Rubí intentó correr hacia donde había visto a Zafiro por última vez, pero fue demasiado tarde. El humo cubría todo, y los escombros la bloquearon. Desesperada, gritaba internamente, incapaz de alcanzar a su amor. No había tiempo, no había esperanza.

Y luego, la oscuridad.

Durante los siguientes veinte años, Rubí había vagado por el mundo, buscando a Zafiro en cada rincón posible. Cada vez que veía algo que le recordaba a ella, su corazón se estremecía con una mezcla de esperanza y dolor. Pero cada búsqueda terminaba en fracaso, hasta que un día, finalmente escuchó que Aquamarina copia la tenía secuestrada. La noticia la devastó, pero también la llenó de determinación. Nunca se había permitido rendirse, y esa noticia fue el impulso que necesitaba para seguir adelante.

Mientras tanto, en la mente de Zafiro, los recuerdos eran igualmente oscuros y dolorosos. Después de la separación, había vagado sola durante años. No había forma de saber qué le había pasado a Rubí. El frío que sentía sin su calor era más que físico, era un vacío en su alma. Todo su ser había sido arrancado de ella en un instante, y no había forma de repararlo. El tiempo no curó sus heridas, solo las hizo más profundas.

Zafiro, tan calculadora y tranquila, no podía procesar lo que había sucedido. La desesperación la llevó a una vida errante, sin rumbo ni propósito. Y entonces, como si la tragedia no fuera suficiente, Aquamarina copia la encontró. Su secuestro fue rápido y brutal. Durante años estuvo atrapada, sin la esperanza de ser rescatada. Los días y las noches se mezclaban en una neblina interminable de sufrimiento, incapaz de encontrar la paz que tanto deseaba.

El peso de esos veinte años cayó sobre ambas gemas mientras soñaban, sus pesadillas alimentándose del dolor y el sufrimiento que habían vivido por separado. Rubí vio a Zafiro en sus sueños, siempre a punto de alcanzarla, pero nunca lo suficientemente cerca. Y Zafiro, atrapada en una prisión de soledad, veía cómo Rubí se desvanecía una y otra vez ante sus ojos, incapaz de detener la pesadilla.

Ambas gemas se sacudieron al mismo tiempo, sus cuerpos temblando mientras despertaban de golpe. Rubí abrió los ojos primero, su respiración entrecortada mientras su mente intentaba regresar a la realidad. Zafiro, a su lado, también se despertó, su frente perlada de un sudor frío. Las dos se miraron, sus ojos reflejando el mismo terror, el mismo dolor.

Sabían, en lo más profundo de sus corazones, que lo que habían experimentado no era simplemente una pesadilla. Algo más profundo, más oscuro, estaba acechándolas, y ninguna de las dos podía negarlo. Durante años habían compartido un vínculo inquebrantable, pero ahora, incluso después de haberse reencontrado, ese miedo de perderse nuevamente las perseguía.

Ambas sintieron un pequeño movimiento entre ellas, algo que las sacó de sus pensamientos. Bajaron la mirada y vieron a Sarah, profundamente dormida, acurrucada entre las dos. Su pequeña figura irradiaba una calma inocente que contrastaba profundamente con el caos en el que Rubí y Zafiro estaban atrapadas.

Por un momento, ambas gemas se quedaron en silencio, observando a la niña. Rubí, aún con el corazón acelerado, no podía evitar sentir una confusión extraña al ver a Sarah ahí, tan tranquila, como si fuera parte de ellas. Zafiro, que siempre había sido más lógica y calculadora, también estaba desconcertada. Sarah, con su pequeño cuerpo y su respiración suave, parecía encajar entre ellas de una manera que ninguna de las dos comprendía.

Parecía... su hija.

El pensamiento golpeó a ambas al mismo tiempo, y compartieron una mirada de asombro. ¿Cómo podían sentir algo así? ¿Cómo podían, después de todo lo que habían pasado, ver a esta pequeña niña como algo tan cercano, tan propio? La confusión las envolvió, pero también algo más. Había una calidez inesperada, una sensación de protección que no habían sentido en mucho tiempo.

Rubí movió su mano con cuidado, acariciando el cabello de Sarah, mientras Zafiro la observaba en silencio, aún procesando lo que estaba sintiendo. La pequeña niña se movió ligeramente, murmurando algo en sueños, pero no despertó. Rubí y Zafiro se quedaron así, en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos.

El peso de sus pesadillas aún colgaba sobre ellas, pero ahora había algo más en el aire. Algo que no comprendían del todo, pero que no podían ignorar.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora