Capítulo 198

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El caos en la habitación se había reducido a un silencio tenso, roto solo por los sollozos de las hermanas de Nagisa y el ruido de las respiraciones entrecortadas de quienes aún trataban de procesar el horror que acababan de experimentar. Los cuerpos heridos yacían por todos lados, con marcas de dolor, ropa rasgada y almas atormentadas. Lapis, sin embargo, no podía pensar en nada más que en Esmeralda. Su mirada estaba clavada en ella, quien yacía inmóvil en el suelo, inconsciente, con el rostro pálido y el cuerpo cubierto de heridas. Cada segundo que pasaba sin ver esos ojos verdes abrirse era un puñal para el corazón de Lapis.

Jasmin, con el rostro desencajado, podía sentir la desesperación de Lapis en el aire. Aunque ninguna de las gemas podía hablar, Jasmin había aprendido a escuchar las palabras sin voz de sus compañeras. Pero lo que escuchaba en ese momento, proveniente de Lapis, le rompía el corazón.

"Despierta, por favor... no me dejes."

Las palabras resonaban en la mente de Jasmin, tan cargadas de dolor y súplica que sentía un nudo en la garganta. Observaba cómo Lapis, con manos temblorosas, trataba de reanimar a Esmeralda, pero esta seguía sin reaccionar. Cada segundo que pasaba, la desesperación de Lapis crecía, y Jasmin no podía hacer nada más que escuchar ese desgarrador lamento.

Lapis, al borde del llanto, se arrodilló al lado de Esmeralda, sus dedos temblorosos rozando el rostro de su amada con una delicadeza que parecía imposible después de tanta destrucción. Sus manos temblaban al tocar la piel fría de Esmeralda, como si temiera que el más mínimo movimiento pudiera romperla aún más.

"No te puedes ir... no así."— Las palabras de Lapis eran apenas un susurro en la mente de Jasmin, pero cada una de ellas estaba cargada de una angustia indescriptible. Lapis nunca había sentido tanto miedo en su vida, ni siquiera en las peores batallas. Porque perder a Esmeralda, después de todo lo que habían vivido, era algo que no podría soportar. Acarició la mejilla de Esmeralda con suavidad, sus dedos trazando el contorno que conocía tan bien, pero que en ese momento le parecía tan frágil y distante.

"No te puedes ir... no ahora. No después de todo lo que hemos pasado. ¡Por favor, Esmeralda!"

El grito silencioso de Lapis resonó con fuerza en la cabeza de Jasmin, quien sintió sus propios ojos llenarse de lágrimas. Sabía cuánto significaba Esmeralda para Lapis, incluso después de todo el dolor que había entre ellas. Y ver esa conexión al borde de romperse, esa última esperanza desvaneciéndose, era casi insoportable.

Mientras tanto, en el otro extremo de la sala, Ashley estaba sentada en el suelo, con Peridot acurrucada en sus brazos. Peridot no dejaba de temblar, su cuerpo sacudido por pequeños espasmos mientras trataba de procesar el trauma que acababa de vivir. Sus ojos estaban vacíos, perdidos en algún lugar lejano, y su respiración era rápida e irregular. Aunque no podía hablar, Ashley sentía todo lo que Peridot estaba experimentando, y eso le rompía el alma.

—Estoy aquí, Peridot... te tengo —murmuró Ashley, apretando más fuerte a Peridot contra su pecho. Sentía los latidos acelerados de la gema alta, su respiración errática, y deseaba poder hacer algo más para consolarla. El vínculo entre ellas, que había crecido tanto en tan poco tiempo, ahora parecía ser lo único que mantenía a Ashley firme en ese mar de caos.

Los dedos de Ashley se deslizaron suavemente por el cabello de Peridot, intentando calmarla. Sentía el calor del cuerpo de la gema, pero también sentía su miedo, ese miedo que había arraigado profundamente tras la tortura. Ashley cerró los ojos, apoyando su frente contra la de Peridot, deseando poder absorber todo ese dolor, desearía poder aliviar el terror que aún atormentaba a su amada.

—No te dejaré, ¿me oyes? No importa lo que pase... no dejaré que te hagan daño otra vez.

Peridot no podía responderle, pero el leve estremecimiento de su cuerpo contra el de Ashley le hizo saber que, de alguna manera, su presencia estaba ayudando. El simple hecho de estar juntas, en medio de toda esa devastación, era lo único que les daba una pequeña chispa de fuerza.

Jasmin observaba la escena, su corazón apretado por la angustia que sentía tanto de Lapis como de Ashley. Cada una estaba lidiando con el sufrimiento de sus seres queridos a su manera, pero el dolor era igual de palpable. Miró de nuevo a Lapis, quien seguía inclinada sobre Esmeralda, sus lágrimas cayendo silenciosamente sobre la mejilla de su amada.

"No puedo hacer esto sola... te necesito."

Las palabras eran tan desesperadas que Jasmin sintió su propia garganta cerrarse. Lapis parecía completamente rota, como si la fuerza que siempre la caracterizaba se hubiera desvanecido por completo. No era solo una súplica de amor, era una súplica de supervivencia. Lapis sabía que no podría seguir adelante sin Esmeralda. Aunque su relación había sido complicada, aunque el dolor y las heridas del pasado aún estaban frescas, en ese momento, todo lo que importaba era que Esmeralda abriera los ojos.

"Por favor, Esmeralda... solo una vez más... despierta."

El silencio en la sala se hizo aún más pesado, y por un instante, pareció que el mundo entero contenía el aliento. Jasmin podía sentir cómo el latido de su propio corazón se ralentizaba mientras esperaba, al igual que Lapis, algún signo de vida en Esmeralda. Los segundos parecían alargarse eternamente, y la esperanza comenzaba a desvanecerse.

Pero entonces, un leve movimiento. Un parpadeo. Los dedos de Lapis se tensaron, sus ojos se abrieron con sorpresa cuando vio el más pequeño destello de vida en el rostro de Esmeralda. Y luego, de manera lenta pero decidida, Esmeralda abrió los ojos.

Lapis dejó escapar un sollozo ahogado, sus manos temblorosas aferrándose más fuerte al cuerpo de Esmeralda mientras su corazón latía con una mezcla de alivio y angustia. Con una suavidad infinita, Lapis la abrazó con fuerza, como si temiera que pudiera perderla de nuevo en cualquier momento.

"Esmeralda..."

Jasmin sintió el susurro en su mente, y aunque las palabras eran apenas audibles, la emoción detrás de ellas era abrumadora. Lapis acarició la mejilla de Esmeralda, sus dedos aún temblorosos, pero llenos de una calidez renovada. Era como si todo su mundo hubiera vuelto a tener sentido en ese instante.

Esmeralda, aunque débil y herida, levantó lentamente su mano para tocar la de Lapis, un gesto que parecía insignificante, pero que lo significaba todo. Lapis cerró los ojos, permitiéndose un pequeño respiro de alivio mientras las lágrimas seguían cayendo por su rostro.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora