La cueva se sentía interminable, sus corredores oscuros y laberínticos parecían torcerse y cambiar con cada paso que daban. Jasmin y Ray avanzaban con cautela, sosteniendo a Mary entre ellas mientras Aria, la pequeña perrita, olfateaba el suelo con determinación. Nagisa, a pesar de estar herida, se mantenía en pie, su rostro endurecido por la preocupación y el dolor. Aún podían sentir la presencia de Jaspe copia y el peligro que representaba, pero no podían detenerse; Karla y Sarah estaban en alguna parte de ese oscuro lugar, y no podían dejarlas solas.
-Aria, por favor, encuéntralas,- susurró Jasmin, su voz temblorosa. La pequeña perrita levantó la cabeza, sus orejas erguidas y sus ojos enfocados. Sabía lo que estaba en juego y no se detendría hasta cumplir su misión. Con un ladrido suave, comenzó a guiar al grupo a través de los túneles, olfateando con más intensidad mientras se adentraban en la oscuridad.
Ray, que mantenía su mano firme sobre el hombro de Nagisa, le dio un leve apretón, tratando de ofrecerle apoyo. Nagisa estaba visiblemente cansada, su herida no dejaba de sangrar y cada paso le causaba una punzada de dolor. Pero se negaba a detenerse, a descansar. Sus hermanas menores estaban en peligro, y eso era todo lo que importaba.
-Tenemos que seguir adelante,- dijo Nagisa con voz débil pero decidida, su mirada fija en Aria, que avanzaba con agilidad por el terreno irregular. -No puedo... no puedo perderlas.-
-Lo sé,- respondió Ray, tratando de sonar tan fuerte como podía. -Las encontraremos, lo prometo.-
Mary, que caminaba entre ellas, miraba hacia adelante con ojos llenos de temor. No podía dejar de pensar en Karla y Sarah, en cómo estarían. Su brazo robótico chisporroteaba levemente, como si reflejara su ansiedad. Pero no dejaba que sus pensamientos la paralizaran; debía mantenerse fuerte, igual que Nagisa.
Aria se detuvo de repente, olfateando con más urgencia en una bifurcación del túnel. Miró hacia atrás, asegurándose de que el grupo la seguía, y luego giró hacia la derecha, ladrando una vez más para indicar que había encontrado algo. Jasmin y Ray intercambiaron una mirada de alivio y comenzaron a seguirla, pero Nagisa se tambaleó, su cuerpo finalmente cediendo al agotamiento y el dolor.
-¡Nagisa!- gritó Mary, corriendo hacia ella para sostenerla. Jasmin y Ray también se apresuraron a ayudarla, apoyándola entre ellas.
-Estoy bien... solo un poco más...- dijo Nagisa, aunque su voz era apenas un susurro. Sabía que no estaba bien, que su herida empeoraba con cada segundo que pasaba, pero no podía permitirse desmayarse. No ahora.
Aria, al ver que su amiga estaba herida, retrocedió unos pasos y se sentó a su lado, dejando escapar un suave gemido, como si comprendiera el dolor de Nagisa. Pero después de unos segundos, volvió a ponerse de pie, ladrando para instarlas a continuar.
-Vamos,- dijo Ray, tomando una decisión. -Aria sabe lo que hace. No podemos detenernos ahora.-
Con esfuerzo, Nagisa se puso de pie de nuevo, apoyándose en Ray y Jasmin. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que su cuerpo se rindiera, pero no podía dejar que el miedo la controlara. Sus hermanas la necesitaban.
Siguieron avanzando, Aria liderando el camino con renovada energía. El túnel se hacía más estrecho, la oscuridad más opresiva, pero Aria continuaba, sus ladridos guiando al grupo hacia lo que esperaban que fuera el rescate de Karla y Sarah. El sonido de sus pasos resonaba en las paredes de la cueva, mezclándose con el eco lejano de gotas de agua cayendo, creando una atmósfera inquietante.
El tiempo parecía detenerse mientras caminaban, cada minuto estirándose en una eternidad. El miedo a lo desconocido y la desesperación por encontrar a las niñas se mezclaban en el aire, pesando sobre sus corazones. Y sin embargo, no se detenían.
Finalmente, Aria se detuvo en seco, sus orejas agitadas mientras olfateaba con más intensidad. El grupo contuvo la respiración, esperando que esta fuera la señal de que estaban cerca. Pero en lugar de avanzar, Aria comenzó a retroceder, su cuerpo temblando levemente mientras miraba hacia la oscuridad delante de ellos.
-¿Qué sucede?- preguntó Jasmin, su voz llena de preocupación.
Ray se agachó para acariciar a Aria, intentando calmarla. Pero la perrita continuó temblando, sus ladridos ahora llenos de miedo.
-No lo sé, pero debemos estar cerca,- dijo Ray, aunque no pudo evitar sentir una punzada de temor. Algo no estaba bien, pero no tenían otra opción. Debían seguir adelante.
Pero antes de que pudieran tomar una decisión, Nagisa cayó de rodillas, el dolor finalmente superando su resistencia. -No... no puedo más,- susurró, sus ojos llenos de lágrimas por la frustración y el dolor.
Mary se arrodilló junto a ella, abrazándola con fuerza. -Vamos a encontrarlas, Nagisa. Lo prometo.
-Lo haremos,- agregó Jasmin, aunque su voz temblaba ligeramente.
Ray miró hacia la oscuridad delante de ellos, el lugar donde Aria había empezado a retroceder, y luego de vuelta a sus amigas. Sabía que no podían detenerse, pero también sabía que Nagisa estaba al límite. -Debemos descansar un momento,- sugirió, aunque sabía que no tenían tiempo.
Mientras el grupo trataba de decidir qué hacer, Aria comenzó a ladrar de nuevo, esta vez con más urgencia. Algo se estaba acercando, algo que no podían ver, pero que sentían en cada fibra de su ser. El miedo volvió a apoderarse de ellas, y supieron que debían moverse de nuevo.
Con esfuerzo, ayudaron a Nagisa a ponerse de pie, y volvieron a seguir a Aria, que había vuelto a avanzar, aunque con menos confianza que antes. Pero sabían que no podían darse el lujo de detenerse.
Y así, con el miedo atenazando sus corazones y la desesperación por encontrar a Karla y Sarah creciendo con cada paso, siguieron adelante, hacia lo desconocido. La cueva parecía cerrarse a su alrededor, oscura y llena de peligros invisibles.
**Continuará...**
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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
Fiksi PenggemarHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...