Capítulo 186

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En la pequeña habitación, el silencio era casi insoportable. Amatista, todavía atada, permanecía con la cabeza gacha, su rostro oculto por su largo cabello morado, que ahora se veía más apagado de lo habitual. Las lágrimas brillaban en los bordes de sus ojos, pero no caían, retenidas por un orgullo quebrantado y una profunda tristeza. Sus muñecas estaban lastimadas por las ataduras que la mantenían prisionera, y aunque había dejado de forcejear, el dolor en su corazón no cesaba.

Peridot se encontraba a su lado, arrodillada en el suelo, sus ojos observando a Amatista con una mezcla de tristeza y culpa. Nunca había querido ver a su mejor amiga en ese estado, nunca imaginó que todo podría llegar tan lejos. En un intento de consolarla, Peridot levantó una mano temblorosa, dudando por un segundo antes de finalmente colocarla suavemente sobre el hombro de Amatista.

"Amatista..."— comenzó Peridot con una voz apenas audible, quebrada por el peso de la situación. Sabía que no podía liberar a su amiga, pero tampoco podía abandonarla. —"Recuerdo cuando solíamos entrenar juntas... cuando Steven estaba con nosotras. Todo era diferente entonces, ¿no? Éramos una familia... o al menos lo intentábamos."— Sus palabras salieron con esfuerzo, y al mencionar a Steven, notó cómo el cuerpo de Amatista se tensaba bajo su mano.

Amatista, con los ojos llenos de lágrimas, alzó la mirada lo suficiente para que Peridot pudiera ver el dolor reflejado en ellos. 

"¿De qué sirve recordar los viejos tiempos, Peridot?"— gruñó con la voz rota, sus palabras llenas de resentimiento y desesperación. —"Steven está muerto, y nada de lo que hagamos lo traerá de vuelta."— Se quedó en silencio por un momento, antes de continuar, su tono lleno de ira contenida. —"Murió por culpa de ella... por culpa de Perla."

El corazón de Peridot se hundió al escuchar aquello. Sabía que Amatista estaba herida, pero esas palabras tenían un veneno que no esperaba. 

"Amatista... no puedes seguir pensando así."— Trataba de sonar firme, aunque en su interior también luchaba contra el miedo y la duda. —"Steven... él siempre nos quiso unidas. Nunca querría que estuviéramos peleando así. Perla... no puedes culparla. Todas estábamos devastadas. Ella también lo amaba."—Intentaba mantener la calma, pero era difícil ante la furia de su amiga.

Amatista dejó escapar una risa amarga, su cabeza todavía baja. 

"¿Amarlo? Si de verdad lo hubiera amado, no se habría quedado ahí, inmóvil, mientras él moría. La vi, Peridot. La vi congelarse... no hizo nada para salvarlo. ¡Nada!"— gritó con una furia que parecía quemarla desde adentro. Las lágrimas que había intentado contener finalmente cayeron, rodando por sus mejillas, dejando marcas húmedas en su rostro. —"Lo dejó morir... nos dejó a todas morir con él."

Peridot tragó con fuerza, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. No sabía cómo responder a esas palabras. No podía negar que el dolor de Amatista era real, que había verdad en su acusación, pero también sabía que cargar con ese odio no haría más que destruirlas a todas. 

"Amatista..."— susurró, intentando encontrar las palabras correctas. —"Lo que pasó fue horrible... pero no podemos seguir culpándonos las unas a las otras. Steven nos enseñó a ser mejores, a perdonarnos. No puedo liberarte, pero quiero que sepas que te perdono por lo que hiciste hoy."— Su voz temblaba, pero mantenía su mirada fija en Amatista, esperando una respuesta, cualquier señal de que sus palabras llegaran a su amiga.

Amatista se estremeció ante las palabras de Peridot, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, apretó los dientes, sus puños cerrándose con fuerza mientras luchaba contra el dolor emocional que la envolvía. Era como si una parte de ella quisiera aceptar lo que Peridot decía, pero otra parte no pudiera dejar de lado la rabia que la consumía. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Amatista habló, su voz baja y llena de agotamiento. 

"No puedes liberarme... pero ya estoy rota, Peridot. Ya estoy rota."

Peridot se inclinó hacia ella, sus ojos llenos de lágrimas que no dejaba caer. —"No estás rota, Amatista. Todavía puedes sanar, podemos sanar juntas. Pero necesitas dejar ir este odio."— Respiró hondo antes de levantarse lentamente. —"No sé qué hacer ahora... pero sé que no puedo perderte también."— Y con esas palabras, Peridot se alejó de Amatista, dando un último vistazo a su amiga antes de salir de la habitación.

Con cada paso que daba fuera de esa habitación, el peso en su pecho crecía. Sabía lo que tenía que hacer. Tenía que hablar con Perla. Amatista estaba convencida de que todo era su culpa, y aunque Peridot no sabía si lo que Amatista había dicho era completamente cierto, necesitaba respuestas. Sabía que no podía seguir adelante sin entender qué había sucedido realmente.

Las lágrimas aún rodaban por sus mejillas cuando caminó por los pasillos vacíos, dirigiéndose hacia el lugar donde sabía que las otras Crystal Gems se habían reunido. Cada paso se sentía más pesado que el anterior, pero había tomado una decisión. Perla tenía que saber lo que Amatista sentía, lo que estaba diciendo. Y, más importante aún, Peridot necesitaba enfrentarla y entender qué había pasado el día que Steven murió.

Finalmente, llegó a la puerta del salón donde las demás se encontraban. Se detuvo un momento antes de entrar, tomando una última respiración profunda. Luego, empujó la puerta y entró, sus ojos aún rojos por el llanto. Todas las gemas se volvieron hacia ella, pero Peridot apenas las miró. Su mirada estaba fija en Perla.

"Necesitamos hablar,"— dijo con una voz temblorosa pero decidida, caminando hacia Perla, mientras el ambiente en la habitación se volvía cada vez más tenso.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora