El bosque parecía interminable, oscuro y abrumador. Las ramas y hojas crepitaban bajo los pies de Nagisa, Esmeralda y Lapis, pero lo único que rompía el silencio eran los ladridos incesantes de Aria, quien las guiaba con determinación. La perrita zigzagueaba entre los árboles, olfateando el aire, buscando con desesperación a las niñas y a Peridot.
Nagisa apenas podía contener su ansiedad. El terror por no saber dónde estaban sus hermanas, y la creciente preocupación por lo que podría haber pasado después de la explosión, se apoderaba de ella. Su respiración era entrecortada, y sentía que en cualquier momento podría derrumbarse, pero no podía permitirse eso. Karla, Mary y, sobre todo, Sarah dependían de ella.
Esmeralda caminaba a su lado, herida y cansada, pero firme. Aunque no podía hablar, la mirada de la gema reflejaba su preocupación por el grupo. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, pero cada vez que Lapis la miraba, veía en sus ojos un profundo amor y preocupación por todas.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los ladridos de Aria cambiaron de tono. La perrita frenó de golpe y corrió hacia adelante con más urgencia. Nagisa sintió que su corazón se detenía por un instante cuando distinguió dos figuras conocidas entre los árboles. Ashley y Karla estaban allí. Y, junto a ellas, el cuerpo grande e inmóvil de Peridot.
—¡Karla! —gritó Nagisa sin pensarlo dos veces, corriendo hacia su hermana pequeña.
Karla, al escuchar su nombre, se dio la vuelta y sus ojos se llenaron de lágrimas. Con sus brazos extendidos, corrió hacia Nagisa y se lanzó a sus brazos, llorando desconsoladamente.
—¡Nagisa! ¡Pensé que no te volvería a ver! —sollozó Karla, enterrando su rostro en el pecho de su hermana mayor.
Nagisa la abrazó con tanta fuerza que casi no podía respirar. Las lágrimas corrían por su rostro sin control. A pesar de todo el miedo y la angustia, tener a su hermana pequeña a salvo entre sus brazos era un alivio indescriptible.
—No te preocupes, estoy aquí... nunca te dejaré sola —susurró, acariciando el cabello de Karla.
Mientras tanto, Esmeralda y Lapis se acercaron a Ashley, quien estaba sentada en el suelo con Peridot en sus brazos. Peridot, normalmente tan fuerte y segura, ahora parecía frágil, su cuerpo completamente inmóvil. Ashley no soltaba a Peridot, aferrándose a ella con lágrimas en los ojos.
—No... no se despierta... —murmuró Ashley, su voz quebrada por el dolor. —Usó su cuerpo para protegernos... y ahora no... no sé si va a estar bien...
Esmeralda y Lapis intercambiaron miradas de preocupación. Ambas sabían lo que significaba para una gema estar en ese estado, pero también comprendían el dolor que Ashley estaba experimentando. Esmeralda, con su imponente figura, se inclinó y con mucho cuidado levantó a Peridot en sus brazos. La diferencia de tamaño era evidente; Peridot, aunque más alta que Ashley, parecía pequeña y vulnerable en los brazos de Esmeralda.
Ashley se levantó rápidamente, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, pero sus ojos seguían fijos en Peridot.
—Tienes que estar bien... —susurró, como si hablar en voz baja pudiera evitar que el miedo la consumiera por completo.
Esmeralda le hizo un gesto a Ashley, un gesto suave pero cargado de significado. No podía hablar, pero en su mirada había comprensión. Sabía lo que Ashley sentía por Peridot. Era imposible no darse cuenta de la forma en que Ashley la miraba, con amor y devoción, como si su mundo girara en torno a ella. Esmeralda había visto ese tipo de amor antes, y aunque le doliera, sabía que Ashley necesitaba ese apoyo más que nunca.
Lapis, quien había estado en silencio, se acercó a Ashley y le tocó suavemente el brazo, dándole fuerzas mientras ambas cargaban con la preocupación por Peridot. Lapis sabía lo que significaba perder a alguien que amabas, y no quería que Ashley pasara por lo mismo.
Nagisa, tras asegurarse de que Karla estaba a salvo, levantó la mirada hacia Aria.
—Aria, ¿puedes encontrar a las demás? —preguntó, su voz llena de una urgencia controlada.
La perrita, como si entendiera la gravedad de la situación, ladró suavemente y comenzó a olfatear el aire nuevamente, preparándose para guiarlas hacia donde podrían estar las otras niñas. Nagisa tomó aire, calmando sus nervios. No podía dejar que el miedo la dominara ahora. Sus hermanas la necesitaban.
Esmeralda, con Peridot en brazos, empezó a caminar detrás de Aria. Ashley la seguía de cerca, su mano rozando la de Peridot, incapaz de dejarla ir por completo. Cada paso que daban la llenaba de más ansiedad, pero la determinación de seguir adelante era lo único que la mantenía en pie.
Karla miró a Nagisa con los ojos aún llenos de lágrimas, pero ahora había algo más en su mirada. Nagisa sabía que Karla había pasado por un infierno, pero aún así, la pequeña de diez años estaba allí, resistiendo, luchando, como siempre lo había hecho.
Nagisa miró hacia adelante, observando cómo la figura alta de Esmeralda cargaba a Peridot. En el silencio del bosque, con el crepitar de las llamas cada vez más lejanas, había una sensación de incertidumbre que las envolvía a todas.
El destino de Peridot, el paradero de las demás, y la amenaza de las gemas copia aún colgaban sobre ellas como una sombra oscura. Pero ahora no era momento de rendirse. Nagisa, Ashley, Karla, Esmeralda, y Lapis tenían que seguir adelante.
Y mientras caminaban, guiadas por Aria, sabían que lo peor aún podría estar por venir.
**Continuará...**

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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...