El claro del bosque seguía inmerso en una atmósfera densa y aterradora. La luna bañaba todo con una luz pálida, reflejándose en las superficies angulosas de las gemas Jaspe que rodeaban a Perla. Estas gemas naranjas, imponentes y salvajes, no mostraban compasión mientras golpeaban a Perla una y otra vez, cada golpe más brutal que el anterior. La débil resistencia que Perla había mostrado al principio se había desvanecido, y ahora su cuerpo yacía inmóvil en el suelo, sometido bajo el peso de las gemas que la atacaban sin piedad.
Jasmin, incapaz de soportar más la escena, escuchaba con claridad las palabras llenas de odio y venganza que surgían de las Jaspes. Aunque estas criaturas solo gruñían y rugían para las demás chicas, en la mente de Jasmin sus palabras eran tan claras como el agua.
—Destruyamos a esta traidora… ¡Acabemos con ella! —gruñían las Jaspes, sus voces cargadas de rencor—. ¡Venganza por nuestra líder, capturada por esos malditos humanos!
Las palabras resonaban en la cabeza de Jasmin como un eco sin fin, llenándola de una angustia profunda. Las otras chicas, Nagisa, Ray, y Ashley, observaban con horror la escena, sus cuerpos paralizados por el miedo. Aria, la perrita, ladraba incesantemente, como si intentara ahuyentar a las gemas, pero era inútil.
Ray fue la primera en reaccionar, agarrando el brazo de Jasmin con fuerza. —¡No te acerques, Jasmin! —le suplicó, su voz temblorosa—. ¡No sabes lo que pueden hacerte!
—¡Es demasiado peligroso! —añadió Nagisa, su tono más firme, pero con el mismo pánico evidente en su rostro.
Pero Jasmin no las escuchaba. Algo en su interior la empujaba a actuar, una fuerza que no podía ignorar. Sabía que no tenía mucho tiempo; si no hacía algo pronto, Perla no sobreviviría. Así que, tomando una decisión que iba en contra de todo instinto de supervivencia, Jasmin apartó suavemente las manos de sus amigas y comenzó a caminar hacia las Jaspes.
—¡Jasmin, por favor, no lo hagas! —gritó Ashley, su voz llena de desesperación.
Pero Jasmin siguió avanzando, ignorando los gritos de sus amigas y los ladridos de Aria. Cada paso que daba hacia las Jaspes parecía cargarla de una determinación silenciosa, como si supiera que lo que estaba a punto de hacer era lo correcto, aunque no supiera cómo o por qué.
Las Jaspes, al notar su acercamiento, dejaron de golpear a Perla y se volvieron hacia ella. Sus ojos salvajes la observaron con una mezcla de curiosidad y hostilidad. Jasmin podía sentir el peligro inminente en el aire, pero no se detuvo. En lugar de retroceder o levantar las manos en señal de rendición, se arrodilló ante ellas, extendiendo las manos hacia adelante en un gesto de paz y rendición.
—Por favor —murmuró, aunque sabía que las gemas no podían escucharla de la misma forma en que escuchaban los humanos—, déjenla ir. No tiene que ser así.
Las Jaspes gruñeron, y una de ellas se acercó, inclinando su rostro hacia el de Jasmin, como si intentara intimidarla. Sus ojos naranjas, llenos de furia, la miraron fijamente. Jasmin podía sentir la tensión en el aire, pero algo en su interior la mantenía firme, sin mostrar miedo.
—No queremos hacerte daño —dijo, manteniendo su voz suave, aunque sabía que solo ella podía escuchar lo que decían—. Solo queremos que nos devuelvan a nuestra líder. Estos humanos la han capturado, y esta traidora se ha puesto de su lado.
—Lo sé, lo sé… —respondió Jasmin, su voz apenas un susurro. Había algo más allá del miedo en esas palabras, algo que la conectaba con ellas—. Pero matarla no la traerá de vuelta, solo las llenará de más odio y tristeza.
Las otras chicas observaban la escena con asombro. No podían entender lo que estaba sucediendo. Desde su perspectiva, Jasmin simplemente estaba arrodillada, susurrando palabras que no podían oír mientras las Jaspes la rodeaban, cada una más peligrosa que la anterior. Pero para Jasmin, cada palabra que decía resonaba con una fuerza que ni siquiera ella comprendía del todo.
—Ustedes no son malas —continuó Jasmin, sus ojos fijos en las Jaspes—. Están asustadas, están enfadadas, pero hay otra forma. Por favor, vuelvan a casa. Su líder las necesita, no pueden ayudarla si están aquí.
Las Jaspes la miraron fijamente, sus ojos llenos de confusión. Para ellas, todo lo que sabían era luchar, proteger a su especie y vengar a su líder. Pero ahora, ante esta humana que las miraba sin miedo y hablaba con una calma incomprensible, algo en su resolución comenzó a tambalearse.
—Si destruyen a Perla, no conseguirán nada —dijo Jasmin, sus palabras llenas de una sinceridad que perforaba el silencio—. Y si me destruyen a mí, solo habrán hecho que todo esto sea aún más doloroso. No quiero pelear, no quiero que ustedes peleen tampoco.
Las Jaspes intercambiaron miradas entre ellas, su gruñido feroz disminuyendo gradualmente. Jasmin podía sentir que sus palabras estaban alcanzando alguna parte de ellas, un lugar en su interior donde el odio no dominaba completamente.
—Vuelvan a casa —repitió Jasmin, sus ojos suplicantes—. No hay necesidad de más dolor.
Una de las Jaspes, la más cercana a Jasmin, emitió un gruñido bajo antes de retroceder un paso. Las otras, siguiendo su ejemplo, comenzaron a retroceder también, sus miradas aún desafiantes pero menos agresivas. Jasmin no podía creer lo que estaba viendo. Las Jaspes estaban cediendo.
Finalmente, la líder de las Jaspes, que había sido la primera en retroceder, dio una última mirada a Jasmin antes de girarse hacia las otras gemas.
—Volvamos —dijo en voz baja, pero solo Jasmin pudo escucharla—. No tenemos nada más que hacer aquí.
Y con eso, las Jaspes comenzaron a retirarse, alejándose de Perla y de Jasmin, desapareciendo en las sombras del bosque. Jasmin se quedó de rodillas, observando cómo se marchaban, sin atreverse a moverse hasta que todas las Jaspes hubieron desaparecido por completo.
Cuando todo quedó en silencio, Jasmin soltó un suspiro profundo, sintiendo cómo la tensión se disipaba lentamente. Había logrado lo impensable: había salvado a Perla sin derramar una sola gota de sangre.
Las chicas se acercaron rápidamente a ella, con expresiones de asombro y alivio. Ninguna de ellas podía creer lo que acababa de ocurrir, pero todas estaban demasiado agradecidas para cuestionarlo. Aria corrió hacia Jasmin, lamiendo sus manos como si también quisiera mostrar su gratitud.
Jasmin se levantó lentamente, sus piernas temblando un poco por la adrenalina. No sabía cómo había logrado lo que acababa de hacer, pero en ese momento, lo único que importaba era que todas estaban a salvo.
El claro estaba tranquilo de nuevo, pero las chicas sabían que lo que había sucedido ahí dejaría una marca en ellas. Sin embargo, antes de que pudieran procesar todo lo que había pasado, se dieron cuenta de que Perla seguía en el suelo, inconsciente y gravemente herida.
**Continuará**
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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...