Capítulo 185

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En el salón principal, las Crystal Gems se reunieron en un semicírculo, sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y cansancio. El eco de lo que acababa de suceder aún resonaba en el aire, como una sombra que se negaba a dispersarse. Bismuto, nerviosa, se apoyaba contra una pared, su cuerpo grande y fuerte parecía encogerse mientras miraba de reojo a Perla, quien sostenía su mejilla hinchada y su ojo morado con una mano. Rubí y Zafiro estaban sentadas una al lado de la otra, compartiendo una silenciosa preocupación, mientras Esmeralda y Lapis, más alejadas, intercambiaban miradas que hablaban de la tensión que cada una intentaba procesar.

Bismuto, respirando profundo y con las manos temblando, fue la primera en romper el silencio, aunque su tono, como siempre, era inseguro. —"¿Qué hemos hecho?"— murmuró, su voz temblorosa, cargada de incertidumbre. No era habitual verla así, pero la pelea entre Perla y Amatista, dos de las gemas que más respetaba, la había dejado completamente descolocada. Siempre había sido la más fuerte físicamente, pero emocionalmente, era otra historia.

Perla, aún con el dolor visible en su rostro, se enderezó un poco, tratando de ocultar su propio sufrimiento. Su ojo morado y el labio roto eran un recordatorio del caos que había estallado minutos atrás, pero el dolor emocional era mucho más profundo. Perla no podía ocultar el pequeño temblor de su mano mientras intentaba calmarse. 

"No podemos permitir que esto nos destruya,"— dijo con voz tensa, pero firme. —"Somos las Crystal Gems. Amatista... ella cometió un error, pero debemos encontrar una manera de ayudarla sin que ninguna de nosotras sufra más."— Su mirada se movió hacia Bismuto, buscando consuelo en los ojos de la que era, en más de un sentido, su roca. Sin embargo, Bismuto evitaba su mirada.

Lapis observaba en silencio, su rostro endurecido, como si luchara contra un torrente de emociones. Sus ojos se dirigían a Esmeralda, que estaba a su lado, pero no decía nada. Su mano se movía inconscientemente, como si quisiera alcanzar la de Esmeralda, pero se detuvo a medio camino, manteniendo una distancia prudente.

Zafiro, con su habitual calma, miró hacia Rubí, quien estaba más agitada que nunca. Rubí no podía quedarse quieta, sus manos se cerraban y abrían en puños, su temperamento ardía en su piel. 

"¡No podemos seguir así!"— exclamó de repente, rompiendo el silencio. —"Miren lo que pasó hoy. Nos estamos destruyendo a nosotras mismas. Esto no es lo que Steven hubiera querido."— Su voz, aunque controlada, estaba llena de una ira que apenas podía contener.

Zafiro puso una mano sobre el brazo de Rubí, tratando de calmarla. 

"Rubí tiene razón,"— murmuró Zafiro con su tono calmado pero firme. —"Si seguimos por este camino, el conflicto entre nosotras solo crecerá. Todas llevamos el peso de lo que ocurrió con Steven, pero estar separadas o llenarnos de más rencor no resolverá nada. Debemos encontrar una forma de perdonarnos a nosotras mismas, y de mantenernos juntas. Solo así podremos ayudar a las niñas y salvar lo que queda de nosotras."— Sus ojos, azules como el hielo, se posaron sobre Perla, luego sobre Esmeralda y Lapis, buscando sus reacciones.

Perla, que siempre había cargado con una profunda culpa, sintió que las palabras de Zafiro la atravesaban como una daga. Sabía que no había perdón fácil para lo que hizo, ni para lo que permitió que sucediera. 

"Si no podemos controlar a Amatista, será un peligro no solo para nosotras, sino para las niñas también,"— dijo Perla, su voz quebrada. —"No podemos dejar que el pasado continúe dominando nuestro presente."— Pero había algo más detrás de sus palabras: el miedo de que, al liberar a Amatista, todo lo que habían tratado de construir se desmoronara de nuevo.

Esmeralda, en silencio hasta ese momento, cruzó los brazos sobre el pecho, observando con una expresión pensativa. Ella había sido parte del conflicto más grande con Steven y las gemas, y aunque su papel como villana redimida era conocido por todas, el peso de sus acciones seguía sobre ella. Sabía lo que era fallar, traicionar, y sufrir por ello. 

"No somos las mismas de antes,"— murmuró, su voz baja pero clara. —"Lo que pasó con Amatista es el resultado de todo lo que hemos intentado reprimir. Ella necesita tiempo, necesita sanar. No podemos liberarla hasta que sepamos que ya no es una amenaza... pero tampoco podemos dejarla sola por mucho más tiempo."

Lapis, quien había estado observando con el ceño fruncido, asintió. 

"No podemos dejarla así, atada como si fuera una bestia, pero..."— Su voz se apagó, y aunque no podía hablar en ese momento, todas podían sentir la tormenta interna en su mirada. Ella sabía de encierros, de sentirse atrapada por las emociones y los recuerdos. Miró a Esmeralda, buscando consuelo en su presencia, y por primera vez en mucho tiempo, dejó que sus emociones la guiaran. Dio un paso hacia Esmeralda, y en un acto que parecía casi desesperado, envolvió sus brazos alrededor del cuello de Esmeralda, atrayéndola hacia sí.

Esmeralda, sorprendida por el gesto, se quedó inmóvil por un segundo, pero pronto dejó caer sus manos sobre la cadera de Lapis, sujetándola con fuerza. En ese momento, el resto del mundo pareció desvanecerse para ambas. Lapis apoyó su cabeza en el hombro de Esmeralda, cerrando los ojos, permitiéndose sentir algo más que la tristeza que las había envuelto a todas desde la muerte de Steven.

Bismuto, observando la escena, se abrazó a sí misma, nerviosa como siempre ante las emociones intensas. Pero ver la cercanía entre Lapis y Esmeralda le dio un leve consuelo. Sabía que había esperanza para ellas, incluso después de todo lo que había pasado. Sin embargo, el miedo persistía. 

"¿Y si nos estamos equivocando?"— preguntó en voz baja, temblando. —"¿Y si Amatista no puede controlarse? ¿Qué haremos entonces?"

Perla, con el ojo aún hinchado, dio un paso hacia Bismuto, su amor y preocupación evidentes en su mirada. 

"Lo resolveremos juntas, como siempre lo hemos hecho. Ninguna de nosotras está sola en esto, Bismuto,"— dijo suavemente, alcanzando la mano de Bismuto y entrelazando sus dedos con los de ella, en un gesto silencioso pero lleno de significado.

Zafiro se acercó a Rubí y le acarició la mejilla. 

"No podemos predecir el futuro, pero sí podemos decidir cómo enfrentarlo,"— murmuró Zafiro con su tono sabio. —"Y creo que la única forma de salir de esto es permaneciendo juntas."

Todas asintieron lentamente, compartiendo una comprensión silenciosa de que, a pesar de las heridas del pasado y las tensiones presentes, la única forma de seguir adelante era juntas. El conflicto con Amatista no terminaría pronto, pero al menos ahora sabían que no se enfrentarían a ello solas.

Finalmente, Lapis se separó de Esmeralda, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas, pero su mirada más decidida que antes. Todas ellas sabían lo que estaba en juego. Esmeralda tomó la mano de Lapis, sujetándola con fuerza, mientras ambas volvían a mirar al resto del grupo.

"Cuando Amatista esté lista, la liberaremos,"— dijo Esmeralda, su voz cargada de convicción. —"Pero por ahora... debemos asegurarnos de que no lastime a nadie más, ni a nosotras mismas."

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora