Las chicas, con Peridot en medio de ellas, se movieron rápidamente por los oscuros pasillos de la torre presidencial, sus pasos resonando en el silencio opresivo. Ashley mantenía su agarre firme en la mano de Peridot, quien, aunque temblaba, se dejaba guiar por la niña. Peridot, en su mente, no podía evitar recordar cómo Steven había sido su faro de redención, el único que la había salvado de la oscuridad en la que alguna vez se había sumido. Ahora, esa misma calidez que Steven le ofreció parecía emanar de Ashley, y aunque todo su ser estaba invadido por el miedo, una pequeña parte de ella encontraba consuelo en la presencia de la joven.
Las escaleras parecían interminables, y la tensión crecía con cada paso que daban hacia abajo. Jasmin mantenía sus sentidos alerta, escuchando cualquier movimiento en la distancia. Sabía que no tenían mucho tiempo antes de que los soldados o algo peor las alcanzara.
-Por aquí,- indicó Nagisa, tomando la delantera mientras giraba bruscamente en una esquina. -Estamos cerca de la salida.-
Peridot tropezó levemente, pero Ashley la sostuvo con fuerza, impidiendo que cayera. -No te preocupes, Peridot,- murmuró Ashley suavemente. -No dejaremos que te atrapen de nuevo.-
El aire en los pasillos se volvió más denso, y había una extraña sensación de que algo estaba terriblemente mal. Y justo cuando pensaban que podían lograrlo, cuando la salida parecía al alcance, se encontraron con una visión que les hizo detenerse en seco. Soldados, armados y con rostros implacables, llenaban el pasillo frente a ellas, bloqueando su camino. Detrás de ellos, Maximiliano y el Coronel se mantenían en pie, sus miradas severas clavadas en sus respectivas hijas.
-¿Ashley? ¿Jasmin?- La voz de Maximiliano era grave, llena de decepción y enojo. -¿Qué creen que están haciendo?-
El Coronel, con una expresión aún más fría, observaba a Ashley, su hija. -No puedo creer que te hayas involucrado con esta... abominación,- dijo con un tono duro, refiriéndose a Peridot, cuya mirada se llenó de terror al oír esas palabras. -Esperaba más de ti.-
Ashley sintió que sus piernas flaqueaban, pero se mantuvo firme, apretando más la mano de Peridot en un intento de tranquilizarla. -No sabes lo que estás haciendo, papá,- dijo Ashley con una voz temblorosa pero decidida. -Peridot no es una abominación, es una amiga.-
Jasmin, sintiendo el dolor de Peridot a través de las palabras que nadie más podía escuchar, dio un paso al frente. -¡No tienen idea de lo que han hecho! Esas gemas copia... ¿cuántas vidas más piensan arruinar?- Su voz era una mezcla de furia y desesperación.
Pero antes de que pudiera seguir, los soldados comenzaron a avanzar, sus armas cargadas con ácido apuntadas directamente hacia ellas. -¡Ríndanse ahora!- gritó uno de los soldados, su tono autoritario y sin compasión.
En ese momento, todo pareció perdido. Las chicas estaban acorraladas, sin escape y sin esperanza. Peridot, con sus poderes reducidos, no podía hacer mucho más que temblar de miedo. Pero justo cuando las sombras de la desesperación parecían engullirlas, un estruendo resonó por todo el lugar.
La puerta principal del edificio fue arrancada de sus bisagras y lanzada hacia adelante con una fuerza descomunal, derribando a varios soldados en el proceso. De pie en el umbral, bajo las luces intermitentes de las alarmas, estaba Perla, con su figura imponente y su capucha casi destrozada. Aunque no podía pronunciar palabra alguna, Jasmin podía escuchar claramente su voz en su mente, como un eco de valentía y determinación.
-No permitiré que les hagan daño.- Las palabras de Perla resonaron en la mente de Jasmin, llenas de una fuerza protectora que nunca había sentido antes. Sin decir una palabra, Perla se lanzó contra los soldados con una gracia y una ferocidad que pocas veces se veía. Moviéndose con velocidad impresionante, derribó a los soldados uno por uno, desarmándolos y enviándolos al suelo antes de que pudieran reaccionar.
Peridot, observando con asombro el poder de Perla, sintió una chispa de esperanza encenderse en su interior. Aunque debilitada, la visión de Perla luchando por ellas le dio la fuerza que necesitaba para actuar. Cerró los ojos con fuerza, concentrándose en lo poco que le quedaba de sus poderes psíquicos. No era mucho, pero era suficiente.
Con un esfuerzo titánico, Peridot levantó la mano y dirigió su energía hacia la estructura del edificio. Las paredes temblaron, y una parte del techo comenzó a ceder. La estructura misma del edificio se fracturó, enviando escombros hacia abajo y creando una distracción lo suficientemente grande como para que pudieran escapar.
-¡Corran!- gritó Jasmin, jalando a Ashley y a Peridot mientras las demás las seguían de cerca. El caos se desató a su alrededor mientras Perla seguía manteniendo a raya a los soldados, protegiéndolas con cada movimiento.
Sin embargo, no todo estaba bajo control. Justo cuando lograron salir del edificio, un grito furioso resonó detrás de ellas. -¡No las dejen escapar!- La voz de Maximiliano era un rugido de pura ira. -¡Liberen a las gemas copia! ¡Que las persigan hasta el fin del mundo si es necesario!-
El sonido de la voz de Maximiliano envió un escalofrío por la columna de las chicas. Sabían que lo peor aún estaba por venir. Mientras corrían por la oscuridad de la noche, con el sonido de las alarmas y los soldados en sus oídos, todas se dieron cuenta de que habían entrado en una batalla mucho más grande de lo que habían imaginado.
El miedo y la adrenalina se mezclaron en sus venas mientras corrían hacia lo desconocido, sin saber qué peligros las esperaban, pero sabiendo que ahora tenían a dos aliadas poderosas a su lado, aunque sus fuerzas estuvieran mermadas. El futuro era incierto, y cada paso que daban las acercaba más a enfrentarse a la brutal realidad de lo que se avecinaba.
Continuará...

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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...