Capítulo 37

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Nagisa estaba absorta en sus pensamientos, caminando junto a Spinel en ese extraño lugar, cuando sintió que su teléfono vibraba en el bolsillo. Se detuvo en seco, frunciendo el ceño al sacar el dispositivo. "Un mensaje de Ashley," pensó, su pulso acelerándose de inmediato. Karla, Mary, y Sarah, que caminaban unos pasos detrás, notaron cómo la expresión de Nagisa cambiaba de preocupación a algo mucho más grave.

Spinel, que había estado caminando con las manos en la espalda y balanceándose ligeramente de un lado a otro, también notó el cambio en la atmósfera. Sus ojos grandes y expresivos parpadearon varias veces mientras observaba a Nagisa revisar su teléfono con creciente preocupación.

Nagisa abrió el mensaje de Ashley y leyó rápidamente el texto:

"Ashley: Nagisa, es urgente. Mi padre y Maximiliano tienen a Peridot prisionera en la Torre Presidencial. No sé qué hacer, pero sé que necesitamos ayuda. Por favor, ven a mi casa, necesitamos un plan."

La mención de Peridot hizo que Spinel se detuviera de golpe. Una ola de recuerdos dolorosos la golpeó de inmediato. "¿Peridot... viva?" pensó con incredulidad, sus ojos abriéndose más de lo habitual. "Después de todo lo que sucedió en Beach City... ¿Sobrevivió?" La noticia la dejó helada, y su mente comenzó a correr a través de las memorias, el caos de la explosión, la destrucción, el final que había creído definitivo para todas las Crystal Gems.

Karla, que era más perceptiva de lo que a veces daba a entender, notó el sutil cambio en la postura de Spinel. La forma en que sus dedos se tensaron ligeramente y su sonrisa habitual se desvaneció momentáneamente. Algo estaba mal. Muy mal.

-Spinel, ¿estás bien?- preguntó Karla con cierta cautela. Aunque a menudo podía ser impulsiva y descuidada, había aprendido a confiar en su intuición. Algo sobre la reacción de Spinel le dio una sensación de inquietud.

Spinel, al darse cuenta de que había dejado entrever su perturbación, se apresuró a recomponerse. Su sonrisa característica volvió a su rostro, aunque ahora parecía un poco forzada. -Oh, claro, claro. Estoy perfectamente bien, cariño,- respondió, intentando sonar despreocupada, pero el temblor en su voz la traicionó.

Mientras tanto, Nagisa, preocupada por el contenido del mensaje de Ashley, decidió que no podía esperar más. Tenía que saber más detalles. Sin perder un segundo, marcó el número de Ashley y esperó, escuchando los tonos de llamada resonar en su oído.

Ashley contestó después del tercer tono, y antes de que pudiera decir algo, Nagisa preguntó: -¿Ashley? ¿Qué está pasando exactamente? ¿Es cierto que tienen a Peridot?-

La voz de Ashley sonó frágil y nerviosa al otro lado de la línea. -Sí, Nagisa. La vi con mis propios ojos. Está encerrada en una jaula de contención en la Torre Presidencial. Mi padre... el Coronel... dijo que es la primera Crystal Gem que atrapan. Está herida y asustada, y no sé cuánto tiempo más podrá resistir. Necesitamos sacarla de allí, pero no puedo hacerlo sola.-

Nagisa apretó los dientes. Sabía que la situación era extremadamente delicada. Sacar a Peridot de la Torre Presidencial sería una tarea monumental, y no podían permitirse errores. -De acuerdo, Ashley. Escúchame bien. Nos reuniremos en mi casa lo antes posible. Reúne a las demás. Necesitamos un plan, y lo necesitaremos rápido.-

-Entendido,- respondió Ashley, tratando de mantener la calma. -Nos vemos en tu casa, Nagisa. Por favor, no tardes.-

Nagisa colgó la llamada y guardó su teléfono, su mente ya trabajando a toda velocidad. Se volvió hacia Spinel, que parecía estar tratando de mantener su habitual actitud despreocupada, aunque Nagisa notó que había una inquietud en sus ojos.

-Spinel, necesitamos volver a la Tierra, y lo más rápido posible,- dijo Nagisa, su voz firme y decidida. -Ashley nos necesita, y tenemos que planificar cómo sacarla de la Torre Presidencial.-

Spinel asintió, y aunque trató de mantener una expresión tranquila, la mención de la Torre Presidencial le provocó un escalofrío. Recordaba perfectamente las órdenes que había recibido de Maximiliano, y la amarga realidad de su situación la golpeó nuevamente. -Estoy atrapada entre dos mundos,- pensó con amargura.

Antes de partir, Spinel sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo, un comunicador con un diseño antiguo pero funcional. -Toma esto, Nagisa,- dijo, tendiéndole el aparato. -Con esto podremos mantenernos en contacto. Conozco la Torre Presidencial como la palma de mi mano, y sé dónde están las entradas y salidas. No podremos sacarla sin un plan, pero yo puedo guiarte.-

Nagisa tomó el comunicador con gratitud, notando la seriedad en los ojos de Spinel. -Gracias, Spinel. Contamos contigo.-

Spinel forzó una sonrisa y asintió, aunque por dentro se sentía desgarrada. -Lo siento,- pensó, observando a las niñas prepararse para partir. -Siento estar haciendo esto... Pero no tengo otra opción.-

Mientras Nagisa y sus hermanas se preparaban para volver a la Tierra, Spinel las observó con una mezcla de tristeza y culpa. Sabía que no podía revelar la verdad, no sin ponerlas en peligro, pero la idea de traicionar a quienes ahora consideraba sus amigas la atormentaba.

-Maximiliano me ha dado órdenes, y no puedo desobedecer,- pensó Spinel, mientras sus manos temblaban ligeramente. -Pero no quiero hacerles daño... no después de todo lo que he pasado.-

Nagisa, sin saber de la lucha interna que sufría Spinel, activó el teletransportador, y en cuestión de segundos, ellas y sus hermanas se encontraron de regreso en la Tierra. El aire frío de la tarde las recibió, y el contraste entre el extraño mundo que acababan de dejar atrás y la familiaridad del entorno terrestre les devolvió un poco de calma.

-Nos vamos a casa,- dijo Nagisa con determinación, mirando a sus hermanas. -Tenemos mucho que hacer, y no hay tiempo que perder.-

Mientras comenzaban a caminar, Spinel se quedó en el portal del teletransportador, observándolas desaparecer en la distancia. Una vez que estuvieron fuera de vista, su sonrisa forzada se desvaneció, y sus hombros se hundieron bajo el peso de la culpa.

-Lo siento,- susurró, aunque sabía que nadie podía oírla. -Nunca quise que las cosas llegaran a esto... Pero no tengo opción.-

Y entonces, mientras el portal se cerraba tras ellas, Spinel se giró y caminó de vuelta hacia el trono vacío de las Diamantes. Sabía que tenía que reportar lo que había sucedido, aunque cada paso la llevaba más cerca de un destino que no deseaba. Pero a pesar de todo, en su corazón, una pequeña esperanza seguía viva: la esperanza de que algún día, pudiera encontrar una forma de redimirse.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora