Bismuto, con la mirada decidida y el corazón latiendo con fuerza, sintió una chispa de valentía encenderse en su interior. Había visto suficiente. El sufrimiento de Perla y Peridot, el llanto de las niñas, la desesperación en los ojos de Mary y Jasmin, todo se arremolinaba en su mente como un torbellino de emociones. La culpa seguía presente, pero se veía eclipsada por algo más poderoso: la necesidad de proteger a quienes amaba, a pesar del miedo que la había paralizado hasta ahora.
El ambiente en las alcantarillas era pesado, cargado de tensión, mientras Bis 7 observaba a Bismuto con una sonrisa despectiva.
—Así que finalmente decides actuar, ¿eh? —se burló Bis 7, su voz resonando con crueldad—. Qué patético, Bismuto. Toda tu vida has sido una cobarde, incapaz de enfrentar la realidad. Y ahora, ¿crees que puedes redimirte? Es demasiado tarde para eso.
Con un gesto de su mano, Bis 7 ordenó a las Bismutos copia que atacaran. Las gemas avanzaron con una sincronía aterradora, rodeando a Bismuto desde todos los ángulos, listas para acabar con ella.
Pero algo había cambiado en Bismuto. El miedo seguía presente, pero no la dominaba por completo. En lugar de sucumbir, lo transformó en fuerza, en determinación. Sus ojos se llenaron de una resolución feroz, y su cuerpo, aunque tembloroso, se preparó para la batalla.
El primer golpe lo esquivó con agilidad sorprendente, tomando a la Bismuto copia por el brazo y arrojándola con fuerza contra la pared. La gema cayó al suelo con un crujido, incapaz de levantarse. Otra Bismuto intentó atacarla desde atrás, pero Bismuto giró rápidamente, bloqueando el golpe con su brazo antes de lanzarla lejos con una patada poderosa.
Las demás copias vacilaron por un momento, pero luego avanzaron en masa, tratando de abrumarla. Bismuto, a pesar de estar rodeada, se movía con una precisión que reflejaba años de experiencia en combate. Cada movimiento era calculado, cada golpe devastador. Su cuerpo, aunque agotado y debilitado por el miedo que la había consumido, demostraba una fortaleza que ninguna de las copias podía igualar.
Mary, desde donde estaba, observaba con el corazón en un puño. Las lágrimas seguían corriendo por su rostro, pero ahora había una mezcla de esperanza y asombro en sus ojos. Bismuto estaba peleando, no solo por su propia redención, sino por todas ellas. Jasmin, a su lado, escuchaba los pensamientos de Bismuto, llenos de conflicto y dolor, pero también de una determinación que crecía con cada golpe que propinaba.
Poco a poco, las Bismutos copias comenzaron a retroceder. El miedo a ser derrotadas por la gema que habían subestimado era palpable en sus movimientos. Una a una, las copias empezaron a dispersarse, dándose cuenta de que no podían ganar contra la furia y la habilidad de Bismuto.
—¡Cobardes! —gritó Bis 7, observando cómo sus subordinadas huían—. ¡Regresen aquí! ¡No hemos terminado!
Pero las copias estaban demasiado asustadas. Una tras otra, se retiraban en desorden, dejando a Bis 7 sola frente a Bismuto. La líder de las copias apretó los dientes con rabia, sus ojos brillando con una mezcla de furia y desesperación. No podía permitir que Bismuto ganara. No después de todo lo que había pasado.
Mientras tanto, las chicas, aprovechando la distracción, comenzaron a moverse rápidamente. Ashley, con el corazón palpitando, se lanzó hacia Peridot, liberándola de las garras de una Bismuto copia que aún intentaba someterla. A su lado, Mary, con una mezcla de miedo y determinación, ayudaba a Perla a ponerse en pie. Perla estaba débil, herida por la brutalidad a la que había sido sometida, pero en sus ojos se podía ver un brillo de agradecimiento.
—¿Estás bien? —preguntó Mary, aunque sabía que Perla no podía responder. Sin embargo, la mirada de Perla, aunque agotada, le dio la respuesta que necesitaba.
Pero la victoria no estaba asegurada aún. Bis 7, al ver que sus copias huían, decidió tomar el control por sí misma. Se adelantó rápidamente, su mirada fija en Bismuto, y con un movimiento veloz, agarró a Karla y Sarah, levantándolas en el aire como si fueran simples objetos.
—¡Alto! —gritó Bis 7, su voz cargada de amenaza—. Si te atreves a dar un paso más, estas niñas sufrirán las consecuencias.
Bismuto, que hasta ese momento había luchado con valentía, se congeló al ver a Karla y Sarah en peligro. Sus ojos se abrieron con horror, y su cuerpo comenzó a temblar nuevamente. El miedo, ese enemigo silencioso que había logrado mantener a raya por un breve momento, volvía a tomar el control.
—No... no... —murmuró Bismuto para sí misma, retrocediendo mientras sus manos temblaban incontrolablemente. Su mente se llenó de imágenes de dolor y sufrimiento, de la culpa que la había atormentado durante tanto tiempo.
Bis 7 sonrió con crueldad al ver la reacción de Bismuto. La presión psicológica estaba funcionando. La líder de las copias sabía exactamente cómo manipular los miedos de Bismuto para doblegarla.
—Mírate, Bismuto. —la voz de Bis 7 estaba cargada de veneno—. Tan fuerte y tan débil al mismo tiempo. Todo lo que haces es fallar. Eres una vergüenza para tu raza, una vergüenza para las Crystal Gems. Solo eres capaz de causar dolor y sufrimiento a los que te rodean.
Las palabras de Bis 7 eran como puñales en el corazón de Bismuto. Sus rodillas comenzaron a ceder, y la fuerza que había encontrado momentos antes parecía desvanecerse en el aire. El terror y la culpa la estaban destrozando desde adentro. No podía moverse, no podía luchar. Estaba atrapada en su propio miedo.
Pero en ese momento, cuando todo parecía perdido, algo cambió. Desde el rincón donde estaba Mary, un destello de determinación apareció en sus ojos. Había visto suficiente. Había sufrido suficiente. Con un movimiento rápido, levantó su brazo robótico, sintiendo la energía acumulándose en el mecanismo. Sus manos temblaban, no por miedo, sino por la fuerza de la emoción que la impulsaba.
—¡Déjalas en paz! —gritó Mary, apuntando directamente a Bis 7.
El disparo resonó en la alcantarilla, un destello de luz que cortó el aire. El rayo de energía impactó directamente en Bis 7, que soltó un grito de sorpresa al recibir el impacto. El golpe no fue letal, pero fue lo suficientemente fuerte como para debilitarla y hacer que soltara a Karla y Sarah, quienes cayeron al suelo, pero rápidamente fueron alcanzadas por Jasmin y Ashley.
Bis 7, tambaleándose, observó a Mary con una mezcla de incredulidad y rabia. Su cuerpo estaba debilitado, y por primera vez, el miedo comenzó a reflejarse en sus ojos. Apretó los dientes, su orgullo herido, pero sabía que no podía continuar la lucha en ese estado.
—Esto no ha terminado —dijo con voz amenazante, retrocediendo lentamente mientras observaba a Bismuto, que aún temblaba en el suelo—. Volveré... y la próxima vez no habrá piedad.
Con esas palabras, Bis 7 se dio la vuelta y comenzó a retirarse, desapareciendo en las sombras de las alcantarillas, sus copias siguiéndola en silencio. La batalla había terminado, pero el peligro aún no se había disipado por completo.
Bismuto, herida y agotada, se dejó caer al suelo, su cuerpo temblando incontrolablemente. La lucha había sido intensa, pero la batalla interna que había librado contra su propio miedo había sido aún más devastadora. Sabía que había ganado, pero a un costo que aún no comprendía del todo.
Mary, abrazando a Aria, se acercó a Bismuto, sus ojos llenos de lágrimas pero también de gratitud. Se arrodilló a su lado, sintiendo la intensidad del momento. Jasmin, a su lado, se quedó en silencio, escuchando los pensamientos agitados de Bismuto, tratando de encontrar las palabras para reconfortarla.
Las heridas debían sanar, tanto físicas como emocionales, y las chicas sabían que el camino que tenían por delante sería difícil, pero no imposible. La esperanza, aunque frágil, aún brillaba en la oscuridad que las rodeaba.
**Continuará...**
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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...