Capítulo 38

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Jasmin estaba caminando rápido, casi corriendo por las aceras de la ciudad, mientras lanzaba miradas nerviosas a su alrededor. Llevaba a Perla a su lado, quien, con su imponente estatura de dos metros y su silueta distintiva, era difícil de pasar desapercibida. Perla llevaba una capucha negra que cubría su cabeza, pero su altura y la forma en que la tela se balanceaba a cada paso la hacían destacar aún más. A cada momento, Jasmin se preocupaba de que alguien las reconociera, lo que no ayudaba a calmar su creciente ansiedad.

-Esto no va a funcionar,- pensó Jasmin con desesperación, mientras trataba de mantener la calma. -¿Cómo voy a lograr que Perla llegue a la casa de Nagisa sin que alguien la vea?-

A pesar de que intentaba actuar con naturalidad, cada vez que veía a un transeúnte acercarse, su corazón latía más rápido y la presión en su pecho aumentaba. Perla, por otro lado, caminaba con una serenidad casi perturbadora, sin mostrar signos de preocupación, lo cual no ayudaba a Jasmin a sentirse menos nerviosa.

-Perla,- susurró Jasmin, mirando hacia arriba para asegurarse de que la gema la escuchara, -tenemos que ser más discretas. No podemos permitirnos que nadie nos vea. Es vital que lleguemos a la casa de Nagisa sin llamar la atención.-

Perla asintió con calma, pero la falta de palabras y la naturaleza solemne de su gesto solo hacía que Jasmin se sintiera más abrumada. -Claro, todo está bajo control,- pensó sarcásticamente Jasmin, aunque sabía que Perla solo intentaba seguir su dirección. -Solo estoy paseando con una guerrera alienígena por la ciudad, nada fuera de lo normal aquí.-

Pasaron junto a un grupo de estudiantes que se dirigían hacia un café cercano, y Jasmin contuvo la respiración, esperando que no reconocieran a la figura encapuchada que caminaba junto a ella. Afortunadamente, los estudiantes estaban demasiado ocupados en su conversación para prestarles atención, pero eso no alivió la preocupación de Jasmin.

-¿Cómo es posible que nadie se dé cuenta?- se preguntó, sintiendo un nudo en el estómago. -Cualquier minuto podría ser descubierta.-

Al girar una esquina, Jasmin se encontró frente a una tienda con ventanas grandes, y su reflejo en el cristal casi le causó un ataque al corazón. La imagen de Perla, tan alta y notable, caminando junto a ella, parecía algo sacado directamente de una película de ciencia ficción.

-Esto no está funcionando,- murmuró para sí misma, mientras apretaba el paso, tirando suavemente de la manga de Perla para que la siguiera más rápido.

Perla, sin embargo, permanecía imperturbable, avanzando con pasos largos y elegantes, sin mostrar signos de prisa. -No te preocupes, Jasmin,- se escuchó la voz de Perla en la mente de la joven. -Llegaremos allí. Solo mantén la calma.-

-Fácil decirlo para ti,- replicó Jasmin en un susurro, -tú no eres la que tiene que escabullirse por la ciudad con una gema encapuchada.-

Mientras avanzaban, tuvieron que atravesar un parque, y Jasmin decidió que sería una buena idea usarlo como atajo. Sin embargo, no había contado con la cantidad de gente que estaría allí a esa hora de la tarde. Los niños corrían y jugaban, los padres charlaban entre ellos, y algunos adolescentes estaban sentados en los bancos, mirando sus teléfonos o escuchando música.

-Esto no es bueno,- pensó Jasmin, tratando de no entrar en pánico. Sabía que pasar desapercibidas en medio de tanta gente sería complicado, especialmente con Perla a su lado, quien, a pesar de su capucha, era demasiado alta y llamativa para mezclarse con la multitud.

Mientras cruzaban el parque, un niño pequeño corrió cerca de ellas, con un carrito de juguete en la mano. El niño, al ver la figura encapuchada de Perla, se detuvo en seco y la miró con los ojos muy abiertos.

Jasmin sintió un sudor frío recorrer su espalda. -No, no, no... por favor, que no pregunte...- pensó frenéticamente.

-¡Wow! ¡Eres súper alta!- exclamó el niño con admiración, sin dejar de mirar a Perla. -¿Eres un robot o algo?-

Jasmin trató de pensar en algo rápido para decir, pero antes de que pudiera hablar, Perla simplemente asintió con la cabeza, sin decir una palabra.

-Sí, claro,- respondió Jasmin, forzando una sonrisa, - es... una persona muy alta, eso es todo.-

El niño no parecía convencido, pero antes de que pudiera hacer más preguntas, su madre lo llamó desde la distancia. El niño lanzó una última mirada curiosa a Perla antes de salir corriendo hacia su madre.

Jasmin dejó escapar un suspiro de alivio. -Eso estuvo cerca,- pensó mientras apuraba el paso, deseando llegar a la casa de Nagisa lo antes posible.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad para Jasmin, llegaron al barrio de Nagisa. Las casas estaban dispuestas en hileras ordenadas, y la familiaridad del lugar le dio a Jasmin una sensación de seguridad. Estaban muy cerca de su destino, pero el último tramo del camino se sintió como un desafío final.

Caminando por la acera, Jasmin pudo ver la casa de Nagisa a lo lejos. -Ya casi estamos,- pensó con alivio, mientras veía el pequeño jardín delantero que recordaba de sus visitas anteriores. Sin embargo, justo antes de que llegaran a la puerta, un perro de un vecino comenzó a ladrarles desde el otro lado de una cerca.

Perla se detuvo de golpe, y el perro, un terrier pequeño pero ruidoso, no dejaba de ladrarles, aparentemente perturbado por la presencia de la gema. Jasmin tragó saliva, temiendo que el ruido atrajera la atención no deseada.

-No te preocupes,- le dijo Perla en su mente con calma. -No hará nada más que ladrar.-

-Lo sé,- respondió Jasmin en voz baja, -pero necesitamos entrar rápido.-

Con el perro ladrando aún detrás de ellas, Jasmin se apresuró a sacar la llave que Nagisa le había dado para emergencias y la introdujo en la cerradura. Sus manos temblaban ligeramente, lo que hizo que la llave se atascara un par de veces antes de que finalmente lograra abrir la puerta.

Con un último empujón, Jasmin abrió la puerta y entró a la casa, seguida de cerca por Perla. Tan pronto como cerró la puerta tras ellas, el ladrido del perro quedó amortiguado, y Jasmin se apoyó contra la puerta, dejando escapar un largo suspiro de alivio.

-Lo logramos,- dijo, aunque su voz todavía sonaba un poco agitada. -Estamos aquí.-

Perla, que había permanecido tranquila durante toda la odisea, se quitó la capucha, revelando su rostro nuevamente. -Gracias, Jasmin,- dijo en la mente de la chica. -Sé que no fue fácil, pero lo hiciste bien.-

Jasmin asintió, aún recuperando el aliento. -Fue más difícil de lo que pensé,- admitió, -pero lo importante es que estamos aquí. Ahora, solo falta esperar a las demás.-

Mientras ambas se dirigían hacia la sala de estar, Jasmin no pudo evitar reír un poco. -Realmente pareció una misión imposible,- pensó, ahora viendo el lado gracioso de la situación. -¿Quién hubiera imaginado que intentar ocultar a una gema en plena ciudad sería tan complicado?-

Perla esbozó una pequeña sonrisa al ver que Jasmin se relajaba. -Lo importante es que llegamos a salvo,- le dijo suavemente.

Jasmin asintió, aliviada de estar a salvo en el interior de la casa de Nagisa. Pero justo cuando estaba a punto de sentarse en el sofá, su teléfono vibró nuevamente. Lo sacó rápidamente y vio que era un mensaje de Nagisa.

"Nagisa: Estoy llegando con mis hermanas. Tenemos que hablar de inmediato. Algo grande está pasando."

Jasmin se quedó mirando la pantalla, sintiendo que su corazón se aceleraba una vez más. -Esto no va a detenerse,- pensó con un nudo en el estómago.

-Perla,- dijo en voz alta, levantando la mirada hacia la gema, -Nagisa y sus hermanas están de camino. Parece que esto apenas está comenzando.-

Y con eso, Jasmin se dirigió hacia la ventana para observar la calle, esperando ver a Nagisa y sus hermanas aparecer en cualquier momento.

Continuará...

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora