Capítulo 41

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La madrugada era fría y oscura, un manto de neblina cubría las calles de la ciudad, sumiendo todo en un silencio inquietante. El reloj en la pared marcaba las 3:00 am cuando Nagisa, Ray, Ashley y Jasmin se encontraban en la sala, preparándose para lo que sabían que sería una misión peligrosa. Perla, envuelta en una capa oscura que ocultaba su estatura imponente, permanecía en un rincón, inmóvil, como una guardiana silenciosa. Sus ojos brillaban con una determinación fría, lista para lo que se avecinaba.

Karla, Mary y Sarah estaban en la habitación de al lado, insistiendo en que querían ir con ellas. -No es seguro para ustedes,- había dicho Nagisa con firmeza, su voz suave pero irrefutable. -Necesito que se queden aquí y cuiden de Aria.-

Karla había fruncido el ceño, con los ojos brillantes de preocupación. -Pero... ¿y si les pasa algo? No quiero que vayan solas...-

Mary había mirado a su hermana mayor, su brazo robótico haciendo pequeños sonidos mientras lo movía nerviosamente. -Tienes que regresar,- dijo, casi en un susurro. -Prométeme que lo harás.-

Nagisa se arrodilló frente a ellas, tomando la mano de Mary y acariciando el cabello de Karla con la otra. -Lo prometo,- dijo, con una firmeza que casi le dolía. -Volveré. Volveremos todas.-

Sarah, en su inocencia, había abrazado a Nagisa con fuerza. -¿Traerás a Peridot?- preguntó con los ojos grandes y llenos de esperanza.

Nagisa sonrió suavemente, aunque por dentro su corazón estaba cargado de preocupación. -Eso intentaremos, pequeña. Ahora, quédense aquí, estén seguras, y cuiden la casa, ¿de acuerdo?-

Las tres niñas asintieron a regañadientes, viendo cómo sus hermanas mayores se preparaban para salir en la fría madrugada.

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El plan era simple, pero la ejecución sería todo menos eso. Deberían moverse en silencio, evitando a los soldados y a las gemas Topacio que patrullaban las calles. Cada paso debía ser calculado, cada movimiento preciso, o todo podría desmoronarse en un instante.

Las calles estaban desiertas, pero la sensación de estar observadas era palpable. Las chicas avanzaban con cautela, escondiéndose en las sombras, avanzando de callejón en callejón, con Perla siempre cerca, como una sombra protectora.

Jasmin, que lideraba el grupo, sentía su corazón latir con fuerza. La tensión en el aire era tan densa que casi se podía cortar con un cuchillo. -Mantente cerca,- oyó la voz de Perla en su mente, un recordatorio silencioso que la hizo sentir una mezcla de calma y miedo. Sabía que Perla haría todo lo posible para protegerlas, pero también era consciente de los peligros que las rodeaban.

Ray, con su agudo sentido de alerta, hizo una señal para que se detuvieran. Había oído algo, un murmullo lejano, tal vez el sonido de botas marchando. Todas se congelaron en su lugar, conteniendo la respiración, esperando que no fueran descubiertas.

Un par de soldados pasaron cerca, sus pasos resonando en la noche. Las chicas se presionaron contra la pared, ocultas en la oscuridad, mientras los soldados pasaban de largo, ajenos a su presencia. Cuando el sonido de los pasos se desvaneció, Ray exhaló un suspiro de alivio y les hizo una señal para que continuaran.

La neblina no ayudaba, convirtiendo cada sombra en una posible amenaza. Pero Perla, con su estatura imponente y su capacidad para sentir los peligros, las guiaba con firmeza. Se movía con una gracia sobrenatural, siempre alerta, sus ojos escaneando cada rincón, cada callejón, asegurándose de que no hubiera trampas.

En un momento, mientras cruzaban una calle abierta, una luz se encendió a lo lejos, y el sonido de un motor rompió el silencio. -¡Agáchense!- susurró Nagisa con urgencia. Todas se tiraron al suelo, cubiertas por la neblina, mientras un vehículo militar patrullaba lentamente, con sus faros iluminando el camino.

Los segundos pasaron como horas, cada una de ellas conteniendo la respiración, temiendo que un solo movimiento pudiera delatarlas. Perla estaba justo delante de ellas, sus ojos fijos en el vehículo, lista para intervenir si era necesario.

Cuando el vehículo finalmente se alejó, dejando atrás solo el eco de su motor, las chicas se levantaron, sintiendo el frío penetrar sus huesos. Ashley se estremeció, tanto por el frío como por el miedo que no lograba sacudirse.

-Estamos cerca,- dijo Jasmin, su voz apenas audible. La torre presidencial se alzaba en la distancia, una silueta amenazante contra el cielo nocturno. Estaban a solo unos minutos de su destino, pero esos últimos metros eran los más peligrosos.

Mientras se acercaban, notaron a las gemas Topacio patrullando la entrada principal. Eran imponentes, con sus cuerpos sólidos y miradas penetrantes. Jasmin sintió una punzada en el pecho al verlas, recordando lo que había oído sobre el destino de otras gemas, forzadas a trabajar, despojadas de su dignidad.

-Tenemos que rodearlas,- susurró Nagisa, señalando un camino alternativo que bordeaba la torre. El grupo se deslizó por la ruta más oscura, con Perla tomando la delantera, moviéndose con una agilidad impresionante para su tamaño.

Cada crujido de ramas bajo sus pies, cada golpe del viento en las ventanas de los edificios cercanos, hacía que sus corazones latieran más rápido. Pero seguían adelante, impulsadas por la necesidad de salvar a Peridot y por la certeza de que no podían fallar.

Cuando finalmente llegaron a la base de la torre, el aliento colectivo de alivio fue palpable. Se habían acercado lo suficiente sin ser detectadas, pero sabían que lo más difícil estaba por venir.

Perla, que hasta entonces había estado enfocada en la misión, se volvió hacia ellas, sus ojos mostrando una mezcla de determinación y algo más... tal vez duda. -Estoy aquí para ayudarlas, pero sepan que el riesgo es alto,- transmitió mentalmente a Jasmin, quien asintió levemente.

-Lo sabemos,- respondió Jasmin en un susurro, asegurando a Perla que estaban preparadas para lo que fuera necesario.

Las chicas se reunieron en un pequeño círculo, sabiendo que lo siguiente sería vital. Perla se posicionó cerca de la entrada, lista para protegerlas si era necesario.

La tensión en el aire era palpable, y cada una de ellas podía sentir el peso de lo que estaba por venir. Sabían que un solo error podría costarles todo, pero no podían permitir que el miedo las paralizara.

Con un último intercambio de miradas, Jasmin hizo un gesto hacia la puerta, y Perla asintió, preparada para liderarlas hacia lo desconocido.

Continuará...

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora