Mary, con sus cortos siete años pero con un intelecto que deslumbraba a los presentes, comenzó a explicar en detalle el antídoto que había estado desarrollando. Con la frente arrugada en concentración, miraba a cada uno de los presentes, asegurándose de que comprendieran lo crucial que era lo que estaba por decir.
—Lo que he logrado crear es un antídoto que debería contrarrestar los efectos del ácido que ha estado afectando a las gemas —comenzó, su voz clara pero seria. Todas la miraban atentamente, incluso Nagisa, aunque su mente estaba dividida entre escuchar y preocuparse por Sarah.
—Básicamente, el ácido ha deteriorado la energía vital de las gemas, no solo sus habilidades. Este antídoto está diseñado para devolverles parte de esa energía —Mary señalaba un pequeño vial con líquido brillante, que brillaba tenuemente bajo la luz del entorno—. Pero... hay algo que deben entender —continuó, mirando a Peridot inconsciente y a Perla, aún debilitada en los brazos de Bismuto—. El antídoto no funcionará instantáneamente. Su efecto tardará en notarse. Y aunque puede restaurar los poderes de las gemas, tomará tiempo antes de que vuelvan a estar en su mejor forma.
El grupo permanecía en silencio, asimilando sus palabras. Esmeralda y Lapis, aunque incapaces de hablar, miraban a Mary con esperanza. Jasmin, quien siempre podía escuchar lo que las gemas querían decir, sabía que, a pesar del tiempo que tomaría, todas deseaban intentarlo, especialmente por Perla y Peridot.
—Podemos usarlo ahora para ayudar a Peridot y a Perla —añadió Mary, y su voz, aunque tranquila, cargaba el peso de la responsabilidad—. Peridot podría recuperarse más rápido debido a su resistencia, pero en el caso de Perla... —hizo una pausa y miró hacia Bismuto, que no dejaba de aferrar el cuerpo de su amiga—, podríamos reanimarla, pero no estará en condiciones de luchar. Debería descansar y evitar forzarse. Lo que le quitaron no fue solo su energía, sino su vitalidad misma. No sé si podrá volver a ser la misma.
El silencio era pesado. Todas comprendían que, aunque este antídoto ofrecía esperanza, no era una solución milagrosa.
Nagisa, quien había estado aguantando toda la tensión, explotó en ese momento. Su rostro se tornó sombrío y lleno de ira contenida, y sus palabras, cuando las pronunció, fueron ásperas y frías.
—¿De qué sirve todo esto si no encontramos a Sarah? —dijo de repente, interrumpiendo la calma del momento. Karla y Mary la miraron con sorpresa—. Esto no importa, ¡nada de esto importa si ella no está aquí! —gritó, con los ojos llenos de lágrimas, el miedo por su hermana pequeña desbordándola.
Karla, con su acostumbrada hiperactividad, intentó calmarla—. Nagisa, por favor, Sarah está bien, la encontraremos. Solo tenemos que ser pacientes...
Pero Nagisa no quería escuchar. La ira, el miedo, y todo lo que había contenido durante años explotaron de golpe.
—¡Cállate, Karla! —gritó con más fuerza de lo necesario, haciendo que Karla se encogiera un poco—. No tienes idea de lo que significa cuidar de alguien de verdad, ¡siempre haces lo que te dá la gana y te metes en problemas! ¡No ayudas! ¡Y Mary, tú solo eres una niña! ¡No entiendes lo que está en juego!
Mary abrió los ojos de par en par, sus pequeñas manos temblando. Karla intentó acercarse de nuevo, pero Nagisa se dio la vuelta bruscamente y salió corriendo, sin detenerse ni un segundo. El peso de sus palabras cayó sobre el grupo como un bloque de hielo.
Esmeralda observó la escena en silencio antes de tomar una decisión. Con una mirada firme, hizo un gesto a Lapis para que cuidara de las demás, y sin perder tiempo, siguió a Nagisa.
El ambiente se sentía denso y lleno de tensión. Jasmin intentó consolar a Mary y a Karla, quienes estaban visiblemente afectadas por las palabras de su hermana. Mary, aunque había intentado explicar el antídoto con toda la seriedad posible, no pudo evitar derrumbarse ante los gritos de Nagisa. Karla, por otro lado, se mantenía en silencio, algo raro para ella.
A lo lejos, Esmeralda finalmente encontró a Nagisa, quien estaba sentada en el suelo, su cuerpo temblando mientras las lágrimas corrían libremente por su rostro. La joven no había soltado todo el dolor que llevaba consigo durante años. Desde que sus padres murieron, desde que se había convertido en la única protectora de sus hermanas, todo se había acumulado. Ahora, con Sarah desaparecida, sentía como si todo su mundo se estuviera derrumbando.
Esmeralda se acercó lentamente, consciente de que cualquier movimiento brusco podría hacer que Nagisa se cerrara aún más. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se agachó a su lado, colocando una mano suave sobre su hombro. Nagisa alzó la vista, sus ojos rojos y llenos de desesperación.
Sin poder hablar, Esmeralda usó gestos para transmitir lo que no podía decir con palabras. Primero, señaló a Nagisa, luego al cielo, y finalmente hizo un gesto que indicaba el paso del tiempo. Con movimientos lentos, le mostró que debía tener paciencia, que encontrarían a Sarah, pero no si se dejaba consumir por la desesperación.
Pero Nagisa estaba rota. Las lágrimas no dejaban de caer mientras se inclinaba hacia adelante, aferrándose al brazo de Esmeralda como si fuera su último salvavidas. Entre sollozos, las palabras comenzaron a brotar de sus labios, como un torrente incontrolable.
—No puedo más... Esmeralda, no puedo más —lloraba, su voz entrecortada—. Mis padres... ellos me odiaban. Nunca... nunca me cuidaron. Todo lo que hacían era herirnos. Y luego, cuando murieron, yo... yo tuve que ser fuerte. Tuve que cuidar de Karla, de Mary... de Sarah. Ellas son todo lo que tengo —sus palabras se quebraban a medida que los recuerdos la inundaban—. Este maldito mundo me odia, y yo... yo no sé cómo protegerlas de él. ¡No sé qué hacer!
Esmeralda, viendo el sufrimiento de Nagisa, la envolvió en un abrazo. A pesar de no poder hablar, sus gestos y su calidez eran suficientes. Le mostró que no estaba sola, que no tenía que llevar todo ese peso sobre sus hombros.
Mientras Nagisa seguía llorando, los recuerdos más oscuros de su vida pasaban por su mente. Los gritos de sus padres, los golpes, las noches en las que no podía dormir por el miedo. Recordaba cómo, a los seis años, había tenido que esconderse con Karla cuando sus padres se enfurecían, protegiéndola con su propio cuerpo. Recordaba cómo, siendo apenas una niña, había aprendido a cuidar a sus hermanas menores en un mundo que se desmoronaba a su alrededor.
Finalmente, cuando las lágrimas cesaron un poco, Nagisa levantó la vista hacia Esmeralda. Había algo en su mirada, una mezcla de comprensión y bondad, que hizo que Nagisa se sintiera avergonzada por la forma en que había tratado a sus hermanas.
Esmeralda hizo un gesto lento, tocando su propio corazón y luego señalando a Nagisa, indicándole que debía perdonarse a sí misma primero, antes de poder seguir adelante. Luego, le mostró cómo debía buscar consuelo en sus seres queridos, no alejarse de ellos.
Nagisa, con lágrimas renovadas, entendió el mensaje. Había tratado mal a sus hermanas y amigas por su propia angustia, pero Esmeralda le había mostrado que aún había tiempo para enmendarlo.
**Continuará...**
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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...