Amatista estaba en el suelo, adolorida y apenas consciente de lo que ocurría a su alrededor. La sangre de su nariz fluía de manera constante, empapando su rostro y su ropa hecha jirones. Sus extremidades temblaban y, aunque había intentado levantarse en varias ocasiones, el cuerpo simplemente no le respondía. Frente a ella, Topacio copia sonreía con crueldad, disfrutando de cada segundo de su sufrimiento.
—Sabes, Amatista,— comenzó Topacio copia, inclinándose ligeramente para observar mejor a la desgastada gema, —pensé que podrías ofrecerme un reto, pero parece que estaba equivocada. No eres más que otra molestia inútil.
Amatista no respondió, no porque no quisiera, sino porque no podía. El dolor la había dejado sin aliento, y aunque su mente seguía luchando por encontrar una solución, su cuerpo estaba completamente derrotado. Y para empeorar las cosas, las chicas seguían siendo mantenidas como rehenes. Las Topacios las sujetaban con fuerza, usando su sufrimiento como un medio para mantener a Amatista sumisa.
Nagisa, quien estaba medio consciente, escupió otro chorro de sangre, su abdomen palpitando por el dolor de la herida. A cada segundo, parecía que la vida se escapaba lentamente de ella, mientras sus hermanas menores lloraban desconsoladas, incapaces de comprender por qué todo esto estaba sucediendo. Karla, atrapada por una de las Topacios, gritaba y pataleaba, pero su resistencia era inútil.
Ashley, con la boca tapada por la mano de otra Topacio, no podía gritar. Sus ojos estaban llenos de desesperación y miedo por lo que sucedía a su alrededor. Peridot, su amada, seguía tirada en el suelo, completamente inmovilizada por el dolor. La impotencia era palpable en el aire, y nadie podía hacer nada para detener la crueldad de Topacio copia.
—¡Mira lo que has causado!— exclamó Topacio copia, señalando con desprecio a las chicas y las gemas heridas. —Todo esto es tu culpa, Amatista. Si simplemente hubieras aceptado tu destino, nada de esto habría pasado. Pero ahora... bueno, parece que tendrán que pagar las consecuencias de tu testarudez.
Amatista cerró los ojos por un momento, tratando de bloquear el dolor y el caos a su alrededor. Pero de repente, algo cambió. Entre el caos, una risa suave comenzó a escapar de sus labios. Al principio era apenas un murmullo, pero poco a poco fue creciendo en intensidad, hasta convertirse en una carcajada que resonaba en la habitación.
Topacio copia se detuvo, su ceja arqueada en confusión mientras miraba a Amatista, quien seguía riéndose a pesar de la sangre que caía de su rostro y el estado lamentable en el que se encontraba. —¿Te has vuelto loca?— preguntó Topacio copia, claramente desconcertada por la reacción de la gema. —¿Qué demonios es tan gracioso?—
Amatista, aún riendo, se incorporó un poco, limpiándose un poco de la sangre de la cara con el dorso de su mano. Luego la miró con una sonrisa que, aunque cansada, aún conservaba un destello de desafío. No podía hablar, pero con sus gestos dejaba claro que tenía algo bajo la manga.
Entonces, de su bolsillo rasgado, Amatista sacó una pequeña campana. El brillo en sus ojos aumentó mientras alzaba la campana, y Topacio copia frunció el ceño.
—¿Qué es eso?— preguntó con una mezcla de desdén e incertidumbre. —¿Es esa tu gran arma? ¿Una campana? Realmente te has vuelto loca si piensas que eso me detendrá.
Pero Amatista, en lugar de responder, simplemente sonrió de manera pícara y, con un movimiento rápido, hizo sonar la campana.
El sonido que emanó de ella no era el dulce tintineo que uno esperaría. En su lugar, un ruido ensordecedor y distorsionado llenó el aire, una frecuencia tan aguda y aterradora que hacía que los oídos dolieran de inmediato. Era un sonido inhumano, algo que parecía retorcer el mismo espacio y hacer vibrar el ambiente con una intensidad insoportable.
Topacio copia inmediatamente gritó de dolor, llevándose las manos a los oídos mientras su rostro se contorsionaba en una expresión de puro sufrimiento. —¡¿Qué es esto?!— chilló, incapaz de soportar el ruido. Las Topacios que sujetaban a las chicas también se vieron afectadas. Una a una, soltaron a sus prisioneras, incapaces de soportar el sonido, y salieron corriendo de la habitación, buscando escapar del horrible ruido que llenaba sus cabezas.
Las chicas cayeron al suelo, libres finalmente de sus captores, pero aún sacudidas por el caos a su alrededor.
Topacio copia, aún retorciéndose de dolor, apretó los dientes y se obligó a levantarse. Con una mirada llena de furia, se abalanzó sobre Amatista, agarrándola por el cuello de su camisa rota y levantándola del suelo con facilidad.
—¡Maldita sea, me has hartado!— gritó, mientras alzaba el brazo, lista para lanzar un golpe que, en su estado debilitado, Amatista no podría soportar. —¡Voy a aplastarte como la insecta que eres!
Justo cuando parecía que el golpe final caería sobre Amatista, un destello de metal brilló en el aire. Antes de que Topacio copia pudiera reaccionar, un trozo de metal afilado atravesó su pecho, haciéndola soltar un grito de sorpresa y dolor.
El tiempo pareció detenerse por un momento. Topacio copia, con los ojos abiertos de par en par, soltó a Amatista, llevándose una mano temblorosa al pecho, donde el metal estaba enterrado profundamente. Se tambaleó hacia atrás, jadeando, incapaz de procesar lo que acababa de ocurrir.
Detrás de ella, Ray se mantenía firme, su rostro ensombrecido por la determinación. Había despertado en medio del caos, y al ver lo que estaba ocurriendo, no había dudado en actuar. Con un trozo de metal improvisado, había atravesado a Topacio copia, salvando a Amatista en el último momento.
—¿Tú...?— Topacio copia apenas podía hablar, su rostro una mezcla de incredulidad y furia. Cayó de rodillas, tambaleándose mientras trataba de mantenerse erguida, pero el dolor era demasiado intenso. Finalmente, cayó al suelo, inmóvil, mientras el trozo de metal seguía incrustado en su pecho.
Amatista, todavía en shock por lo que acababa de ocurrir, apenas podía creer lo que veía. Ray, quien había estado inconsciente, había sido la que la había salvado. La habitación quedó en silencio por un momento, solo roto por los jadeos de las chicas y el suave sollozo de las más jóvenes.
Pero este momento de respiro estaba lejos de ser el final. Topacio copia aún respiraba, aunque apenas, y el peligro aún no había pasado.
**Continuará...**

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Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1
FanfictionHan pasado más de 20 años desde que Ciudad Playa fue atacada por las personas y gobiernos más letales del mundo. Nadie sabe que pasó con las gemas que habitaban allí. Jasmin es una niña que creció en un mundo completamente aterrorizado por las gemas...