Capítulo 125

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La primera sensación que invadió a Ashley al abrir los ojos fue el calor sofocante que la rodeaba. El aroma acre del humo llenaba sus pulmones, haciendo que tosiera de manera entrecortada, con los ojos irritados por el fuego que ardía a su alrededor. Se incorporó lentamente, parpadeando para tratar de ubicarse en el entorno. El bosque en el que se encontraban había sido consumido por las llamas. Las hojas secas crepitaban bajo las llamas, y los troncos de los árboles parecían a punto de ceder. El cielo estaba cubierto por una nube de humo negro que ocultaba las estrellas.

—¿Peridot? —La voz de Ashley salió rasposa y débil, mientras trataba de enfocar sus pensamientos y recordar lo que había sucedido.

Giró la cabeza, y su corazón se detuvo por un momento al ver a Peridot a su lado, inmóvil, con heridas visibles en su cuerpo. Sus ropas estaban desgarradas, y la superficie de su piel mostraba quemaduras leves. Aunque no sangraba como lo haría un humano, su cuerpo había recibido un daño considerable. El pánico se apoderó de Ashley al ver la gravedad de sus heridas.

—¡Peridot! —gritó, su voz ahora llena de desesperación.

Karla, quien estaba a unos metros, aún en el suelo, gimió mientras intentaba levantarse. Su rostro mostraba una expresión de puro terror. Su mente parecía estar atrapada en el caos que la rodeaba, el fuego, el humo, y el ruido ensordecedor de los árboles cayendo. La niña de diez años estaba respirando agitadamente, su cuerpo temblaba y sus ojos se movían de un lado a otro, incapaces de concentrarse en un solo punto.

—¡Ashley! ¡Ashley! —gritaba, completamente aterrada, mientras trataba de aferrarse a algo tangible en medio de su confusión mental.

Ashley sintió que el miedo la inundaba, pero no podía permitirse el lujo de sucumbir a él. Se arrastró hacia Peridot, quien comenzaba a moverse lentamente, con un gemido débil, aunque incapaz de pronunciar palabra alguna. Ashley notó cómo la gema había usado su cuerpo como escudo para protegerlas del impacto y del fuego. Su corazón se aceleró aún más al darse cuenta de lo que eso significaba. Peridot había arriesgado su vida para salvarlas.

—Peridot... —Ashley susurró, sus manos temblando al tocar suavemente el brazo de la gema, notando cómo la piel sintética se sentía más caliente de lo habitual.

Peridot abrió los ojos, su mirada perdida y apagada. Aunque no podía hablar, su dolor era palpable. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Ashley. Verla así, herida y vulnerable, le partía el alma. Había algo dentro de ella, una mezcla de angustia y amor que no podía contener. Ashley amaba a Peridot. Siempre lo había sabido, pero ahora, viendo a la gema en ese estado, se dio cuenta de cuánto la necesitaba.

—No te dejaré... no dejaré que te pase nada, —murmuró con determinación, sus ojos llenándose de lágrimas que no se permitiría derramar en ese momento. Debía mantenerse fuerte, por Karla y por Peridot.

El sonido del fuego rugiendo a su alrededor rompió el breve momento. Karla seguía inmersa en su propio caos, murmurando palabras incoherentes mientras trataba de calmarse, pero no podía. Ashley sabía que si no salían de allí, el fuego acabaría con ellas.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó, aunque la mayor parte de sus palabras estaban dirigidas a sí misma. Acarició el rostro de Peridot, intentando transmitirle algo de calma. Peridot, a pesar de su estado, asintió débilmente, confirmando que aún estaba consciente.

Ashley la ayudó a levantarse, y ambas se dirigieron hacia Karla, quien estaba paralizada de miedo. Ashley se arrodilló frente a ella, sujetándola suavemente por los hombros y mirándola directamente a los ojos.

—Karla, mírame. Estamos juntas en esto. Necesito que te calmes, ¿de acuerdo? Vamos a salir de aquí, pero necesito que te concentres. Respira conmigo.

Karla temblaba, sus ojos llenos de lágrimas, pero hizo un esfuerzo por seguir la guía de Ashley. Respiró profundamente, aunque sus respiraciones seguían siendo entrecortadas. Su cerebro luchaba por salir de la tormenta que la agobiaba.

—No puedo... no puedo... ¡el fuego! —murmuraba Karla, agitada.

Ashley negó con la cabeza, sin dejar de sostenerla. —Sí puedes, Karla. Estoy contigo, ¿vale? Vamos a salir juntas. Solo confía en mí.

Peridot, aunque herida, se levantó lentamente y con dificultad, tambaleándose mientras miraba el caos que las rodeaba. Aunque no podía hablar, su determinación era innegable. Ashley notó que Peridot estaba señalando un camino entre los árboles, uno que parecía menos afectado por el fuego. Aunque el humo cubría la mayor parte del horizonte, se podía distinguir una ruta de escape.

—¡Vamos, Peridot ha encontrado una salida! —exclamó Ashley, tomando la mano de Karla con fuerza, y con la otra mano apoyando a Peridot, quien seguía tambaleándose.

El trío comenzó a moverse, a pesar del caos que las rodeaba. El calor abrasador parecía seguirlas, mientras las llamas avanzaban cada vez más rápido. Peridot caminaba con dificultad, su cuerpo herido tratando de mantener el ritmo, y a cada paso, Ashley podía ver cómo la piel sintética de la gema se quemaba con pequeñas llamas que la alcanzaban. Pero Peridot no se detuvo. Su fortaleza era algo que Ashley admiraba profundamente.

—¡Por aquí! —gritó Ashley, guiando a Karla, quien a pesar de su miedo seguía aferrada a ella.

El fuego parecía rodearlas, pero Peridot, con una fuerza sobrehumana, empujó a Ashley y a Karla hacia adelante, protegiéndolas del impacto de un árbol en llamas que cayó justo detrás de ellas. Ashley sintió su corazón acelerarse aún más al ver cómo Peridot se quemaba en el proceso, pero no hubo tiempo para detenerse.

Finalmente, tras lo que parecieron horas de angustia y caos, llegaron a un claro donde el fuego no había llegado aún. Las tres colapsaron en el suelo, respirando con dificultad, cubiertas de hollín y con el cuerpo adolorido. Karla lloraba suavemente, y Ashley apenas podía moverse, con los músculos agotados. Pero lo peor ya había pasado.

Ashley se inclinó sobre Peridot, sus manos temblorosas al ver las quemaduras que cubrían su cuerpo. Quería hacer algo, cualquier cosa, pero no sabía cómo ayudar.

—Peridot... —susurró, con lágrimas acumulándose en sus ojos. Las había protegido, había arriesgado todo por ellas.

El silencio del claro solo era roto por los sollozos de Karla y el crujido distante de las llamas. Ashley tomó la mano de Peridot, apretándola suavemente, mientras su corazón latía desbocado por el temor de perderla.

Peridot, a pesar de sus heridas, apretó ligeramente la mano de Ashley en respuesta, dándole a entender que seguía luchando.

El trío se acurrucó en aquel claro, mientras Ashley intentaba mantenerse calmada, sabiendo que aún no estaban fuera de peligro, pero al menos habían escapado del incendio. Ahora solo debían esperar y buscar al resto del grupo.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora