Capítulo 68

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En el ambiente opresivo de las alcantarillas, las sombras se alargaban y las paredes parecían cerrarse a su alrededor. Mary, Jasmin y Aria permanecían cerca de Bismuto, sintiendo la creciente amenaza en el aire. El sonido de pasos acercándose resonó como un eco siniestro, y pronto, el suelo tembló ligeramente bajo sus pies, anunciando la llegada de Bis 7 y su ejército de Bismutos copia.

El corazón de Mary latía desbocado, el miedo la envolvía como una manta fría, mientras abrazaba a Aria, que se mantenía alerta, sus orejas erguidas y su cuerpo en tensión. Jasmin, consciente de lo que se avecinaba, trataba de mantenerse firme, aunque sus ojos no podían ocultar la preocupación. Bismuto, por otro lado, estaba rígida, su mirada perdida, sumida en un torbellino de pensamientos aterradores que la paralizaban.

De repente, Bis 7 apareció en el estrecho pasillo, flanqueada por las copias de Bismuto. La líder de las Bismutos copias irradiaba una autoridad despiadada, con una sonrisa cruel curvando sus labios mientras sus ojos, fríos y calculadores, se posaban en el grupo. Mary dio un paso atrás instintivamente, apretando a Aria contra su pecho.

—Vaya, vaya... —dijo Bis 7, su voz resonando con un desprecio palpable—. Miren lo que tenemos aquí. La cobarde que traicionó a sus amigas y... —hizo una pausa, observando a Bismuto con una expresión de burla—, parece que has encontrado consuelo en la compañía de unas simples humanas.

Bismuto tembló, sintiendo que su mundo se derrumbaba a su alrededor. Cada palabra de Bis 7 era como un cuchillo clavándose en su conciencia, recordándole lo bajo que había caído, lo que había hecho. No podía evitarlo, el terror la envolvía, y sus ojos no se atrevían a mirar a Jasmin o Mary, mucho menos a Aria.

Aria, sintiendo el peligro inminente, empezó a gruñir, mostrando los dientes y adoptando una postura defensiva. Era pequeña, pero su instinto de proteger a sus dueñas era más fuerte que el miedo. Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, una de las Bismutos copias se adelantó con una velocidad sorprendente y la golpeó con fuerza, enviando a Aria volando contra la pared. El pequeño cuerpo de la perrita se desplomó con un gemido, herida y debilitada.

—¡Aria! —gritó Mary, corriendo hacia ella, con lágrimas en los ojos mientras se arrodillaba a su lado. Pero la mirada de Bis 7 no mostró piedad, solo una frialdad implacable.

—¿Ves lo que has hecho, Bismuto? —continuó Bis 7, acercándose a la gran gema, que temblaba más que nunca—. Todo esto es culpa tuya. Eres una cobarde... tan asustada que preferiste entregar a tus amigas antes de enfrentarte a lo que te aterrorizaba. ¿Crees que no sé lo que pasa por tu mente?

Bismuto retrocedió un paso, pero no tenía a dónde ir. Sus pensamientos estaban desordenados, confusos, atrapada en un ciclo de miedo y arrepentimiento. Sabía que había traicionado a sus amigas, y ahora, estaba atrapada en una pesadilla creada por sus propias acciones. Cada palabra de Bis 7 era un golpe directo a su alma.

 Cada palabra de Bis 7 era un golpe directo a su alma

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Bis 7 levantó una mano, y en ese gesto, las demás Bismutos copias se movieron rápidamente, sacando a Perla y Peridot de donde estaban prisioneras

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Bis 7 levantó una mano, y en ese gesto, las demás Bismutos copias se movieron rápidamente, sacando a Perla y Peridot de donde estaban prisioneras. Las dos gemas fueron arrojadas al suelo frente a Mary, Jasmin y Bismuto. Peridot, al ver la situación, intentó levantarse, pero una de las copias la pateó en el estómago, dejándola sin aire. Perla, por su parte, estaba visiblemente agotada, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Bismuto, solo había decepción en su mirada.

—¿Esto es lo que querías, Bismuto? —la voz de Bis 7 se tornó más cruel—. Mira cómo sufren por tu culpa. Mira cómo las gemas que alguna vez fueron tus amigas están siendo torturadas... todo por tu cobardía.

Con un gesto brusco, ordenó a sus copias que comenzaran el tormento. Las Bismutos copia se abalanzaron sobre Peridot y Perla, golpeándolas sin piedad. Los gritos de Peridot resonaron en las alcantarillas mientras era sometida brutalmente, cada golpe parecía una eternidad. Ashley, que estaba cerca, gritó desesperadamente al ver cómo torturaban a Peridot, sus ojos llenos de pánico y rabia.

—¡Déjenla! ¡Déjenla en paz! —clamaba Ashley, luchando contra las Bismutos que la retenían, pero su fuerza no era suficiente. Estaba atrapada, impotente, mientras la brutalidad continuaba.

Karla y Sarah, abrazadas a la inconsciente Nagisa, temblaban de miedo. Las dos niñas estaban llenas de terror, aferrándose a su hermana mayor, que no podía protegerlas. Los cuerpos pequeños de Karla y Sarah temblaban incontrolablemente mientras veían cómo su mundo se desmoronaba. Una de las Bismutos copias las levantó, sosteniéndolas en el aire como si fueran simples muñecas, usándolas como escudos para amenazar a Mary y a Bismuto.

—Si intentan algo... estas niñas sufrirán el mismo destino que sus amigas —amenazó Bis 7 con una sonrisa sádica.

Mary, aterrorizada, suplicaba en silencio que todo esto acabara, pero su voz estaba atrapada en su garganta. La desesperación la envolvía, y las lágrimas brotaban de sus ojos mientras veía a sus hermanas y a sus amigas en peligro mortal. Aria, aún herida, gimió débilmente a su lado, incapaz de moverse.

Jasmin, por su parte, sentía el peso de la situación sobre sus hombros. Sabía que Bismuto estaba sumida en un abismo de miedo y culpa, pero también sabía que, en lo más profundo, la gran gema aún tenía la fuerza para luchar, si solo pudiera superar su terror.

Dentro de la mente de Bismuto, los pensamientos eran un caos. Podía ver a Perla siendo golpeada, a Peridot sufriendo, y a las niñas en peligro. Sabía que todo esto era culpa suya, que había fallado, que su miedo la había traicionado, y ahora... todo lo que alguna vez había valorado estaba siendo destruido ante sus ojos.

—No soy más que una cobarde... —pensaba Bismuto una y otra vez, mientras temblaba y retrocedía, acorralada por el peso de su propia traición.

Pero entonces, algo dentro de ella comenzó a cambiar. El llanto de Mary, los gritos de Ashley, las miradas llenas de miedo de Karla y Sarah... algo se rompió dentro de ella. La culpa y el miedo que la habían consumido comenzaron a transformarse en algo más. Jasmin, que podía escuchar estos pensamientos, sintió una chispa de esperanza.

—Bismuto... puedes hacerlo —susurró Jasmin, con la voz temblorosa pero llena de determinación—. No eres una cobarde. Solo estás asustada... pero puedes protegernos. Sabemos que aún tienes fuerza, que aún puedes luchar.

Las palabras de Jasmin parecían resonar dentro de Bismuto, una luz en medio de la oscuridad que la rodeaba. Por un momento, los recuerdos de Steven, de las Crystal Gems, de todas las veces que había luchado por lo que era justo, comenzaron a brillar en su mente, disipando las sombras de su miedo.

Las chicas estaban al borde del desastre, pero en ese instante crucial, algo dentro de Bismuto comenzó a despertar. Si el miedo había sido su mayor enemigo, entonces quizás... solo quizás, podría enfrentarlo una vez más, por aquellos que aún creían en ella.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora