Las chicas habían avanzado bastante en su trabajo, pero justo cuando todo parecía estar en marcha, las hermanas de Nagisa comenzaron a causar problemas.
Karla, con su inagotable energía, comenzó a correr por la sala, levantando papeles y juguetes que encontraba a su paso. Mary, por su parte, había decidido que era el momento perfecto para probar una nueva modificación en su brazo robótico, causando que chispas salieran de su mesa de trabajo en la esquina, mientras Sarah, que apenas había dormido la noche anterior, empezó a llorar suavemente, asustada por el ruido y el caos que se estaba desatando a su alrededor.
Nagisa soltó un suspiro exasperado y se levantó de inmediato. —Karla, por favor, detente. ¡Mary, no ahora! Y Sarah, tranquila, no pasa nada.—
Ray, que intentaba concentrarse en la redacción, miró a su alrededor, viendo cómo el desorden empezaba a apoderarse del espacio. —Yo me encargo de Karla,— dijo con determinación, levantándose y dirigiéndose hacia la niña, que seguía corriendo con un juguete en la mano.
—¡Atrápame si puedes, Ray!— gritó Karla, riendo mientras zigzagueaba por la sala.
Ray intentó atraparla, pero la energía de Karla era imparable, y la niña seguía escapando con facilidad, mientras Ray comenzaba a perder la paciencia. —¡Karla, en serio, para! No puedo concentrarme con todo este lío.—
Mary, ajena a la confusión que estaba causando, seguía experimentando con su brazo robótico, ajustando cables y probando nuevas conexiones. —Solo necesito un minuto más, Nagisa, casi lo tengo,— dijo, sin levantar la vista.
Pero justo en ese momento, una chispa más grande salió del brazo, asustando a Sarah aún más, quien ahora lloraba abiertamente, aferrándose al peluche que había ofrecido a Jasmin más temprano.
Nagisa, con la paciencia al borde, se dirigió hacia Mary, apagando el pequeño aparato que la niña había construido. —Mary, por favor, podemos hacer esto más tarde. Ahora necesito que me ayudes a calmar a Sarah.—
Mientras tanto, Ashley observaba todo el caos desde su lugar en la mesa, sintiendo la tensión aumentar. Fue entonces cuando notó que Jasmin, que había estado visiblemente distraída durante todo el proceso, se levantaba lentamente de la mesa y se dirigía a la sala de estar, con la mirada perdida.
Ashley frunció el ceño, dándose cuenta de que algo estaba mal. —Chicas, vuelvo en un segundo,— dijo, levantándose también y siguiéndola, mientras la pequeña perrita, Aria, correteaba detrás de ella.
Jasmin se sentó en el sofá de la sala de estar, la mirada perdida, reviviendo una y otra vez las imágenes de lo que había presenciado en el laboratorio de su padre. No podía quitarse de la cabeza los gritos de las gemas, especialmente de Aquamarina. No se había sentido tan desconcertada en su vida. Lo que había visto la había dejado sin palabras, y aunque quería contárselo a alguien, no sabía si podía confiar en sus amigas.
Ashley, quien había notado la actitud extraña de Jasmin desde que llegaron a casa de Nagisa, decidió seguirla. Aria, la cachorrita, iba detrás de ella, su pequeña cola moviéndose alegremente, ajena a la tensión que llenaba el ambiente. Cuando Ashley vio a Jasmin en el sofá, dudó por un momento, preguntándose si debería darle espacio. Pero cuando notó las lágrimas silenciosas rodando por las mejillas de Jasmin, se decidió.
Ashley se sentó a su lado, en silencio al principio, permitiéndole tiempo para procesar. Aria, siempre sensible a los sentimientos humanos, se subió al regazo de Jasmin, olisqueando su rostro y tratando de lamer sus lágrimas. Jasmin le acarició la cabeza distraídamente, aún sin decir nada.
Finalmente, Ashley rompió el silencio, su voz suave pero firme. —Jasmin, ¿qué es lo que te está molestando? Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? No soy buena con este tipo de cosas, pero puedo escuchar.—
Jasmin vaciló, pero algo en la calidez de Ashley la animó a hablar. —Vi algo terrible, Ashley… Algo que no debería haber visto. Mi padre… en su laboratorio… está haciendo cosas horribles con las gemas. Vi cómo torturaban a una Aquamarina… La vi, la escuché gritar, pidiendo ayuda, pero nadie la escuchaba… excepto yo.— Su voz temblaba mientras hablaba, las imágenes todavía frescas en su mente.
Ashley se quedó en silencio, procesando lo que Jasmin le había contado. Su primer instinto fue de enojo, pero se contuvo, sabiendo que su reacción no ayudaría a calmar a Jasmin. En su lugar, tomó una profunda respiración y comenzó a hablar, recordando su propio pasado.
—Jasmin… Sé que esto es difícil de procesar. Sé lo que es vivir con algo que no puedes controlar, con alguien que debería protegerte, pero que en lugar de eso, te lastima. Mi padre… él es un coronel, y nunca ha sido una buena persona. La cicatriz que ves en mi rostro… no fue un accidente. Mi padre… Él… me lo hizo a propósito cuando era pequeña, porque no estaba de acuerdo con él. Para él, soy solo un error, algo que necesita ser corregido. Nunca me ha demostrado amor, ni un solo día en mi vida.—
Jasmin la miró, sorprendida por la revelación. No podía imaginarse lo que Ashley había pasado. Ashley continuó, su voz temblando un poco al recordar esos dolorosos momentos de su vida.
—Cuando era niña, mi madre intentaba protegerme de él, pero cuando ella falleció, no había nadie más. Todo lo que hice, cada pequeño error, él lo usaba como una excusa para… disciplinarme. La cicatriz en mi mejilla es solo una de las muchas marcas que me dejó, no solo en mi cuerpo, sino también en mi mente. Pero lo que más me duele es que, a pesar de todo, sigo siendo su hija, y en algún lugar, aún quería que él me amara, que me aceptara.—
Ashley hizo una pausa, tomando un respiro antes de continuar. —Fue durante esos años que comencé a respetar a las gemas. Vi cómo la sociedad las maltrata, cómo las ve como herramientas o amenazas, y me di cuenta de que yo también era vista de esa manera por mi padre. Al igual que las gemas, no elegí ser como soy, pero se me castiga por ello. Ellas no son monstruos, Jasmin. Son seres con sentimientos, que han sufrido como nosotros.—
Mientras Ashley hablaba, Jasmin sintió que algo dentro de ella se rompía, pero al mismo tiempo, algo nuevo empezaba a nacer. Ashley había pasado por un infierno personal, y aún así, había encontrado una forma de seguir adelante, de encontrar una causa por la que luchar.
—No estás sola en esto, Jasmin,— continuó Ashley, colocando una mano sobre la de ella. —Si sientes que el mundo está en tu contra, quiero que sepas que tienes un lugar seguro conmigo, con nosotras. No estás sola.—
Jasmin asintió lentamente, las palabras de Ashley calando hondo. Las dos chicas se quedaron en silencio por un momento, una pausa llena de comprensión y empatía. El silencio fue roto solo por un ligero movimiento de Aria, quien se acomodó en el regazo de Jasmin, como si supiera que su presencia también era un consuelo.
—Gracias, Ashley,— susurró Jasmin finalmente, sintiéndose un poco más fuerte por tener a alguien a su lado. —No sé qué haría sin ti.—
Ashley sonrió suavemente, —No tienes que hacerlo sola, Jasmin. Nunca más.—
Mientras las dos chicas compartían ese momento de conexión, sabían que aún tenían un largo camino por recorrer. Pero juntas, sentían que podían enfrentarse a lo que fuera.
**Continuará**

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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...