El silencio en la casa abandonada era profundo, roto solo por el crujir ocasional de las tablas del suelo bajo el peso de las gemas y las chicas. Amatista avanzó en la penumbra con pasos silenciosos, llevando a Ray con el mismo cuidado con el que una madre llevaría a su hijo dormido. Sus movimientos, aunque firmes, mostraban una delicadeza inusual mientras la depositaba con suavidad en una vieja cama que crujió al recibir el peso de la joven. El colchón, desgastado y polvoriento, parecía casi colapsar, pero Ray permanecía inmóvil, inconsciente, completamente ajena a lo que ocurría a su alrededor.
Amatista la miró por un largo momento, su semblante, normalmente endurecido y frío, mostró una pequeña grieta de vulnerabilidad. Lentamente, extendió una mano temblorosa y, con el dorso de sus dedos, acarició la mejilla de Ray, recordando un momento de su pasado. En la mente de Jasmin, la voz de Amatista resonaba, aunque no hablaba en voz alta: —"Te salvé una vez, pequeña. Te salvaré de nuevo."—
Los recuerdos inundaron la mente de Amatista como una tormenta implacable. Recordó cuando encontró a Ray en el bosque, una niña pequeña, perdida y asustada después de que sus padres la abandonaran. Ray, apenas de seis años, había corrido sin rumbo por los árboles, con el rostro manchado de lágrimas y el miedo en sus ojos. Amatista la había seguido en silencio, observando, hasta que Ray cayó al suelo, exhausta y desorientada. Fue entonces cuando Amatista se había acercado, casi con la misma delicadeza que ahora, levantándola y protegiéndola de las sombras que acechaban en su vida. El recuerdo trajo una sensación de familiaridad a su pecho, una especie de responsabilidad hacia la joven que ahora descansaba en la cama frente a ella.
El sonido de pasos torpes hizo que Amatista rompiera su mirada de Ray. Bismuto, visiblemente agotada, se inclinó con cuidado para bajar a Ashley y Peridot de su espalda. Sus movimientos eran lentos y precisos, como si temiera que un paso en falso pudiera hacer que todo el lugar se derrumbara. Peridot, aún débil pero consciente, fue la primera en tocar el suelo. Sus ojos se encontraron de inmediato con los de Ashley, y en un instante, el peso de la situación pareció disolverse momentáneamente para ellas.
Ashley, sin poder contenerse, envolvió a Peridot en un abrazo fuerte y protector. La diferencia de altura entre ellas nunca había parecido tan insignificante como en ese momento. Ashley enterró su rostro en el cuello de Peridot, aferrándose a ella como si fuera el único ancla en un mar tempestuoso.
—Ya está bien—, susurró con voz entrecortada, sintiendo el calor del cuerpo de Peridot y el ritmo pausado de su respiración. —Ya está bien, Peridot... estamos a salvo.—
Peridot no pudo hablar, pero su mirada lo decía todo. Con una mano temblorosa, acarició el cabello de Ashley, sin poder evitar una pequeña sonrisa agotada. Aunque su cuerpo estaba debilitado, el vínculo entre ellas parecía más fuerte que nunca.
Mientras tanto, Nagisa, quien había estado observando la escena con preocupación, notó algo que la hizo fruncir el ceño. Se acercó lentamente a Jasmin, que se mantenía al margen, respirando con dificultad tras la carrera. Sus ojos rápidamente captaron la manga derecha de la camisa de Jasmin, desgarrada y dejando al descubierto una porción de piel. El rasguño era pequeño, pero lo suficientemente visible como para preocuparla.
—Jasmin, ¿qué te pasó?— preguntó Nagisa con voz firme pero suave, sus ojos oscuros llenos de preocupación. Sabía que algo había sucedido antes de que llegaran, pero no estaba segura de qué.
Jasmin bajó la mirada, tocando con cuidado el desgarro en su manga. Por un momento, sus labios se entreabrieron, pero decidió no hablar de lo ocurrido con Amatista. Las palabras que habían cruzado entre las gemas eran algo que ella no entendía completamente, y aunque había sentido el dolor de Perla cuando Amatista mencionó a su madre, no quería revivir ese momento en voz alta.
—No es nada," murmuró, desviando la mirada. "Solo... un accidente.
Nagisa pareció dudar, pero decidió no presionar. Sabía que Jasmin hablaría cuando estuviera lista, y este no era el momento para forzarla. En cambio, asintió lentamente, aunque la preocupación no desapareció de su rostro.
El ambiente en la casa seguía cargado de una tensión densa e incómoda. Aria había dejado de ladrar, pero sus orejas seguían erguidas y sus ojos oscuros vigilaban cada rincón de la casa. Estaba inquieta, como si aún sintiera el peligro que las rodeaba, incluso dentro de ese refugio precario.
De repente, el silencio fue interrumpido por un movimiento rápido. Amatista, sin previo aviso, se giró y tomó a Perla del brazo. La fuerza del agarre hizo que Perla tambaleara ligeramente, pero antes de que alguien pudiera reaccionar, Amatista comenzó a caminar, arrastrándola con ella hacia una habitación alejada al fondo de la casa.
Jasmin, sorprendida, dio un paso hacia adelante, queriendo intervenir, pero la mirada que Amatista le lanzó fue suficiente para detenerla en seco. Había algo en los ojos de la gema púrpura, una determinación feroz que Jasmin no podía ignorar. —"Esto es entre Perla y yo,"— fue lo que escuchó en su mente, clara como el agua. —"No te metas."
La habitación en la que Amatista arrastró a Perla era pequeña y oscura, con las paredes cubiertas de moho y una pequeña ventana rota que dejaba entrar un frío aire nocturno. Una vez dentro, Amatista soltó a Perla con brusquedad, y se quedó de pie, mirándola fijamente.
El rostro de Perla mostraba una mezcla de sorpresa y angustia. No había esperado esta confrontación, no después de tantos años de separación. Jasmin observaba desde la distancia, sintiendo el peso de la historia entre ellas, aunque sin comprender completamente los detalles. Pero en sus ojos, vio algo más: un duelo silencioso entre dos antiguas aliadas, marcado por el dolor y el arrepentimiento.
—"¿Te acuerdas de lo que hiciste?"— Las palabras de Amatista resonaron en la mente de Jasmin una vez más, pero esta vez estaban teñidas de ira contenida. Perla, aunque no podía hablar, no necesitaba hacerlo. Sus ojos, llenos de culpa, eran suficientes para transmitir su respuesta. Sabía a lo que Amatista se refería, y esa sombra del pasado seguía persiguiéndola, incluso después de tanto tiempo.
Pero Jasmin no entendía completamente. Lo único que veía era el dolor en los rostros de las gemas, el peso de sus historias no dichas, y la sensación creciente de que algo más grande estaba en juego.
Mientras tanto, en el fondo de la casa, las chicas y las gemas se mantenían en silencio, procesando lo que acababa de suceder. La casa abandonada, a pesar de ser un refugio temporal, parecía estar llena de fantasmas del pasado, y las sombras que se proyectaban en las paredes no solo pertenecían a las figuras presentes, sino también a recuerdos oscuros y dolorosos.
El viento sopló a través de la ventana rota, y en ese momento, todas sintieron que lo que fuera que estaba por venir no sería fácil de enfrentar.
**Continuará...**

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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...