Capítulo 155

10 0 0
                                    

Zafiro abrió los ojos completamente, sintiendo el peso de las miradas sobre ella. A pesar de haberse reunido con Rubí, el ver a tantas personas y gemas desconocidas observándola hizo que su cuerpo se tensara ligeramente. Sus ojos azules parpadearon, llenos de incertidumbre, mientras se aferraba inconscientemente al brazo de Rubí.

El grupo alrededor de ellas permanecía en silencio, cada uno observando el momento con cierta reverencia, sin querer interrumpir la calma que finalmente había llegado. Sin embargo, Zafiro no podía evitar sentir una oleada de timidez y vulnerabilidad al ser el centro de atención después de todo lo que había pasado.

Rubí, quien había notado la tensión en Zafiro, se acercó aún más, poniendo su mano cálida sobre el hombro de ella. Aunque no podía hablar, el gesto de Rubí fue suficiente para transmitir todo lo que sentía. Con una leve inclinación de su cabeza, Rubí le dio a Zafiro una mirada tranquilizadora, sus ojos expresando la promesa de que todo estaba bien, de que ella siempre estaría a su lado para protegerla.

Zafiro tomó una respiración profunda, pero seguía insegura. Era difícil confiar después de lo que había vivido, y la presencia de todas esas chicas desconocidas le hacía sentir que aún había peligro. Fue entonces cuando una pequeña figura se acercó, con una inocencia desbordante y una sonrisa dulce.

—¿Estás bien? —Sarah preguntó suavemente, con sus ojos grandes y brillantes llenos de preocupación.

Antes de que Zafiro pudiera reaccionar, la pequeña Sarah se lanzó hacia ella, rodeándola con sus brazos diminutos en un abrazo lleno de ternura. Zafiro quedó paralizada un momento, sorprendida por el gesto, pero la calidez de la pequeña hizo que su corazón, cargado de temor, empezara a relajarse.

Sarah, con su pureza infantil, parecía ser la única capaz de calmar las barreras que Zafiro había levantado.

—Tú eres buena —dijo Sarah con una dulce sonrisa—. Puedes confiar en nosotras. Nosotras te cuidamos.

Esas palabras, simples pero cargadas de sinceridad, derritieron la desconfianza que Zafiro aún sostenía. Sarah se separó un poco, mirándola con una alegría genuina que desarmaba cualquier tipo de duda. Zafiro, por primera vez en mucho tiempo, se sintió segura. Asintió levemente, devolviéndole una mirada de agradecimiento, sintiendo que, al menos con esta pequeña, podía bajar la guardia.

En ese momento, Esmeralda y Lapis se acercaron con pasos suaves, seguidas de Peridot, quien aún mostraba signos de cansancio pero no podía ocultar la felicidad en su rostro al ver a Zafiro consciente.

—Nos alegra tanto que estés viva —dijo Jasmin, traduciendo las palabras de las gemas que solo ella podía escuchar—. Ahora estás a salvo, y prometemos que nadie te hará daño.

Esmeralda, Lapis y Peridot asintieron al unísono. Las tres gemas estaban aliviadas de ver a Zafiro con vida y querían hacerle saber que no estaba sola. Las chicas que las rodeaban, aunque jóvenes, eran dignas de confianza. Zafiro miró a cada una de ellas, observando sus expresiones llenas de compasión y solidaridad, y aunque aún le costaba comprenderlo todo, empezaba a sentir que tal vez, solo tal vez, podía confiar en ellas.

Zafiro, al calmarse un poco más, dejó que su mirada recorriera el grupo hasta que sus ojos se posaron en una imagen que la perturbó profundamente: Perla, inconsciente, en los brazos de Bismuto. La joya de Perla, usualmente brillante, parecía opaca, sin vida.

"¿Qué le pasó a Perla?" —preguntó Zafiro con una mezcla de temor y tristeza. Aunque sabía que nadie podía responderle directamente, esperaba que Rubí o alguna de las gemas pudiera explicarlo.

Jasmin, quien había estado escuchando atentamente las palabras no dichas de las gemas, decidió intervenir.

—Fue culpa de las gemas copia —explicó Jasmin con tono serio pero calmado—. Ellas robaron la energía vital de Perla... la atacaron y le quitaron gran parte de su fuerza. Por eso está así. Pero no te preocupes, estamos haciendo todo lo posible para ayudarla a recuperarse.

Zafiro asintió lentamente, procesando la situación. Aunque no podía hablar con ellas, podía ver la sinceridad en los ojos de las chicas. Aún se sentía abrumada, pero el amor de Rubí y el abrazo inocente de Sarah habían empezado a suavizar sus temores.

El grupo comenzó a moverse, preparándose para pasar la noche en las ruinas del laboratorio. El lugar, aunque desgastado, les proporcionaba al menos algo de refugio en medio del caos que había envuelto sus vidas recientemente.

Sarah no se separó de Zafiro ni un momento. La pequeña se acurrucó junto a ella y Rubí, decidida a no dejarlas solas. Ambas gemas, exhaustas pero llenas de amor, la dejaron quedarse. Rubí abrazó a Sarah por un lado, mientras Zafiro, aún un poco temerosa, se permitía relajarse junto a ellas.

Cerca de allí, Ashley y Peridot se miraron a los ojos. Peridot, que aún estaba débil, hizo un esfuerzo por levantarse y caminó hacia Ashley. Sin decir una palabra, la abrazó fuertemente, aferrándose a ella como si no quisiera soltarla nunca. Ashley, sorprendida al principio, sintió que sus mejillas se sonrojaban intensamente, pero no apartó a Peridot. En cambio, correspondió al abrazo, dejándose llevar por el momento. Sin necesidad de palabras, ambas sabían que había algo especial entre ellas, algo que estaba creciendo con cada momento que pasaban juntas.

Después de un rato, decidieron salir a caminar un poco, alejándose del bullicio del grupo para disfrutar de un momento de paz bajo el cielo nocturno.

Mientras tanto, Karla, siempre inquieta, se había acomodado junto a Lapis, con quien había desarrollado una amistad única. La niña de diez años, con su energía inagotable, no paraba de hablar, haciendo que Lapis, quien la escuchaba con una sonrisa en su rostro, se sintiera menos sola.

Mary, por su parte, decidió acompañar a Bismuto, quien seguía sosteniendo a Perla con mucho cuidado. Jasmin también se unió a ellas, sintiendo que su lugar estaba allí, asegurándose de que todo estuviera bien con las gemas.

Nagisa, después de un día lleno de tensión, finalmente se permitió relajarse. Se acurrucó junto a Esmeralda, buscando en ella el consuelo y la fuerza que tanto necesitaba. Ray, sintiéndose tranquila al ver a su amiga en paz, acariciaba a Aria, quien también había hecho su parte al rescatar los fragmentos de las Diamantes.

El grupo, aunque cansado y herido, se encontraba ahora en un momento de calma, unidas por la confianza y el amor que habían construido. La noche avanzaba, y aunque las sombras aún acechaban, sabían que mientras estuvieran juntas, podrían superar cualquier obstáculo.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora